CAPÍTULO 35

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Diecisiete malditas horas permanecí en mi jet privado desde París a Seúl, pero ahora la pregunta es, ¿Dónde carajo está Jennie? Llamé unas cuantas veces a Paul para que vuelva a repetirme su dirección por décima vez

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Diecisiete malditas horas permanecí en mi jet privado desde París a Seúl, pero ahora la pregunta es, ¿Dónde carajo está Jennie? Llamé unas cuantas veces a Paul para que vuelva a repetirme su dirección por décima vez.

—Lisa, ya deja de molestarme—suspiró cansado—. Allá es de día, aquí es la madrugada—colgó.

El clima para nada ayudaba la situación. El cielo estaba de color gris oscuro anunciando que una tormenta se avecinaba.

Tomé un taxi y llegué al lugar que me mencionó anteriormente. Era un departamento con no más de cinco pisos, a simple vista un poco anticuado, pero no del todo mal. Por la falta de recepción, intenté entrar forcejeando la puerta principal, pero de nada sirvió, ya que una señora de unos setenta años bajó a insultarme.

—¡¿Qué crees que haces?!—me gritó bajando las escaleras de adentro—. ¡Vete! ¡shu, shu!

—Señora, por favor—apoyé mi cabeza sobre las rejas—. Hay una chica que necesita de mi ayuda adentro, ¡déjeme entrar!

—No entendí nada lo que acabas de decir con tu alemán, inglés o francés... ¡Go!—gritó haciéndome señas con sus manos—. O cómo sea que se diga, llamaré a la policía si no te vas de inmediato, ¡maldita rufián con traje!

A pesar de hablar poco y nada de Coreano, entendí su última frase.

Una idea vino hacia mi cabeza: la casa de su familia. Allí podría encontrar a Ella y pedirle su ayuda. Así que sin más, me dirigí allí dentro del vehículo, intentando descifrar la dirección.

Con quien sabe cuántas veces nos perdimos en el transcurso, logramos llegar a la pequeña casa de su madre. Al bajar, pasé la pequeña cerca que la rodeaba y logré notar como la puerta estaba levemente abierta.

Algo anda mal...

Me acerqué con pasos lentos allí por si algo se me aparecía de repente, pero no sucedió. Al entrar, todo el lugar estaba a oscuras, no había rastros de vida dentro de las habitaciones de la primera planta.

—¡¿Hay alguien en casa?!—grité con mis manos a cada extremo de mi boca para enfatizar el sonido—. ¡Ella!

Nadie respondió.

Salí del lugar y ví cómo una de las vecinas de al lado salía junto a su perro para aparentemente pasearlo. Me acerqué a ella y comencé a hablarle en una mezcla de inglés y el poco coreano que sabía.

—Disculpe las molestias, señora... He venido hasta aquí por sus vecinas y no están en su residencia, sabe de casualidad, ¿dónde están?—me acerqué a ella juntando las palmas de mis manos.

—No, lo siento, jovensita... Pero podría llamar a alguna de ellas, siempre contestan—amarró más fuerte a su perro al notar como se me tiraba encima.

—Mmm... ¿Podría pasarme el número de la más pequeña?—la mujer me miró sorprendida, ya que apartemente me veía con más edad de la que tenía—. ¡No es lo que cree! Necesito el número de Ella para una urgencia.

Tu Misterioso Amor - JENLISA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora