Forgive Us

CAPÍTULO QUINCE

Anastasia

—Definitivamente te ves como una princesa —dice Eric, dándome un vistazo de pies a cabeza—. Prepárate, porque esta noche vas a besar a unos cuantos chicos... y yo también.

Me echo a reír ante su comentario.
Hoy es la fiesta de recaudación de fondos.

Ayer por la tarde, Eric y yo salimos a buscar algo para ponernos. Cuando entramos a una tienda, vi el traje perfecto para él: de un precioso verde esmeralda.

Por más que se negó, terminé por regalárselo. Va guapísimo.

Por otro lado, él eligió mi vestido: uno rosa que llega hasta la mitad de mis muslos. Es suelto en la parte de abajo, pero ajustado en la parte superior. Además, me maquillé un poco.

—Tú también te ves muy guapo —le digo, dándole un golpecito en el hombro—. ¿Nos vamos?

Asiente emocionado.
Tomo las llaves del apartamento y ambos caminamos hacia la salida.

—

—¡Justo allí! —exclama Eric entusiasmado, señalando a alguien a unos metros de mí.

Bastian.
Viste un traje azul rey, el cabello rubio ligeramente desordenado y la camisa arremangada. Además, sostiene un antifaz blanco con detalles dorados en una de sus manos. La mayoría de los asistentes ya llevan uno puesto.

Mi estómago cosquillea con solo verlo.

Niego con la cabeza.

—No voy a ir con él. Ni siquiera me ha mirado desde que llegué y, ¿recuerdas que me rechazó?

—Eso es porque no te ha visto con ese vestido. Anastasia, cualquier chico con media neurona en funcionamiento moriría por ti al verte así —dice, alzando la voz por encima de la música.

Hay muchísima gente y la música también está muy alta.

—¿Eso es un cumplido?

—Algo así. Y, como consejo, si no te hace caso, búscate a otro. Hay muchos chicos lindos aquí.

Una chica nos ofrece algo de beber, probablemente con alcohol, así que niego con la cabeza. Eric sí acepta y se toma trago tras trago.

—Prefiero quedarme a bailar contigo —le digo a mi amigo.

—Aprovecha la oportunidad, Anastasia. No creo que no le gustes. Hazme caso.

Suspiro con fuerza, ansiosa.
Decido concentrarme en disfrutar la música. Empiezo a bailar entre la multitud, y poco a poco mi cuerpo se relaja y la tensión me abandona.

No puedo evitar mirar a Bastian. Me doy cuenta de que ni siquiera me nota. Habla con una de las profesoras de la academia, y una que otra chica se le acerca a conversar de vez en cuando. Su semblante desprende desinterés, pero en ningún momento me mira.

Busco a Eric con la mirada luego de un rato y lo encuentro cerca de los baños, besándose con otro chico. Parece bastante a gusto, a mi parecer.

Vamos, Anastasia.

Es una fiesta. Debería relajarme y bailar con alguien. Para eso es esto, ni siquiera debería prestarle atención al amargado. De todos modos, ya dejó claro que no significo nada para él.

—Hola, bonita, ¿buscas a alguien? —una voz detrás de mí me hace voltear.

Un chico castaño, de ojos azules, me sonríe de esquina a esquina. Su aroma cítrico invade mi nariz y, de pronto, me siento diminuta.