Tony, Nat y Bucky dedicaron semanas a buscar a Rachel. Cada pista resultaba en un callejón sin salida. Era como si se hubiera desvanecido. No dejó rastros, ni un solo indicio de adónde había ido. No quería ser encontrada. Había desaparecido para tomar el tiempo que necesitaba para procesar su dolor, enfrentarlo sola y decidir qué haría con todo lo que había ocurrido.
Mientras ellos seguían buscando, Rachel se sumergió en un viaje solitario. Encontró refugio lejos del ruido del mundo, en un lugar donde podía entrenar, planear y reconstruirse. Ella ya no era la misma. Había perdido demasiado, pero su resolución se endureció con cada recuerdo de su hermana y el sufrimiento que Hydra había causado.
Había pasado ya dos años, Rachel había dejado de ser una sombra perdida en busca de respuestas. Ahora era un arma viviente. Se había entrenado intensamente, dominando técnicas de combate, estrategias de infiltración y manejo de armas. Cada día se fortalecía física y mentalmente, moldeándose en algo más letal, más determinado. Pero mientras su cuerpo era cada vez más fuerte, su mente seguía siendo un campo de batalla. Las pesadillas la atormentaban, y el control sobre sus poderes continuaba escapándosele.
Había intentado infiltrarse en Hydra para acabar con ellos desde dentro, pero rápidamente su identidad quedó expuesta. Algunos la reconocían como "La Reina de Sangre", un apodo que se había ganado tras múltiples misiones en las que dejó un rastro de destrucción y muerte. Cada asesinato que cometía era una pequeña venganza por lo que le habían quitado, pero también un recordatorio del monstruo que temía volverse.
Los Vengadores, aunque divididos, vigilaban sus movimientos. No querían que Rachel cayera aún más en la oscuridad. Tony y Steve, todavía lidiando con sus propias diferencias, intentaron trabajar juntos para detenerla antes de que cruzara una línea de la que no pudiera regresar. Sin embargo, ella siempre iba un paso adelante, usando cualquier medio necesario para cumplir su misión.
Rachel confiaba más en sus armas que en sus poderes. Estos últimos seguían siendo un caos dentro de ella, una fuerza indómita que la desgastaba física y emocionalmente. Temía lo que podría pasar si los usaba, si los dejaba salir sin control. Sabía que su verdadero enemigo no era solo Hydra, sino también la furia incontrolable que llevaba dentro.
En medio de su cruzada, Rachel encontró aliados inesperados en T'Challa y Shuri. Al principio, el Rey de Wakanda desconfió de ella. Sabía de su reputación y de los vínculos que había tenido con Hydra, pero Rachel no buscaba conflictos con Wakanda. Cuando explicó su misión, sus pérdidas y lo que intentaba lograr, T'Challa la observó en silencio. No veía solo a una asesina; veía a una mujer destrozada, atrapada en una guerra interna que podría destruirla si no encontraba paz.
T'Challa y Shuri decidieron ayudarla. Con el tiempo, le ofrecieron tecnología avanzada para mejorar su lucha, pero también algo más importante: apoyo emocional. T'Challa, en particular, se convirtió en una guía para Rachel. Le enseñó que la fuerza verdadera no radica solo en la venganza, sino en encontrar la paz en medio del caos. Aunque Rachel lo apreciaba, todavía sentía el peso de su sufrimiento, especialmente la ausencia de Bucky.
Bucky, mientras tanto, tampoco había encontrado paz. La distancia entre ellos lo desgastaba. Sabía que Rachel lo había apartado para protegerlo, pero no podía evitar preguntarse si él podría haber hecho algo más para evitar que se sumergiera en esa oscuridad.
Ambos sufrían en silencio, cada uno lidiando con sus propios demonios. Rachel sentía que no podía regresar, no mientras su misión no estuviera completa. Pero en el fondo, una parte de ella anhelaba la redención, la oportunidad de encontrar algo más allá de la sangre y la pérdida. Y tal vez, solo tal vez, una razón para volver a casa.
Una tarde cálida y serena en Wakanda, Rachel regresó de su última misión. Después de meses de lucha, finalmente sentía que había dado un gran paso hacia el cierre de su guerra personal. El aire fresco de Wakanda y la imponente belleza de sus paisajes le ofrecían un respiro temporal, un refugio donde podía permitirse bajar la guardia, aunque fuera por un breve momento.
Caminó por los pasillos del palacio, con la intención de agradecer personalmente a T’Challa y Shuri por todo su apoyo. Wakanda había sido su ancla en los momentos más oscuros, y aunque no siempre estaba segura de merecer tanta generosidad, sabía que debía mucho a ambos.
Al llegar a la sala principal, se detuvo en seco. Frente a T'Challa, sentados cómodamente en un círculo de conversación, estaban ellos. Nat, Steve y, por supuesto, Bucky. La voz de Steve resonaba firme y clara mientras hablaba de estrategias y acuerdos con Wakanda, pero Rachel apenas procesó las palabras. Su mirada se detuvo en Bucky, quien parecía más relajado que la última vez que lo vio, aunque sus ojos todavía cargaban un rastro de inquietud que ella conocía demasiado bien.
Rachel sintió su corazón acelerarse, y por un instante quiso retroceder, salir de allí antes de que la notaran. No estaba preparada para enfrentarlos, no después de todo lo que había pasado, no después de haberse sumido en el rol de la mujer que todos conocían ahora como la Reina de Sangre. Pero antes de que pudiera moverse, la voz de T’Challa la detuvo.
—Rachel, justo a tiempo. Ven, tenemos invitados.
Todos giraron hacia ella. El silencio que siguió fue tan pesado como un yunque. La mirada de Natasha fue la primera en suavizarse, aunque estaba teñida de preocupación. Steve se limitó a asentir, su semblante serio, como si analizara cada uno de sus movimientos. Y Bucky… Bucky simplemente la miró, con una mezcla de sorpresa, alivio y algo más que no pudo descifrar.
Rachel respiró profundamente y dio un paso adelante, manteniendo su compostura. Si algo había aprendido en los últimos dos años era cómo ocultar su vulnerabilidad detrás de una fachada firme.
—No sabía que tenía que pedir cita para visitar a mis amigos —dijo con tono neutral, sus palabras dirigidas a T'Challa, pero su mirada breve cayó sobre Bucky.
—Siempre eres bienvenida aquí, Rachel, lo sabes —respondió T’Challa con serenidad, pero el leve arco en sus labios no pasó desapercibido. Sabía perfectamente que la situación era incómoda para ella.
—Rachel —dijo Nat, rompiendo el silencio entre ellos—. Es bueno verte.
Rachel asintió, evitando cualquier contacto visual prolongado.
—No esperaba verlos aquí. Supongo que están ocupados con sus asuntos.
Bucky se levantó, sus movimientos tensos. Sus ojos la buscaron como si quisiera decirle algo, pero no encontraba las palabras correctas. Rachel sintió su estómago tensarse. Este era el momento que había temido desde que decidió alejarse de ellos.
—Tú también pareces estar ocupada últimamente —dijo Bucky al fin, su voz grave pero cargada de un matiz de preocupación.
Rachel lo miró, sin dejar que su fachada se rompiera.
—Todos tenemos nuestras prioridades —respondió. Luego se volvió hacia T’Challa—. Quizá debería volver más tarde.
—No tienes por qué irte —intervino Shuri con una sonrisa amable, intentando aliviar la tensión.
Rachel la miró y, por un instante, quiso quedarse. Pero la intensidad de las miradas de los demás, especialmente la de Bucky, le recordó que aún no estaba lista para enfrentar el peso de todo lo que había dejado atrás.
—Gracias, Shuri, pero creo que necesito algo de aire fresco. —Y con eso, dio media vuelta, sintiendo cómo las miradas la seguían hasta que desapareció por el pasillo.
Bucky dio un paso hacia ella, pero Natasha lo detuvo, colocando una mano en su brazo.
—Dale tiempo —le dijo suavemente.
Pero Bucky sabía que no era tiempo lo que necesitaban. Era una conversación que ambos habían estado evitando durante demasiado tiempo. Y en el fondo, ambos sabían que no podrían esquivarla para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Entré el amor y el odio
RandomEn un mundo de sombras y secretos, Rachel, una joven agente de Hydra, se encuentra con Bucky Barnes, el Soldado del Invierno. Criada para ser una arma letal, Rachel busca escapar de su pasado y encontrar la verdad sobre sí misma. A medida que se enf...