Anastasia
—¡Ahí no, hombre, más a la izquierda!
Hace unos cinco minutos que intenté reconciliar el sueño. La cabeza me da vueltas, ensordecida por el cansancio. La presentación es en cuatro horas, así que tengo tiempo de llegar, prepararme y presentar. Bastian dijo que, después de que llegara a Rochford, viajaríamos al lugar de la presentación.
Sin embargo, una voz que reconozco a la perfección me ha sacado de mi descanso: la voz de papá.
¿Qué hace aquí? Y, sobre todo, ¿a quién le está dando órdenes desde hace rato?
Dejo escapar un gruñido y me deslizo sobre la cama para poder sentarme. La luz ilumina débilmente mi habitación. Hace muchísimo frío; además, estamos entrando en temporada navideña y el clima es un desastre, me parece.
Busco mis pantuflas sobre la alfombra de peluche y me dirijo al piso de abajo.
Un bostezo cargado de cansancio sale de mi boca antes de abrir la puerta. Me froto los ojos y, en efecto, es quien pensaba.
—¿Papá?
Sus ojos se dirigen a mí de inmediato, su mirada se suaviza y se acerca con los brazos abiertos para recibirme. Le acepto el abrazo y, santo cielo, hace mucho que no podía abrazarlo, y me estoy dando cuenta de lo mucho que lo echaba de menos.
—Cariño —me besa la cabeza y luego acuna mi rostro en sus grandes manos—. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?
Vislumbro a un hombre a sus espaldas. Está sobre unas escaleras y... no. No puede ser. ¿Está haciendo lo que creo que hace? Sí, definitivamente.
—¿Por qué pone cámaras en mi apartamento?
Papá suspira y su voz se torna aún más suave.
—Hay algo que debo contarte. Vamos.
Entra a la casa y le ofrezco el sofá. Nos sentamos uno frente al otro, y por unos segundos, parece dudar de lo que está a punto de decir.
—Necesito que estés segura. Es... sobre Michael.
Mi corazón se detiene en seco. El sudor se asoma por mis palmas y mi cuello.
—Escapó de la cárcel hace unos días —prosigue—. No sé cómo, y te prometo que estoy trabajando en eso, pero aún no hay rastros de él. Es como si la tierra se lo hubiera tragado.
—¿Por qué me lo dices hasta ahora? —mi voz se tambalea.
La sola idea de pensar que Michael podría estar cerca hace que el miedo se plasme en mi pecho con fuerza.
—Era lo más seguro —toma mis manos entre las suyas y acaricia mi piel con cuidado—. Prometo que no estaré vigilándote siempre, sabes que respeto tu privacidad, pero necesito que te cuides. Puse un rastreador en tu celular y lamento si te molesta, pero no puedo permitir que ese imbécil te haga algo mientras ande suelto por las calles. Vendré a visitarte de vez en cuando, y solo necesito que me avises si algo pasa, ¿de acuerdo?
Asiento sin dudarlo y me vuelvo a hundir en su pecho. Él me recibe en un fuerte abrazo.
—¿Cómo has estado? ¿Va todo bien en Rochford?
Me separo un poco y contesto con una amplia sonrisa.
—Va genial. He hecho un amigo.
—¿Sí? Cuéntame de él.
—Bueno, se llama Eric y practica boxeo. Me lleva a la academia cada mañana y ahora le enseño ballet a su hermana pequeña.
Él sonríe y los ojos se le iluminan.
ESTÁS LEYENDO
Forgive Us
RomanceAnastasia Romanov ha entregado su vida al ballet, sin distracciones ni romances. Al mudarse a la prestigiosa academia Rochford, su ambición por alcanzar la cima se intensifica. Sin embargo, su camino se entrelaza con el de Bastian Fox, un profesor t...