Es tu culpa.

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No recordaba la última vez que una resaca la golpeara tan duro a la mañana siguiente. Ni siquiera recordaba la última vez que había bebido; no tenía tiempo para eso, ya que su trabajo y sus estudios apenas le dejaban pequeños espacios para descansar. Pero la noche anterior había decidido, con algo de culpa, que saldría a divertirse, y así lo hizo. Ahora, solo le quedaba enfrentar las consecuencias de la noche que había tenido, una noche llena de alcohol, bailes y uno que otro beso con una persona que apenas y podía distinguir su rostro de lo borracha que estaba.

Pequeños destellos de la fiesta aparecieron sin su permiso, y se sintió muy avergonzada. ¿Realmente le había propuesto matrimonio a una desconocida?

—¡Por Buda! No vuelvo a tomar nunca más —gruñó, sosteniendo su cabeza y soltando un suspiro cansado. Acarició su rostro con ambas manos y las dejó descansar en sus mejillas infladas. Por el rabillo del ojo distinguió lo que parecía ser un círculo de plástico en el dedo anular de su mano izquierda. Lo tomó con curiosidad, lo sacó y, tratando de entender qué era, rápidamente dio con la respuesta. Ese círculo de plástico que simulaba un anillo era el sello de una botella plástica. El recuerdo que la golpeó en ese momento hizo que se le erizara la piel.

"Con este anillo me aseguro de que nadie más aquí podrá tenerte. En el futuro me encargaré de ponerte un lindo anillo de oro blanco en ese dedo, pero ahora eres mía, y espero que puedas aceptarme como tuya a partir de ahora."

¡No podía ser cierto! Se levantó rápidamente de la cama, tropezando torpemente con las sábanas que se enredaban en sus piernas, y corrió al baño, suplicando que nada en ella hubiese cambiado y que su cuerpo solo lo hubiera tomado como un juego.

—Por favor, no, no, no... no puede... ser... —Su reflejo en el espejo la saludó con lo que más temía. Su cabello había decidido dejar de ser liso. Ahora, pequeñas ondas acariciaban los costados de su rostro, dándole un aspecto más ligero y tranquilo—. ¡Nooooooo!

El grito resonó en el baño, haciendo que una de sus amigas, tirada en la sala de estar, se levantara rápidamente y corriera hacia ella.

—¡Saro! ¿Estás bien? —preguntó la castaña de cabello corto, apoyándose agitada en el marco de la puerta mientras trataba de recuperar el aliento.

—¡¿Acaso me veo bien, Noey?! —respondió con un grito ahogado, agarrándose el cabello con desesperación. La chica de cabello corto la observó por unos segundos y ladeó la cabeza, sin entender nada.

—Saro, ¿podrías explicarme qué pasa? ¿Por qué estás tan alterada? —Noey la miró con expresión preocupada mientras entraba al baño para acercarse a su amiga.

—No, no, no, no, no... —La castaña de cabello largo comenzó a caminar ansiosa por el baño, murmurando preocupada.

—Chankimha, detente... ¿Qué pasa? —preguntó nuevamente Noey, tomándola por los hombros. Saro posó sus ojos preocupados en su amiga y, mientras soltaba su cabello, respondió:

—Mi cabello se ha ondulado... —dijo con tono triste.

Noey la soltó lentamente y miró su cabeza, dándose cuenta de que efectivamente se habían formado unas ondas bastante adorables. La chica del cabello corto se mordió el labio y luego soltó una carcajada.

—¿Te parece chistoso, imbécil? —protestó Saro, dándole un golpe en el brazo a su amiga.

—¡JAJAJA! Es que jamás imaginé que algo como esto te sacara de tu zona zen... ¡JAJAJAJA! Además, el look te queda —dijo, risueña.

Es tu culpa (FreenBecky)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora