No se sabe mucho sobre su personalidad así que ha sido una inventada histórica, espero que os guste igual ksjksjkd :3
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Me desperté lentamente en el suelo húmedo. Había llovido la noche anterior y la hierba estaba mojada. Pestañeé un par de veces para acostumbrarme a la claridad del día, aunque era de madrugada y el sol estaba saliendo por el horizonte.
Noté ese escozor en mi mejilla, y el dolor de la pierna por su puesto había empeorado. Seguía sin poder moverla a causa de la caída y la herida, aunque los zarpazos de mi mejilla habían dejado de sangrar.
Me incorporé lo más que pude, y vi un árbol a pocos metros de mí. Me acerqué arrastrándome, ensuciándome lo que quedaba limpio de mi vestido, y con mis brazos me agarré al tronco, intentando incorporarme con la pierna que no había sufrido daños y alzándome hacia arriba con mis brazos.
Ya casi estaba de pie, pero, de repente, unas manos me tocaron el cuerpo y me asusté tanto que me aparté de golpe y apoyé la pierna mala en el suelo, cayendo a la hierba boca abajo de nuevo.
Me quejé a causa del dolor e intenté tocarme la parte afectada, pero algo me tapó el sol y me di la vuelta de inmediato, viendo a alguien muy alto, que llevaba una máscara de metal con orejas picudas.
Se agachó hacia mí y por un momento creí que iba a hacer algo malo, así que me cubrí con el brazo la cara y me comprimí lo más que pude. Por suerte, mis sentidos habían fallado y el hombre solo me cogió con delicadeza y me alzó como si pesara menos que una pluma, dejándome al lado del árbol, apoyada y de pie.
— Lo siento — dijo el chico detrás de la máscara. Su voz estaba distorsionada —. No pretendía asustarte. ¿Estás bien?
— Sí... — contesté después de unos segundos, algo confundida —. ¿Quién eres?
El hombre se quitó la máscara, dejando ver su rostro. Descubrí que sus orejas grandes no formaban parte de la máscara sino de él. En Piltóver era muy poco habitual ver más especies que no sea la humana, así que me sorprendí al verle. Intenté disimularlo para que no se sintiera mal. De todas formas me había ayudado.
— Me llamo Scar. ¿Estás bien?
— Sí, solo tengo... El tobillo roto — dije en un tono más bajo, intentando restarle importancia.
— Es grave, necesitas ayuda. Puedo ayud...
— ¡No! No, tranquilo, estoy bien —. Me aclaré la garganta.
— ¿Qué te ha pasado?
— Ayer asaltaron un zepelín. Estaba justo al lado y la explosión me dio, me caí desde allí arriba —. Señalé con mi cabeza una colina, que estaba a unos cuantos metros de nuestra posición.
