13. Un dia Con itachi uchiha

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Al día siguiente, Itachi se despertó temprano, como siempre, en busca de la quietud y la paz que solo su hogar podía ofrecer. Sin embargo, algo parecía extraño esa mañana. Mientras caminaba hacia la cocina, no pudo evitar pensar en el comportamiento de Sakura de la noche anterior y en cómo había estado tan ausente el día antes.

Recordaba cómo ella había salido sin explicación clara, aunque, en el fondo, confiaba en su esposa. Sin embargo, había algo más. Al verla dormir tan profundamente esa mañana, Itachi se sintió inquieto. Su intuición de shinobi le decía que algo no estaba bien, pero no podía entender del todo qué era. ¿Por qué había estado fuera tanto tiempo? Y lo más importante, ¿por qué estaba vomitando tan temprano en la mañana?

A pesar de su naturaleza reservada, decidió no hacer preguntas por el momento. Sabía que, en su familia, las respuestas a veces llegaban cuando menos lo esperaba. Con un suspiro, se dirigió a la cocina a preparar el desayuno, como siempre, para ella y Shisui.

Mientras cocinaba, los recuerdos de su día a día con Sakura inundaron su mente. La calma de su hogar, la alegría en los ojos de su hijo, el cariño que sentía por su esposa... Todo eso le daba un sentido de paz que había estado buscando durante tanto tiempo. Sin embargo, esa paz ahora estaba empañada por una sensación inexplicable de incertidumbre. Algo en el aire había cambiado, y él lo sentía con cada fibra de su ser.

De vez en cuando, miraba hacia el pasillo, donde Sakura dormía profundamente. ¿Estaba todo bien con ella? Itachi tenía una gran confianza en su esposa, pero la preocupación por su bienestar lo inquietaba.

Cuando la comida estuvo lista, Itachi se acercó a la puerta del dormitorio de Sakura y se asomó. Ella no se había despertado aún. La suavidad de su respiración le indicó que aún estaba profundamente dormida, lo que no era común para ella. Sabía que Sakura siempre se levantaba temprano para atender a la familia, pero esa mañana parecía que necesitaba descansar más que nunca.

Con cuidado, salió de la habitación y comenzó a servir el desayuno, preparándose para lo que sería un día lleno de preguntas sin respuestas, pero también de esperanza. Él sabía que, con el tiempo, Sakura compartiría lo que estaba sucediendo, y cuando lo hiciera, estaría allí para apoyarla, como siempre lo había hecho.

Itachi se sentó en la mesa, con una leve sonrisa en el rostro, mientras miraba al pequeño Shisui despertar, ajeno a la confusión que se había apoderado de su madre y, en menor medida, de su padre. Sabía que los cambios que se avecinaban serían grandes, pero tenía la certeza de que, pase lo que pase, juntos serían capaces de enfrentarlos.

Cuando Sakura despertó, se sintió extrañamente agotada, como si la noche anterior hubiera sido demasiado larga. Al abrir los ojos, lo primero que notó fue la luz suave que se filtraba a través de las cortinas, señal de que ya era tarde. Al girarse, vio a Itachi ya vestido y preparado, una ligera preocupación en su mirada, aunque no dijo nada al respecto.

Itachi, al verla despertar, le informó con calma que debía ir a una reunión urgente en la Torre del Hokage. A pesar de la extraña sensación que Sakura había tenido durante la mañana, asintió comprendiendo, como siempre lo hacía. Él estaba comprometido con sus deberes, y ella lo apoyaba en eso. Después de todo, su vida juntos había sido una mezcla de amor, pero también de sacrificio y deber.

Se despidió de él con un beso suave en los labios y una sonrisa, intentando no dejar que la inquietud la dominara. Cuando Itachi se fue, Sakura pasó la mañana organizando la casa y cuidando a Shisui, aunque su mente seguía algo dispersa, sin poder dejar de pensar en el extraño comportamiento de la noche anterior.

𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐡𝐢𝐬𝐮𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora