Entre el deber y el corazón

Capítulo 33

Después del encuentro con Holofira, ingresamos a la tienda de Osman Bey para finalizar los últimos detalles de nuestra estrategia. La tensión en el aire era palpable, pero cada uno de nosotros mantenía la compostura necesaria para enfrentar cualquier desafío.

Sin embargo, apenas comenzamos a discutir, la puerta de la tienda se abrió de golpe. Cerkutay Alp entró corriendo, con el rostro cubierto de sudor y una expresión de urgencia que congeló cualquier palabra en el aire.

-¡Osman Bey y Gunduz Bey está siendo atacado! -gritó, casi sin aliento, mientras buscaba nuestras miradas para confirmar que todos habíamos entendido la gravedad de sus palabras.

Al escuchar el nombre de mi padre, sentí un vuelco en el corazón, un temor que me recorrió como un rayo, paralizándome por un instante que pareció eterno.

No hubo tiempo para preguntas. Orhan fue el primero en reaccionar, tomando su espada de inmediato y ordenando a los guardias cercanos que reforzaran la seguridad alrededor del campamento.

-Alps, todos a los caballos, vamos.-dice orhan mientras salimos de la tienda

-¿Dónde ocurrió? -preguntó Malhun Hatun, su tono firme pero preocupado.

-Sucedio en Cukurdibi-respondió Cerkutay, ajustándose el cinturón mientras preparaba su arma.

-Osman que mi Allah lo protega.-dijo bala hatun mientras todos nos subiamos a nuestros caballos para partir a salvar a osman

Después de escuchar las palabras de Bala Hatun, un silencio solemne se apoderó de nosotros mientras montábamos en nuestros caballos. Cada uno rezaba en silencio por la seguridad de Osman Bey y Gündüz Bey mientras las pezuñas de nuestros caballos golpeaban con fuerza el suelo, levantando polvo en el aire.

Íbamos galopando a toda velocidad cuando, el silbido de la flecha que rozó a Orhan me puso en alerta inmediata. Apenas desmonté de mi caballo, sentí la tensión en el aire, como si el bosque mismo respirara peligro. Mi espada descansaba firme en mi mano, y mi mirada recorría cada sombra, cada movimiento entre los árboles.

-¡Emboscada! -gritó Orhan, su voz cortando el silencio justo antes de que las primeras figuras enemigas surgieran de entre los arbustos.

Me cubrí detrás de un árbol mientras otra flecha pasó rozando, clavándose en la corteza a pocos centímetros de mi rostro. Mi corazón latía con fuerza, pero no de miedo, sino de pura adrenalina. Mi sangre hervía ante la amenaza de estos hombres que habían osado interponerse en nuestro camino.

-¡Rodeadlos! -ordenó Orhan, mientras Malhun Hatun nos dirigía a formar una defensa.

Vi cómo un grupo de enemigos se acercaba, sus espadas brillando bajo la luz que se filtraba por el follaje. Sin pensarlo dos veces, me lancé al encuentro del primero. Mi espada chocó contra la suya con un sonido metálico que resonó en mis oídos. Empujé con fuerza, desviando su ataque, y giré sobre mi talón para golpear con un tajo limpio que lo derribó.

El segundo hombre intentó sorprenderme por el flanco, pero ya había visto su movimiento. Agaché el cuerpo justo a tiempo, su espada cortando el aire donde había estado mi cabeza. Antes de que pudiera recuperarse, lo empujé con el hombro, haciéndolo tambalear, y mi hoja encontró su objetivo en un movimiento rápido.

-¡Elçim, cuidado! -gritó Bala Hatun detrás de mí.

Giré justo a tiempo para ver a otro enemigo acercarse con un hacha alzada. Mi corazón se detuvo por un instante, pero mis manos actuaron con rapidez, levantando mi espada para bloquear el golpe. El impacto resonó en mis brazos, pero no cedí. Con un movimiento brusco, desvié el hacha y lo golpeé en la pierna, haciéndolo caer.