capitulo 14

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Helado y Sombras

Yuji caminaba con paso tranquilo por la ciudad, sus audífonos aún puestos, la música de fondo envolviendo sus pensamientos. La gente a su alrededor parecía fluir con naturalidad: parejas de la mano, familias disfrutando de un paseo, personas con bolsas de compras regresando de las tiendas. Había algo en esa normalidad que lo reconfortaba, como si el mundo siguiera su curso sin preocuparse por las preguntas sin respuesta que lo atormentaban.

Mientras caminaba, Yuji observó el bullicio de la ciudad con una expresión relajada. Podía escuchar las voces a su alrededor, pero él no las procesaba completamente. Sus pensamientos seguían girando en torno a lo que había experimentado la noche anterior, la extraña conversación con Makima, pero decidió no darle más vueltas a eso por el momento. El día continuaba, y él también debía hacerlo.

A lo lejos, vio una heladería. La tentación de un helado lo detuvo en seco.

—Hace calor, un buen helado sería lo ideal —pensó mientras caminaba hacia el local.

El sonido de la campanita de la puerta sonó cuando entró, y el aire acondicionado le dio una bienvenida refrescante. La heladería estaba moderadamente llena, con gente disfrutando de sus postres. Yuji se acercó al mostrador, donde una chica lo saludó con una sonrisa.

—¡Hola! ¿Qué te gustaría pedir hoy? —preguntó la chica detrás del mostrador, con una sonrisa amigable.

Yuji la miró y, mientras observaba las opciones de sabores, decidió no complicarse demasiado.

—Voy a probar algo simple... un helado de vainilla, por favor.

—Claro, ¿en cono o en vasito? —la chica preguntó.

—En cono está bien —respondió Yuji, mientras sonreía levemente.

La chica comenzó a servir el helado, y Yuji aprovechó para mirar alrededor. Observó a las personas que se habían reunido allí. Algunas charlaban animadamente, otras simplemente disfrutaban de su helado en silencio. Todo parecía tan sencillo, tan cotidiano, que lo hizo sentir ajeno, como si estuviera en un mundo aparte.

—Aquí tienes —dijo la chica mientras le pasaba el cono—. Espero que te guste.

—Gracias —respondió Yuji con una sonrisa agradecida y tomó el cono. Caminó hacia una mesa libre, donde se sentó a disfrutar de su helado. Probó un bocado y cerró los ojos un momento al saborear la frescura.

Sin embargo, algo en el ambiente lo desconcertaba. Era como si una sombra acechara desde un rincón. Yuji frunció el ceño y dejó de pensar en el helado por un segundo. La sensación extraña de la noche anterior, la inquietud que no lo dejaba tranquilo, parecía estar regresando.

—¿Por qué estoy sintiéndome tan extraño? —pensó mientras miraba el cono que sostenía.

El contraste entre la simple satisfacción de saborear el helado y la incomodidad que sentía en su interior lo confundía.

—Tal vez es solo cansancio. Tal vez solo estoy sobrepensando las cosas —se dijo a sí mismo.

Pero los recuerdos de Makima y su presencia dominante volvían a invadir sus pensamientos.

Unas risas lejanas lo sacaron de su trance. Miró hacia una pareja que se encontraba cerca, disfrutando de su helado también. Ellos estaban riendo, el chico había hecho una broma y la chica lo había golpeado ligeramente en el brazo, como si se estuvieran burlando mutuamente de manera juguetona.

—Debe ser agradable tener una vida tan simple —pensó Yuji, casi envidiando la sencillez con la que se movían.

Al terminar su helado, Yuji se levantó de la mesa y, antes de salir, le dio las gracias a la chica del mostrador. Caminó de regreso hacia la puerta, la campanita sonó nuevamente cuando salió al exterior, y la brisa fresca de la tarde le acarició el rostro.

Siguió caminando por la acera, sin un destino claro, solo avanzando en medio de la multitud. Todo a su alrededor seguía su curso normal, y él también trataba de seguir adelante. Pero no podía evitar preguntarse si realmente estaba en control de lo que estaba sucediendo con él o si, tal vez, las respuestas aún estaban más cerca de lo que pensaba.

Yuji continuó caminando, mientras las voces de la ciudad y su propia mente lo acompañaban.

—Solo sigue caminando, tal vez las respuestas lleguen cuando menos las esperes —pensó.

Pero algo en su interior le decía que las respuestas no llegarían tan fácilmente. Y que algo mucho más grande de lo que podía imaginar estaba por suceder.

bajo el control del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora