Capítulo 31: La Larissa que yo amé

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─Entonces ─soltó una molesta Karelia─. ¿Todas esas cosas bonitas que me decías, también se las dices a tus compañeras? Y seguramente a otras chicas que vas conociendo en tu viaje.

─No, no es verdad ─de repente a Lucius se le bajó la borrachera por todo aquello─. Déjame explicarte, es que yo...

─¡Piérdete! ─exclamó Karelia─. Confiaba un poco más en ti porque no eras maji, pero ahora veo por qué te juntas con ellos.

Dicho y hecho, Karelia salto la barda que delimitaba el hotel con el exterior y se alejó perdiéndose en el bosque. Sin tiempo que perder, Lucius fue tras ella.

Avanzaron por unos minutos en lo que Lucius la llamaba y Karelia simplemente no respondía.

─¡Perdóname Karelia! ─gritó Lucius─. Todo lo que te dije que me hiciste sentir es real, nunca te mentí con eso. Lo que sucede es que cuando yo tomo, me comporto de un modo en el que soy diferente, y no soy consciente de eso.

─Y si sabias eso ¿por qué empezaste a tomar? ─reclamó la bandida─. De hecho, que te comportes así cuando estás tomado me indica que tú en realidad eres así. Esas bebidas sacan a relucir la verdadera personalidad de la gente, por eso es que las odio.

─Y también sacan a relucir mis más profundos sentimientos por ti ─respondió Lucius─. No me permitiste decírtelo, pero, aunque estaba coqueteando con Koyara, eso solo era un mero juego. Lo que yo siento por ti no es un juego, ni estando ebrio ni sobrio.

─¡Mentiroso! ─le dijo Karelia─. ¡No te quiero volver a ver jamás!

─¡Espera Karelia, no te vayas por ahí! ─replicó Lucius─. Estamos lejos de la ciudad, la tregua de los Savants ya no es válida aquí.

─Me importa una mierda.

─A nosotros igual ─se oyó una voz tras de ellos.

─¿Quién dijo eso?

─Sabía que, aunque no podía hacer nada por la tregua del festival ─escucharon─. Tampoco debía dejar pasar la oportunidad de atrapar al Niño Perdido que nos encomendó el Generalísimo.

─¿Qué?

Aparecieron entonces algunos Savants y también un hombre de bata aún más ostentosa que el resto de los demás. A leguas se notaba que su posición era mucho mayor.

─Tú eres... ─murmuró Karelia.

─Me conoces supongo ─mencionó aquel anciano─. Después de todo, es posible que tu superior te haya hablado de mí. Y yo, por supuesto, sé quiénes son ustedes porque han estado destruyendo bases Savant por todas partes. He cazado dos pájaros de un tiro.

─¿Sabes quién es?

─Es Mufrid ─respondió Karelia─. Es uno de los Cinco del Alto Concilio.

─¿Que? ¿Qué hace aquí?

─Vengo por ustedes dos ─respondió─. Me llevarán a donde se encuentra el Niño Perdido.

─¡Eso jamás!.

─Pensé que podrían ser más cooperativos ─dijo─. De todos modos, sabemos dónde se encuentra ya. Y a diferencia de los otros Savants que se pudieron haber encontrado en su camino, yo tengo a mi disposición más recursos y poder, así que no les será tan fácil vencerme.

El viejo sonrió, la tierra empezó a moverse y se oyó un gran estruendo.

Apareció ante ellos una gran máquina que lo destruía todo a su paso.

─Les presento mi tanque de guerra, una de las últimas innovaciones Savants, ¿les gustaría conocerlo por dentro?

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Qualia - Fase 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora