El dia que enamore a mi idolo

Camino compartido

NARRA SARA

Los días después de la celebración del compromiso fueron una mezcla de emoción y planeación. Danielle se ofreció a ayudar con cada detalle de la boda, y Kevin, siempre el bromista, no paraba de sugerir ideas extravagantes para la ceremonia.

Esa tarde, Joe y yo decidimos tomarnos un descanso de las conversaciones sobre flores y listas de invitados. Salimos a caminar por el parque que solíamos visitar cuando recién empezamos a salir. Era uno de mis lugares favoritos, no solo por su belleza, sino porque allí fue donde sentí por primera vez que mi corazón comenzaba a sanar.

—¿Sabes? —dijo Joe, rompiendo el silencio mientras pasábamos junto al estanque—. Todavía no puedo creer que esto sea real.

—¿A qué te refieres? —pregunté, sonriendo.

—A nosotros. A todo esto. Hay momentos en los que me detengo y pienso: "¿Cómo tuve tanta suerte?".

Lo miré y, como siempre, su sinceridad me conmovió.

—No es suerte, Joe. Es porque eres alguien que merece ser amado así.

Nos detuvimos en el muelle y nos sentamos juntos, dejando que el viento fresco de la tarde nos envolviera.

—Quiero que sepas algo, Sara —dijo, con un tono más serio esta vez—. No importa lo que pase, siempre voy a estar a tu lado. No solo porque te amo, sino porque tú me haces mejor.

Le tomé la mano y asentí, sintiendo que no había palabras suficientes para expresar lo que su amor significaba para mí.

NARRA NICK

Esa misma tarde, estaba en el estudio de grabación trabajando en una nueva canción. Desde la fiesta del compromiso, algo dentro de mí había cambiado. Ya no estaba atrapado en la culpa o en el "¿qué hubiera pasado si...?". Finalmente podía concentrarme en el presente.

Mientras tocaba los primeros acordes, Priyanka entró al estudio con dos tazas de café.

—¿Es una nueva canción? —preguntó, dejándolas sobre la mesa.

—Sí, todavía estoy trabajando en la letra, pero creo que tiene potencial.

Ella se sentó a mi lado, escuchando con atención mientras tocaba.

—¿Sabes? —dijo, después de unos minutos—. Esta canción suena... esperanzadora.

La miré y asentí.

—Porque así me siento ahora.

Priyanka sonrió y tomó mi mano.

—Eso me alegra, Nick. Realmente lo hace.

NARRA JOE

Esa noche, Sara y yo decidimos cenar en casa. Mientras cocinábamos juntos, ella recibió un mensaje de Priyanka. Podía ver la sorpresa en su rostro mientras lo leía.

—¿Qué dice? —pregunté, curioso.

—Me agradece por lo que le dije en la fiesta. Dice que está trabajando en ser mejor... y que quiere mantener una buena relación conmigo.

Sonreí, sabiendo cuánto significaba eso para ella.

—Eso es un gran paso, Sara. Para ambas.

Ella asintió, guardando el teléfono y volviendo a revolver la salsa en la sartén.

—Sí, lo es. Y, de alguna manera, me hace sentir que todo esto tenía un propósito.

La miré, admirando su fortaleza y su capacidad para ver luz incluso en los momentos más oscuros.

—Eres increíble, ¿lo sabías?

Ella se giró para mirarme, arqueando una ceja.

—¿Solo increíble?

Me acerqué y la tomé de la cintura, tirándola suavemente hacia mí.

—Está bien, eres asombrosa, maravillosa y absolutamente perfecta.

Se rió y se puso de puntillas para besarme.

—Eso está mejor.

NARRA SARA

Mientras cenábamos juntos, sentí una tranquilidad que nunca había conocido antes. Había algo hermoso en la simplicidad de compartir una comida, de planear un futuro juntos, de saber que ambos estábamos exactamente donde queríamos estar.

—Joe —dije, después de un rato—, quiero que nuestra boda sea un reflejo de todo esto. De nosotros.

—¿A qué te refieres? —preguntó, curioso.

—A que no quiero complicaciones. No quiero nada que no nos haga felices. Solo quiero que sea un día lleno de amor, con las personas que realmente nos importan.

Él asintió, sonriendo.

—Me parece perfecto. Aunque...

—¿Aunque qué?

—Kevin va a estar decepcionado de que no aceptemos su idea del desfile de elefantes.

Solté una carcajada, imaginándome a Kevin tratando de convencerme de algo tan loco.

—Bueno, siempre puede intentarlo.

Joe tomó mi mano sobre la mesa, entrelazando sus dedos con los míos.

—Cualquier cosa que quieras, Sara. Porque al final del día, lo único que importa es que seas mi esposa.

Sentí que mi corazón se llenaba de amor y gratitud por el hombre que tenía frente a mí.

—Y tú, mi esposo.

En ese momento, supe que, aunque nuestro camino había estado lleno de desafíos, cada paso nos había llevado justo donde debíamos estar: juntos.