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El pequeño Shisui abrió lentamente los ojos, sintiendo el suelo frío del centro de entrenamiento bajo él. Todo estaba en silencio, salvo el eco distante del agua que goteaba en alguna parte. Confundido, se incorporó y miró a su alrededor. El lugar le resultaba conocido: era el centro de entrenamiento donde había visto a la extraña tortuga que lo había transportado al pasado.

Su respiración se aceleró mientras recordaba los eventos recientes. Los rostros de su madre Sakura, su padre Itachi y, sobre todo, de su tío Shisui mayor llenaron su mente. El sacrificio de su tío, sus palabras de despedida y la promesa de proteger el legado... Todo se mezclaba en su mente como una tormenta abrumadora.

De repente, una ola de emociones lo golpeó con fuerza. Cayó de rodillas y empezó a llorar, cubriéndose el rostro con las manos. Su llanto resonó en el vacío del centro de entrenamiento, lleno de tristeza, impotencia y culpa.

—Tío Shisui... —murmuró entre sollozos—. ¿Por qué... por qué tuvo que terminar así?

Mientras lloraba, recordó los momentos en que el Shisui mayor lo había mirado con ternura y esperanza, las palabras que le había dejado, pidiéndole que fuera fuerte y honrara su nombre. Pero en ese momento, el pequeño Shisui no podía encontrar fuerzas. Se sentía abrumado por la pérdida y el peso de la historia que ahora llevaba consigo.

El destello de un recuerdo lo invadió: la sonrisa de su madre Sakura mientras lo abrazaba, la mirada decidida de su padre Itachi, y la calidez del sacrificio de su tío mayor. Todo eso seguía vivo dentro de él, aunque el dolor era insoportable.

De repente, una voz suave y familiar lo sacó de sus pensamientos.

—Shisui... ¿qué haces aquí?

Levantó la cabeza rápidamente, encontrándose con Boruto, quien lo miraba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó Boruto, acercándose con cuidado.

Shisui se secó las lágrimas rápidamente y negó con la cabeza, sin querer hablar del peso que llevaba dentro.

—Estoy bien... Solo estaba entrenando —dijo, tratando de sonar convincente, aunque su voz temblaba.

Boruto lo observó por un momento, notando el brillo inusual en los ojos de su amigo.
—Pues parece que necesitas un descanso. Ven, Mitsuki y yo estábamos por empezar un entrenamiento. ¿Quieres unirte?

Shisui dudó, todavía atrapado en sus emociones. Pero luego recordó las palabras de su tío mayor: "Sé fuerte... Sé un puente entre las personas."

Respiró hondo y asintió lentamente.
—Sí... Vamos.

Mientras seguía a Boruto fuera del centro de entrenamiento, Shisui sabía que debía cumplir con la promesa que había hecho, incluso si el dolor seguía presente. Había regresado a su tiempo, pero las enseñanzas y sacrificios del pasado permanecerían con él para siempre.

En el entrenamiento, la atmósfera estaba llena de energía. Boruto, como de costumbre, intentaba sobresalir frente a Shisui. El joven Uchiha, aunque aún cargaba el peso de lo que había vivido en el pasado, no podía evitar sentir una calidez inusual. Estaba rodeado de personas que lo aceptaban y que, sin saberlo, lo ayudaban a sanar.

—¡Vamos, Shisui! ¡Quiero un combate uno a uno! —exclamó Boruto con una sonrisa competitiva, adoptando una postura lista para el combate.

𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora