La heladería estaba llena de vida. El aroma dulce de los helados, las conversaciones animadas y el tintineo de las cucharas contra los vasos llenaban el espacio con una calidez especial. Aunque no los conocía mucho, estar con Ryan y Drake me hacía sentir extrañamente cómodo.
Ryan fue el primero en lanzarse al mostrador, pegando la cara al vidrio mientras examinaba los sabores como si estuviera ante una obra de arte.
—¡Uf! Esto es complicado. Chocolate con caramelo salado, coco con chispas, o...¿eso es mango con leche condensada?
—Taylor, elige algo. No queremos pasar toda la tarde aquí —dijo Drake, cruzándose de brazos con una sonrisa.
—¿Por qué eres tan aburrido, Collins? Esto no es solo un helado, es una experiencia.
Drake negó con la cabeza y pidió su helado: chocolate oscuro con menta, con la confianza de quien sabe exactamente lo que quiere.
—¿Siempre pides lo mismo? —pregunté, curioso.
—Si algo funciona, no hay por qué cambiarlo —respondió encogiéndose de hombros.
Finalmente, Ryan eligió una combinación equilibrada de sabores, mientras yo opté por un sencillo helado de vainilla. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, y apenas dimos el primer bocado, Ryan ya estaba hablando.
—¿Sabes, Connor? —dijo, señalándome con la cuchara—. Drake actúa como si fuera el más serio del equipo, pero en realidad...
—No empieces, Taylor —interrumpió Drake, mirándolo con advertencia.
—...es un caos cuando se trata de cosas normales. ¿Te he contado cómo casi incendió un microondas?
No pude evitar reírme mientras miraba a Drake, que suspiraba con resignación.
—Era una bolsa de palomitas. ¡PALOMITAS! ¿Quién quema eso?
—Eso fue hace años. ¿Cuándo planeas superarlo? —respondió Drake, llevándose una mano a la cara.
—Nunca jajaja
Ryan siguió contando anécdotas mientras yo intentaba no reírme demasiado fuerte. Era evidente que disfrutaba exagerar para hacer reír a los demás, y Drake parecía acostumbrado a sus bromas.
Cuando Drake terminó su helado, miró su vaso vacío con una mezcla de resignación y deseo.
—Voy por otro. ¿Quieren algo más?
—¿Otro? —preguntó Ryan, alzando una ceja como si hubiera descubierto un crimen—¡Collins, estás obsesionado!
—Déjame disfrutar de las cosas buenas de la vida, Taylor. No es un delito.
Se levantó y caminó hacia el mostrador, dejando a Ryan y a mí solos en la mesa.
Ryan aprovechó el momento para girarse hacia mí con una sonrisa.
—Bueno, Connor, ¿qué tal tu primer día en Polaris?
—Ha sido bueno. Todavía me estoy adaptando, pero me gusta el ambiente.
—¿Y las clases?
—Bueno...en química general, me tocó sentarme junto a Drake...y a mitad de la lección se había quedado dormido...
Ryan soltó una carcajada tan fuerte que varias personas en la heladería voltearon a mirarlo.
—¡Eso es tan típico de él!
—Parecía agotado —añadí, recordando la imagen de Drake totalmente desconectado en su asiento.
—Es que ha tenido una semana bastante dura. Tuvimos que entregar un proyecto, y ambos trabajamos hasta tarde para terminarlo.
Ryan se recargó en el respaldo de la silla, mirando hacia el techo como si recordara la experiencia.
—Drake es muy exigente consigo mismo. Literalmente revisaba cada detalle como si el proyecto decidiera nuestro destino. Tuvimos que rehacer una parte porque pensó que no estaba lo suficientemente bien, aunque el profesor nunca habría notado la diferencia.
—Parece muy perfeccionista —comenté, riendo suavemente.
—Lo es —respondió Ryan, sonriendo—. Pero eso también lo hace un gran compañero de equipo. Siempre da lo mejor de sí, incluso cuando no es necesario.
Ryan tomó otro bocado de su helado y se inclinó hacia mí con una mirada traviesa.
—Ah, y ¿te he dicho cómo es cuando está cansado?
—¿Qué pasa?
Ryan bajó la voz, como si estuviera a punto de compartir un gran secreto.
—Cuando está agotado, empieza a hablar en sueños. Una vez murmuró algo como: "¡Atrapa esa pelota!", mientras dormía en el sofá.
No pude evitar reírme.
—¿En serio?
—Te lo juro. Y no solo eso. Una vez, mientras estábamos estudiando, se quedó dormido con un lápiz en la mano y escribió garabatos en su cuaderno mientras soñaba.
Las carcajadas fueron inevitables. Ryan seguía inventando detalles ridículos, claramente disfrutando de mi reacción.
—¿Eso es cierto? —pregunté entre risas, mirando su expresión.
—Bueno, lo del lápiz me lo inventé, pero ¿a que suena creíble?
No pude dejar de reír. Ryan era un maestro en exagerar las cosas, y su energía era contagiosa.
—¿De qué se ríen? —preguntó Drake, apareciendo de repente detrás de Ryan con su segundo helado en mano.
Ryan se congeló por un instante, girándose lentamente para enfrentarlo.
—Collins...amigo...estaba fortaleciendo los lazos del equipo.
Drake lo miró con una ceja levantada, claramente dudando.
—Espero que hayas disfrutado, Taylor, porque acabas de cavar tu propia tumba.
Ryan intentó justificarse, pero en su torpeza dejó caer su helado...directamente en mi rostro.
El frío me golpeó de inmediato, y el silencio duró apenas un segundo antes de que Ryan comenzara a disculparse.
—¡Fue un accidente! ¡Lo juro!
Me limpié como pude, pero en lugar de enojarme, tomé lo que quedaba del helado en la mesa y se lo lancé a Drake.
—¿Qué hice yo? —preguntó Drake, mirando su camisa manchada.
—Estabas ahí —respondí, riendo.
—¡Eso no es justo!
Drake tomó lo que quedaba de su helado y se lo lanzó a Ryan, quien intentó esquivarlo, pero terminó chocando con la mesa.
Lo que empezó como un accidente terminó en una guerra de helados improvisada. Las risas llenaron la heladería mientras los tres nos lanzábamos lo que quedaba, sin importar las miradas curiosas de los demás.
Cuando finalmente salimos, todavía limpiándonos los restos de helado, Ryan sugirió caminar hacia el parque.
—Eso suena bien —dijo Drake, suspirando mientras intentaba quitarse restos de helado del cabello.
Yo simplemente sonreí...hacía tiempo que no sentía esa felicidad.
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Promesas en Ruinas
Teen FictionUn impulso prohibido, una promesa rota y un amor que nunca debió ser. Dos chicos atrapados en un torbellino de emociones deberán enfrentarse al deseo, la culpa y las consecuencias de sus decisiones... En las ruinas de lo que fueron, ¿podrán perdonar...