Capítulo 4

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Se que dije que publicaría el Domingo pasado, pero no había tenido tiempo. Esta semana di el examen de admisión para comenzar con mi segunda carrera, por lo que ahora me encuentro un poco más tranquila a la espera de la aceptación (Si así Dios lo quiere).
En fin, sin nada más que decir, que disfruten su lectura.


Era la primera vez que Minato caminaba junto a alguien luego de haberse casado con Fugaku. En su primera salida, el hombre ni siquiera lo había acompañado y se había visto obligado a pedir indicaciones para llegar a las tiendas dentro del clan.

Había sido demasiado incómodo en aquel momento, sintiendo las miradas de los Uchiha sobre su persona y siendo ignorado múltiples veces cuando pedía indicaciones.
Había tardado demasiado y había llegado a las tiendas al seguir caminando, intentando recordar las calles de aquel gigantesco lugar donde ingresaba para poder volver a su nuevo hogar sin problemas.

Y con el paso del tiempo, la oportunidad de poder salir con su hijo a otro lado que no sean los jardines de la casa, solo habían quedado atrás, porque Minato sabía que su esposo no se lo permitiría. Según el mayor, era demasiado estúpido como para poder cuidar de su hijo en la calle.

Hacía demasiado tiempo que no salía fuera de los límites del clan Uchiha. Demasiado tiempo que no veía a sus amigos o a su propia familia.

Tampoco quería verlos. Después de todo, habían sido sus propios padres quienes lo ofrecieron como el maldito sacrificio para ser un Jinchuriki.

Sin embargo, esperaba poder ver a Shikaku, aquel hombre joven que había sido su compañero y mejor amigo en la academia.
Minato recuerda cuando fue la última vez que lo vio. Habían pasado años luego de la última visita de Nara, porque Fugaku había decidido que sus visitas solo durarían el primer mes en el que Namikaze se encontrara en el clan con la simple y estúpida excusa de que corría riesgos. 

Fugaku lo había limitado demasiado, tanto a él como a las personas que querían verlo una vez más. Había limitado sus salidas, obligándolo a aceptar el salir solo para sus compras dentro del clan y volver a su hogar. Había limitado su vida por completo al punto de ser sofocante.

En este día, caminar con su brazo envolviendo el del hijo mayor de su esposo, se sentía refrescante.

Sabía lo que le esperaría al volver, pero esperaba poder olvidarse de esa situación durante el tiempo en que durara su salida.

La emoción en el rostro de Sasuke luego de haberlo dejado en la academia, le sacaba sonrisas esporádicas cada vez que lo recordaba.

Había sido corto el camino desde la academia hasta la torre y a pesar de no poder ingresar al saber que el reporte que Itachi debía entregar era privado, aún si se trataba de la misión en la que lo protegió, se contentó quedándose en la entrada con las banderillas de dangos que el joven le había obsequiado.

—¿Minato?—El rubio elevó su mirada, sonriendo con sus labios sellados al mantener el dulce en su boca. Sus mejillas se hinchaban de forma graciosa con cada mordisco que daba.— Por Kami, estuve esperando verte de nuevo por tanto tiempo.

Con el cuerpo rígido por el abrazo que el hombre le daba, esperó pacientemente a que se alejara. No quería que alguien lo vea y le llevara el parte a Fugaku al corresponderle el gesto cariñoso.

—¿Cómo has estado, Shikaku?—Preguntó con amabilidad.— Es bueno verte de nuevo. ¿Cómo se encuentra Yoshino?

El hombre sonrió con cansancio, provocándole una sonrisa divertida al doncel.

—Sigue igual de temperamental que siempre, hay que tener cuidado con esa mujer.—Se burló.— Pero está muy bien, muy contenta de escuchar las historias que le cuenta Shikamaru sobre la academia.

Ángel (ItaMina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora