Capitulo.1
-Kate , él es Justin- señaló su madre.
Y francamente, no dejaba de mirar al niño acostado en su cama. Se veía bastante delicado, bastante pálido, pero eso no opacaba su amigable sonrisa que le dedicaba especialmente para ella.
-Quédate con él-le indicó feliz-Yo iré a platicar con Megan al jardín. Y espero que cuando regrese, ya sean amigos.
Así se marchó, dejándo la sola con el pequeño enfermo. Sus padres habían charlado con ella previamente a su visita y esperaba que no la obligaran a estar con él demasiado tiempo, no quería que le pegara esa rara enfermedad.
-¿Y tú eres... mi nueva amiga?-preguntó con inocencia.
-No, no soy tu amiga. Sólo vengo de visita-contrastó de inmediato,por lo que miró de reojo como Justin trataba de acomodarse en su cama.
-De todos modos, gracias por estar aquí.
Sabía de antemano que ser cruel le generaba la antipatía de muchos niños,y también les provocaba temor a las niñas, pero extrañamente Justin era indiferente a ese carácter frívolo y desdeñoso.
-¿Y por qué estás en cama?-se atrevió a preguntarle-¿Por qué no sales a jugar como tu hermano?
-Chaz no está enfermo, Kate -respondió tranquilo-Y estoy en cama porque pronto voy a morirme.
-¿Y mientras te mueres, no prefieres salir a jugar un momento?
-Sí, sí quiero.-admitió con una sonrisa triste, antes de que latos comenzara de nuevo-Perdón, no quiero asustarte, será mejor que vayas con Chaz.
-No...-negó con extrañeza mientras tomaba un libro del estante y se sentaba a su lado-Aquí estoy bien.
Sonrió. Jamás alguien se había quedado más de diez minutos platicando con él, ni siquiera su hermano y menos sus padres, que ya esperaban con impaciencia a que se muriera , o tal vez sólo malinterpretaba las palabras de sus progenitores en las discusiones de cada mañana.
Sin embargo, eso no lo deprimía y sabía que aun cuando viviera recluido en esa habitación, no se dejaría caer, y esperaría pacientemente a cerrar los ojos. No lloraría y sería feliz sus últimos días, que con el pasar del tiempo se convirtieron en años. Por eso se extrañó de ver que alguien abría la puerta y traía a una pequeña y hermosa niña.
-Y hay un lago-relató la pequeña rubia de ocho años-Quise tomar una foto, pero mi madre no quiso prestarme su cámara.
Cómo olvidar que a partir de esa visita, ella continuó frecuentando su casa y cada vez que lo hacía le llenaba de emoción todo lo que le contaba.Además que entre ellos había una especial conexión y eso podía notarlo cuando Justin celosamente trataba de robarle la atención de la rubia, que muy difícilmente conseguía para él, puesto que Kate se notaba entregada de lleno a su amistad.
-Quiero pasear contigo-declamó con firmeza-Sal conmigo.
Miró a su enfermera que estaba parada en la puerta como soldado de guerra y después contempló el gesto suplicante de ella.
-Bien, pero... más tarde, cuando ella no nos vea-sugirió el castañoy ella simplemente se recostó a su lado.