Qualia - Fase 1

Capítulo 30: En el Hotel

─Hey, Larissa.

─...

─Despierta brujita.

─...

─¡Ya despierta pinche bruja que me espantas la clientela!

Abrumada por esa voz potente, Larissa se sobresaltó y tardó en entender en dónde se encontraba.

Sentada en un banco de patas altas, frente a ella se erguía un local donde había un hombre preparando algo que parecía oler bien. Los brazos de la bruja reposaban sobre una barra metálica donde estaba un plato vacío esperando a ser llenado.

También se percató que su vestimenta había cambiado, ahora usaba una sudadera color amarillo con la carita sonriente de cierto personaje esponjoso en ella, un pantalón de mezclilla muy cómodo de color azul y una playera blanca.

Cuando dio un vistazo a su alrededor, comprendió que por fin estaba donde quería llegar desde un inicio.

─No mames ─murmuró la bruja─. Estoy en....

─Tan preciosa y hablas como albañil ─se oyó una voz tras el cristal de aquel local.

─Esa voz... no puede ser.

Cuando aquel hombre que atendía ese negocio se asomó, Larissa casi se va de espaldas.

─¡Kevin!

─¿Sorprendida? ─anunció el tío de Brayan─. Más sorprendido quedé yo cuando me enteré que sí eras una brujita de anime, ¿Quién lo diría? Y todos creían que eras de Islandia.

─Pero ¿cómo es que tú sabes...? ¿Dónde estamos?

─En mi puesto de tortas ─respondió─. ¿No quieres una?

─No... es decir, sí, pero... ─un sentimiento de culpa invadió el corazón de la bruja.

─¡Kevin, lo siento mucho! ─se disculpó Larissa al borde de las lágrimas─. ¡Por mi culpa te mataron!

─¿Y eso importa ahora? ─respondió─. Yo estoy bien, ¿lo ves? A todos les gustan mis tortas aquí. Preocúpate más por ti, por Brayan y por todos los demás que siguen allá aún.

─Brayan, es cierto.

─Larissa, hazme un favor y cuida bien a mi muchacho ─dijo Kevin─. Ahora que está contigo en tu mundo, está muy confundido y siente miedo. Necesitas ayudarlo, recuerda que como está en un mundo diferente se siente solo.

─Brayan estaba feliz cuando me vio por primera vez después de cuatro años ─se dijo Larissa─. Y yo... yo le grité y lo insulté.

─No es tu culpa, no te acordabas de nada.

─Está bien ─Larissa se incorporó─. Prometo que lo cuidaré y también haré que se convierta en el héroe que está destinado a ser.

─Y también ─sonrió Kevin─. Otro favorcito. Lleva ya varios meses en abstinencia desde que llegó contigo.

─¿Qué?

─Así que, si se te presenta la oportunidad, también deberías de dejar que libere estrés contigo.

─¿A qué te refieres con...? Oh, no, no. Eso no. Ni muerto se te quitara lo pervertido ¿verdad cabrón?

─Sólo bromeo ─sonrió Kevin─. Nos veremos después Larissa.

****

La dríada y yo habíamos recorrido no sé cuantos kilómetros de este festival que parecía interminable. Finalmente, por sugerencia mía, decidimos sentarnos a descansar en un escenario al aire libre donde se estaba representando una obra de teatro. Ni le puse atención.