Troya

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Autora: Sandra M.P.

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[SMUT] [+18]

—Jisung, prepara mi coche, ¿quieres? —dijo el castaño, sin prestarle demasiada atención mientras marcaba un número de teléfono.

—Sí, señor. —salió detrás del mostrador de forma apresurada.

El castaño tenía la mandíbula prieta y los hombros tensos, y Hyunjin se percató de ello y se colocó detrás de él para masajear sus hombros, logrando hacer desaparecer un cincuenta por ciento de aquella tensión.

—Tranquilo. —murmuró.

—¿Tranquilo? —chistó. —Esto es absurdo, realmente absurdo. No me puedo creer que ese... Ese maldito realmente haya logrado arrebatarme esto. —prácticamente gruñó. 

El pelinegro se mordió los labios, sintiéndose mal por su novio al verlo tan frustrado. Vagamente conocía su historia familiar, pero sabía a ciencia cierto que no soportaba a su hermano, y el hecho de que hubiera conseguido una estrella Michelin, y él hubiera perdido la suya, por supuesto, iba a cabrearle aunque no fuera del todo culpa suya.

Simplemente, había vuelto a destacar, como siempre.

Porque Lee Minho siempre estaría a la sombra de Lee Felix.

Si el castaño era bueno con las artes marciales, su hermano era mejor.

Si a Minho le apasionaba la danza, Felix era extraordinario, como un bello cisne, deslumbrante.

¿La moda? Lee Felix terminaba acaparando todas las miradas.

Y en la cocina, no era menos.

Llevaba años esforzándose. Le costó mucho conseguir el reconocimiento que merecía su arte culinario, su pasión, su empeño y dedicación.

Y Felix, en poco menos de un año, había logrado lo que el castaño, cuando él había estado trabajando día y noche para conseguirlo.

Innovación, creación, calidad, dominio, equilibrio, consistencia, excelencia. Años de dedicación.

¿Y para qué?

Para ser de nuevo, superado por su hermano menor.

—¿Conduzco yo? —preguntó el pelinegro. Minho no sabía si estaba tratando de ser amable, o temía por su seguridad al ser un peligro vial, y una bomba de relojería. Lo único que hizo fue regalarle un asentimiento de cabeza antes de salir al exterior seguido de él.

Jisung ya estaba esperándolos fuera del coche, y cuando Hyunjin caminó hacia él se apartó para dejarle paso en el asiento del conductor, desapareciendo con una pequeña reverencia, de nuevo en el interior del establecimiento.

El camino en coche fue tenso.

—No me puedo creer que esté pasando de nuevo. —lo escuchó susurrar.

—Igual... No deberías darle tantas vueltas. —murmuró el pelinegro.

—Para ti debe ser fácil decirlo. Eres hijo único, no tienes a nadie para que te comparen. —casi lo escupió, y el tono le hizo tragar saliva y apretar las manos al volante. —Lo siento. —suspiró.

No era la primera vez que perdía los estribos.

—Está bien, no pasa nada, estás estresado, lo entiendo. —murmuró. Aún así, dolía.

—Me pasé años detrás de esto. —dijo. —De repente, Felix abre un restaurante, y es la bomba. Pierdo clientes, sus reseñas en internet suben como la espuma, y todo el mundo habla de él. —se mordió los labios, mirando las luces de la calle, que lucía ajetreada y caótica a causa de la lluvia, y la gente intentando volver a sus casas probablemente habiendo terminado la jornada laboral, mientras luchaban por no mojarse demasiado de camino a casa. —Y ya nadie habla del Perla. No lo sé, Hyunjin, a veces solo... Solo quiero mandarlo a la mierda todo. —se encogió de hombros. —Haga lo que haga, Felix vendrá y lo hará mejor que yo. —se rió sin gracia y cerró los ojos, soltando un pequeño suspiro. —Consigue todo lo que quiere.

Hyunlix | One Shots (Lixjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora