Capítulo 11: Mi Dulce Niña

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KOSMOS

GUERRA POR LA EXISTENCIA

Capítulo 11: Mi Dulce Niña.

La noche cayó sobre el mundo, arropándolo con su oscuro y fresco manto. Lo único que evitaba que la oscuridad se apodere por completo de todo era la tenue luz que la luna emitía.

Los niños, ya con el estómago repleto y recién duchados se encontraban postrados en la plaza del pueblo, apoyando la espalda por un árbol, observando a todos los demás quienes deambulaban por ahí.

Incluso observaron como a lo lejos un grupo de niños jugaban con lo que parecía ser un balón.

–¿Vamos a jugar con ellos?. –Preguntó Christopher.

Al mismo tiempo, todos sus amigos lo miraron con esos ojos de total desgano, Christopher bajó los hombros con hastío. –Todos ustedes son unos haraganes.

–Es que no tengo fuerzas –dijo Sebastián–. Ni siquiera quiero estar de pie.

–Yo tampoco –se unió Mathias–. No tengo ni ganas de comer.

–Es muy malo que sean tan haraganes –esta vez fue Selestia–. Si somos haraganes, cuando crezcamos, seremos malas personas.

Se ganó una mirada de parte de todos, pues a pesa de decir que ser haraganes era malo, ella misma se encontraba recostada sin gana alguna por levantarse.

–A mi me gusta estar así –Anita sonrió–. Los extrañé mucho, gracias por siempre ir a visitarme.

–Eres nuestra amiga, Anita. –Selestia le sonrió. –Nosotros siempre iremos a verte, igual si tengas que trabajar.

Los niños estaban que sonreían y eso pese a estar bastantes desganados. Pero no todo era diversión y sonrisas.

Los Niños no eran capaces de sentirlo, pero el pueblo respiraba un aire cargada con extrema tensión y desasosiego, algo ocasionaba que los adultos estén muy tensionados y nerviosos.

–¿Ya vienen?.

Y la tensión y los nervios eran mayores justo en la zona del portón, lugar dónde ahora Valentina y Rachell se encontraban, una al lado de la otra, observando como otra vez uno de los guardias volvía a darle una negativa.

–Todavía no vemos a nadie, Lady Valentina.

Ella observaba al portón cerrado y se la pasaba preguntando si los demás ya volvían. Con cada respuesta en negativa, su corazón se aceleraba de sobremanera, tornándose más estresada de lo que estaba en el segundo anterior.

Valentina se mordisqueaba el interno de los labios inferiores, lo hacía tan de seguido que ya se los dañaba y no los sentía. Ella solo recurría a este mal hábito cuando los nervios la asfixiaban, y la angustia superaba el límite, esta era la única forma de calmarlo.

–Ya ha pasado un día. –dijo dando un suspiro–. Ellos deberían haber llegado ayer ¿por qué no vienen?.

–Mamá –la llamó Rachell igual de nerviosa, pero algo más calmada. –Sé que estas muy ansiosa y los nervios te están matando, pero, por favor, tratemos de calmarnos. Estoy segura se atrasaron por la carga o por estar cansados debido al viaje.

Valentina asintió sin apartar la mirada del portón. –Vamos a casa y prepararé para nosotras un té calmante, eso nos ayudará a bajar la ansiedad ¿Qué dices?.

Valentina la miró por un momento y sonrió con mucha ansiedad, haciendo lo posible por calmarse sí, eso serpia lo mejor, tú sabes cómo me gusta mi té. –Con eso, ambas se giraron y emprendieron el camino con dirección a la casa de la familia Hope.

ISEKAI KOSMOS: GUERRA POR LA EXISTENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora