Si te pierdo... no me lo perdonaría

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Habíamos comenzado un libro de conversaciones hacia 3 meses todos los días, aunque fuesen sólo cáritas, hablábamos.

Lo conocí en mi taller de escritura. No era el sujeto más guapo del grupo, pero tenía ese algo que sobresalía del resto.

Todo comenzó cuando prepararon una fiesta los del taller, y los miembros-y los colados-asistimos. El ambiente estaba bien, la plática interesante, pero yo quería otro trago y nadie quiso hacerme el favor, así que me levanté y fui por el.
Mientras estaba ahí, decidí tomarme un fondo y rellene mi vaso para no regresar en un buen rato.

-¿Crees que no te hará efecto?-dijo este chico-.
-En realidad no lo vi de esa forma, sólo trataba de evitar la fatiga al no tener que levantarme por otro trago.
-Buena excusa.

Regresé con mis amigos y a ese chico le perdí el rastro.

Una hora más tarde, varios de mis amigos se habían marchado y sino encontraba a alguien, tendría que irme yo también.
Se pusieron a bailar otro porciento más de los invitados y el resto de mis amigos y tuve que quedarme en la soledad de los sillones. Luego llegó él, con un vaso en la mano y la camisa fuera del pantalón.

-¿Te has mareado?-dijo-.
-No es así, sólo no me gusta bailar.
-Me alegra escuchar eso, estaba desempolvando los pasos de baile en mi cabeza, para invitarte.
-Entonces bien por nosotros, un peso menos de nuestros hombros.
-Cambié de opinión, levántate.
-Acabo de decir que no me gusta bailar.
-Estaré insistiendo hasta que digas que sí, no importa si acaba la música, bailarás conmigo.
-Hum. De acuerdo.

Después de la escena cómica sobre mis movimientos, siguió otra y otra hasta que mis piernas se cansaron. Me disculpé y salí a respirar aire fresco y estirar las piernas en el pasto. Detrás de mi emergió él y se sentó a mi lado.

-Gracias por tomar la iniciativa. Me estaba asfixiando ahí dentro.
-Claro, por nada.
-Y ¿eres de primero?
-Segundo en realidad, aunque sí es la primera vez que tomó un taller en la escuela.
-Eso lo explica todo.

Quiso hacer más larga la plática, pero le corté porque debía regresar. Me dio su número escrito en un pedazo de cajetilla y me dijo que le llamara si quería salir.

A los 3 días en los que no le marqué me envió un mensaje en Facebook preguntándome si no me había suicidado; le contesté que era un tonto y así inició la conversación durante tres maravillosos meses.

Si Te PierdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora