CAPÍTULO 39

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Podría haber sido tarde, pero al menos lo recordé

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Podría haber sido tarde, pero al menos lo recordé.

Estábamos recostadas en la camilla de la habitación, ya vestidas por si a alguna persona se le ocurría entrar de repente y sin permiso. En mi cabeza aún permanecían rondando los pensamientos de lo que pasó durante estos meses, pero algo que recientemente sucedió, hace literalmente hace dos horas, apareció.

El expediente de Kai.

Necesitaba saber el estado de ese tipo, si tenía enfermedades o algo similar que le haya podido transmitir a Jennie, cualquier cosa que pueda afectarle necesitaba saberlo con anticipación.

—Mandu —su mano con la mía por debajo de las finas sabanas que nos cubría—. ¿Recuerdas que hablamos sobre las pastillas?

—Sí, ¿te has arrepentido? ¿no quieres que...?

—Oh, no, no, ¡sí!—interrumpí rápidamente para que no se anticipe—. Por supuesto que quiero, pero antes debo saber algo importante sobre eso—me acomodé sobre el respaldo para tener una mejor vista de su rostro preocupado—. No te preocupes, amor.

—¿Es por Kai?—recostó su cabeza en mi hombro sin dejar de mirarme—. ¿Crees que si dejo de tomarlas podría quedar embarazada de él?

Evadí la pregunta, solo pensar que un hijo suyo sea de él me daban nauseas.

Otra vez.

—Sólo has lo que te digo—ordené.

—¿Hasta que tú me digas?—tomó mi mentón y me besó.

—Claramente.

Parecía que el universo estaba a mi favor ese día, que de pronto llegó la misma enfermera que había venido a dejar mis medicamentos, con un par de papeles en sus manos, indicándome que me traía lo que le había solicitado, aunque su rostro al ver a la castaña no fue nada bueno como el de la anterior vez.

—Aquí le dejo lo que me solicitó especialmente a mí, señora Manobal —se acercó dejándolos sobre la mesa, para luego pasar una de sus manos por mi torso al levantarme para tomarlos con una sonrisa pícara—. Que la disfrute—guiñó un ojo y se fue.

Giré mi vista hacia quien tenía a mi lado y sus facciones no demostraban nada de felicidad, en lo absoluto. Besé su frente y me acomodé para poder leer con atención la información que pedí mientras ella me seguía el paso.

—¿Por cuál razón pediste el expediente de Kai?—preguntó removiéndose en el colchón.

—Quería saber si...—seguí leyendo sin terminar mi oración, aun buscando lo que necesitaba—. Si... ¡Sí! ¡lo es!

Al encontrar lo que deseaba, solté los papeles y la abracé con todas las fuerzas que se creaban en mi cuerpo, sin decirle el por qué mi reacción era tan buena.

—¿Te alegras porque está muerto?—se alejó para buscar su bolso—. Eso es muy grosero de tu parte, aunque haya sido un bastardo.

—Sí, claro—rodeé los ojos colocándome unas zapatillas para irnos—. Considera que ya puedes dejar esas pastillas, Mandu.

Tu Misterioso Amor - JENLISA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora