El salón del trono estaba bañado en un resplandor dorado. La luz del sol se filtraba a través de las vidrieras decoradas con escenas de glorias pasadas, derramándose en suaves destellos sobre el mármol pulido del suelo. Para el joven príncipe Yeonjun, aquel día debería haber sido como cualquier otro: una mañana llena de reuniones tediosas, halagos forzados y la eterna sensación de que el trono estaba demasiado cerca, aunque aún no lo ocupase.
Sin embargo, ese día fue diferente.
Yeonjun, vestido con una túnica azul pálido que contrastaba con su cabello rubio como los rayos del sol, estaba distraído mirando por la ventana. A menudo encontraba en las nubes una distracción ideal para sus pensamientos. Pero el eco de unas botas resonando en el salón lo devolvió a la realidad.
Entró un hombre alto, de postura recta y expresión serena. Su cabello castaño caía suavemente sobre su frente, enmarcando unos ojos oscuros que parecían analizar cada detalle de la sala con precisión calculada. Vestía la armadura tradicional de los guardianes del palacio: un diseño sencillo pero imponente, con detalles en negro y plata.
Yeonjun no supo qué lo detuvo primero: si la elegancia de sus movimientos o la extraña calma que parecía irradiar. Pero algo dentro de él se detuvo, como si una suave ráfaga de aire hubiera apagado todas las velas en su interior, dejando solo el parpadeo tímido de una llama.
—Su Alteza, este es Soobin —anunció uno de los consejeros reales con voz monótona—. Será su guardia personal a partir de hoy.
Yeonjun parpadeó, intentando mantener la compostura que se esperaba de un príncipe, aunque sintiera que su corazón había comenzado a latir con un ritmo traicionero.
—¿Guardia personal? —preguntó, su voz más suave de lo que pretendía.
Soobin inclinó ligeramente la cabeza en un gesto de respeto, pero sus ojos nunca dejaron de observar al príncipe. Su mirada era firme, casi impenetrable, pero no fría. Había algo en ella que Yeonjun no supo identificar, algo que lo hizo sentir vulnerable y a salvo al mismo tiempo.
—Es un honor servirle, Alteza —dijo Soobin. Su voz era grave, con un matiz de solemnidad que hizo eco en la vasta sala.
Yeonjun sintió que el tiempo se detenía por un instante. Algo tan simple como el timbre de aquella voz parecía enredarse en su mente, formando un nudo que no sabía cómo deshacer.
—El honor es mío —respondió Yeonjun, aunque su mente estaba lejos de las palabras que pronunciaba.
El resto de la presentación pasó en un borrón. Los detalles sobre los deberes de Soobin, las estrictas normas que debía seguir y las formalidades de su posición no importaban. Lo único que Yeonjun podía recordar era la manera en que la luz se reflejaba en los ojos de Soobin, como si el sol hubiera decidido asentarse allí, y la sensación extraña de que su mundo, hasta entonces ordenado y predecible, acababa de inclinarse en un ángulo desconocido.
Esa noche, mientras intentaba conciliar el sueño, Yeonjun recordó el leve temblor que sintió en las manos al estrechar las de Soobin durante la presentación oficial. Recordó también el breve cruce de miradas y cómo el aire a su alrededor pareció tornarse más denso, más íntimo.
Era un simple recuerdo, pero estaba seguro de que no lo olvidaría jamás.
⌇ 🍥 彡 ‧₊˚ ᴹʸ ʰᵉᵃʳᵗ ⁱˢ ᶠᵘˡˡ ᵒᶠ ˡᵒᵛᵉ ᶜᵃᵏᵉ ꒱ 𓈒 ✦
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ˡᵒᵛᵉ ᶜᵃᵏᵉ (soojun)
Fiksi PenggemarEn el reino de Eryndor, el príncipe heredero Yeonjun es conocido por su encanto, dulzura y una peculiar pasión: hornear pasteles. Pero detrás de sus exquisitas creaciones se esconde algo más que simple repostería. Guiado por la misteriosa y sabia re...