El salón de la Fortaleza Roja estaba decorado con los colores de la casa Targaryen: negro y rojo, aunque Lucenya había insistido en incluir tonos dorados y blancos, reflejo de la luz y la esperanza que Baelor había traído a sus vidas. La celebración de su primer onomástico era un evento esperado, no solo por los nobles presentes, sino también por Lucenya y Aegon.Baelor, vestido con pequeñas prendas adornadas con bordados de dragones, estaba en el centro de atención. Aegon lo cargaba orgullosamente mientras los señores y damas de la corte lo felicitaban, aunque muchos miraban de reojo, incapaces de ignorar el cabello castaño del niño.
— Un año — murmuró Aegon a Lucenya cuando finalmente tuvieron un momento a solas en la mesa principal. — Un año desde que este pequeño cambió mi vida para siempre.
Lucenya lo observó, sorprendida por la emoción en su voz. Había visto un cambio en Aegon desde que Baelor había nacido, un cambio que era difícil de ignorar.
— Ha sido un año largo — respondió Lucenya suavemente, mirando al niño que dormía tranquilamente en la cuna improvisada junto a ellos. — Pero también un año que me ha enseñado mucho.
La música comenzó a llenar el salón mientras los invitados se dispersaban para disfrutar de la noche. Aegon se levantó de repente, extendiendo una mano hacia Lucenya.
— Baila conmigo.
Ella lo miró, sorprendida.
— ¿Ahora?
— Sí, ahora. — Una sonrisa suave apareció en sus labios. — Esta noche es especial, no solo para Baelor, sino para nosotros también.
Lucenya dudó por un momento, pero finalmente aceptó su mano. Se levantó con elegancia, dejando que él la guiara hacia el centro del salón. La música cambió a una melodía más lenta, y Aegon la tomó con cuidado, sus movimientos más seguros que la última vez que habían bailado juntos.
— Has mejorado — comentó Lucenya, alzando una ceja mientras lo miraba.
— Te lo dije, estoy dispuesto a aprender por ti — respondió él con una sonrisa sincera.
Mientras se movían al ritmo de la música, Lucenya comenzó a relajarse. Había algo diferente en este baile, algo más íntimo. Aegon la miraba con una intensidad que le hizo sentir un leve calor en las mejillas, pero no apartó la mirada.
— Lucenya — dijo en voz baja, inclinándose hacia ella. — Nunca pensé que podría sentirme así... después de todo lo que pasó. Pero tú... tú me haces querer ser mejor.
Las palabras de Aegon resonaron en su mente mientras el mundo a su alrededor parecía desvanecerse. Durante un breve instante, sintió que las paredes que había construido entre ellos comenzaban a derrumbarse.
Cuando la música terminó, Aegon no soltó su mano. Permanecieron cerca, sus rostros a solo unos centímetros de distancia.
— Gracias por darme la oportunidad de mostrarte quién soy realmente — murmuró Aegon.
Lucenya lo miró, sin saber exactamente qué decir. Durante mucho tiempo había luchado contra sus sentimientos, tratando de mantener su distancia emocional, pero esa noche algo cambió. La sinceridad en los ojos de Aegon era innegable, y por primera vez, sintió que podía confiar en él completamente.
Antes de que pudiera pensar demasiado en lo que hacía, Lucenya se inclinó hacia él, cerrando la distancia entre ambos. Sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de emociones contenidas y promesas no dichas.
El salón pareció contener el aliento mientras algunos invitados los observaban con sorpresa, pero en ese momento, para ellos, nada más importaba.
Cuando el beso terminó, Aegon la miró con una mezcla de alegría y asombro.
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Crowns Of Fire
Ciencia FicciónUna historia de dolor, redención y el futuro de la Casa Targaryen. En medio de la guerra y la traición, Lucenya debe encontrar la paz para su corazón dividido, mientras el destino de su familia y su legado penden de un hilo.