𝑵𝒐 𝑷𝒖𝒆𝒅𝒐 𝑫𝒆𝒋𝒂𝒓𝒕𝒆 𝑰𝒓 ⟬ᵗʷᶜⁿʳ⟭

Tom

Bajé al gimnasio del hotel donde me hospedaba. Quería soltar toda la frustración que sentía. ¿Cómo diablos pude pensar siquiera que me había dejado por irse con otro hombre? Bill podía ser lo que fuera, pero siempre me hablaba con la verdad. Bueno, que técnicamente no le pregunté qué relación tenían, pero me dejé llevar por los celos. No pensé que después de dos años y medio aún sintiera celos por Bill. Era inaudito. Él me había abandonado, se había divorciado, después se desapareció, no me llamó ni buscó en ningún momento. Debería estar furioso con él, pero no. Aquí estoy, aún pensando en él, a pesar de ser las seis de la mañana y después de pasar la noche sin poder dormir.

Mi hermano entra sosteniendo su teléfono y me lo entrega, diciendo que es Devon. Lo tomé rápidamente porque lo había citado para hablar de él. ¡Demonios! ¿En qué estaba pensando? Pero ya no podía echarme para atrás porque me dijo que estaba en el restaurante del hotel y que me esperaba allí.

Le devolví el teléfono a mi hermano y le dije que alistara las maletas. El vuelo era al mediodía porque lo había retrasado por sobrecupo.

Cuando entré al restaurante, lo vi enseguida en una mesa junto con Andreas, que ordenaba al mesero que los atendía. Me acerqué y le tendí la mano como saludo, a Andreas solo con un movimiento de cabeza.

-Y bien, ¿qué me quieres preguntar de Bill? -preguntó.

-Bueno, ya confirmé que Bill no es tu pareja, pero quiero saber de su hija... -respondí.

-Te voy a detener aquí, Tom. Primero, no puedo decirte mucho de Bill porque no me compete ser yo quien lo diga. Segundo, esta conversación la tienes que tener con él, y tercero, vine aquí para llevarte a su casa, claro si es lo que quieres -dijo.

Esperó, y cuando asentí, me sonrió y me dijo que fuera a ponerme guapo y que él aprovecharía a desayunar.

Lo hice rápido y con esmero. Cuando finalmente logré estar presentable, bajé. Ya me esperaba en el auto, así que subí torpemente porque estaba realmente nervioso. Antes de irnos, Nick se acercó preguntando si podía ir con nosotros, y no pude negarme. Comprendía perfectamente la situación de mi hermano.

Devon nos informó que Axel estaba en su casa y que pasaríamos por allí. Pero todo el trayecto fue realmente incómodo, porque eran puros besos y risas bobaliconas. Hasta que por fin vi la cabaña. Estaba seguro de que era la misma que encontramos aquella vez, y mi corazón se contrajo de alegría. Estaba diferente, por supuesto. Ahora era de dos plantas y había muchos más árboles y flores, aparte de un portón super alto y con un sistema de seguridad muy moderno.

Un auto salía de allí y vi al chico rubio despedirse de Bill. No me adelantaré en pensar quién era él, pero ya estaba celoso. Cuando por fin Devon me permitió salir, los ojitos de Bill brillaron al verme. Seguramente los míos también tenían ese brillo.

-Bueno, ya nuestro trabajo está hecho. Te traje a tu hermano, a su novio y a tu ex, Bill. Merezco un ascenso -comentó Andreas con ese tono chillón.

-Si claro, si quieres puedes ser mi cocinero -respondió.

-Es molesto. Viste, bebé, no debimos traerle al niño -dijo Andreas.

-No le digas niño -le pidió Bill con una risa irónica-. Su nombre es Tom.

-Lo sé. Mejor vámonos - murmuró Andreas.

Cuando finalmente se fueron, mi hermano y Axel se perdieron arriba. Según escuché, irían a nadar en la piscina. Me sorprendió que la piscina estuviera arriba, pero era de suponer que Bill tendría esas excentricidades.

Nos quedamos allí de pie, sin saber qué decir o hacer. Yo solo lo miraba, y eso aumentaba los nervios en Bill. El incómodo momento pasó cuando finalmente se atrevió a ofrecerme una taza de café, que yo acepté.

Al pisar su casa, fue una sensación de familiaridad, además que era hermosa. Incluso estaba aseada, lo que me sorprendió porque Bill y su desorden eran uno solo.

-Está muy limpio -dije en modo de broma, y él estalló en risas. Como había extrañado escucharlo reír.

-Hay que agradecer que estuve sin poder dormir toda la noche. A pesar de que me tomé una pastilla para dormir, lo que hizo fue "alegrarme" un poco, y estuve toda la noche limpiando y ordenando. Que, por cierto, debería haber hecho antes, pero no pude hacerlo por estar demasiado ocupado. Incluso llamé a mi terapeuta y no lo recuerdo. Es locura las contraindicaciones de ese medicamento. Y, por cierto, ahora estoy hablando demasiado. Mejor voy por el café -dijo, dando vuelta y perdiéndose por una puerta que asumí era la cocina. Yo reí bajito al verlo un poco alterado.

Hice un recorrido con mi vista del lugar. El viejo sofá ahora estaba afuera, donde se veía ese hermoso lago. Me situé para ver la vista; era justo como la recordaba. Mi mente voló por un momento y aterrizó de lleno cuando escuché el llanto de la bebé.

Miré hacia la puerta para ver si Bill salía, al haberla escuchado, pero no. Solo escuchaba ese desgarrador llanto y sus sollozos pechichones. Mi instinto ordenaba subir. ¿Y si a Bill le molestaba? ¿Y si Bill me acusaba de algo por tomar a su bebé en brazos? Preguntas que después vería cómo contestar, porque mis pies fueron veloces y subí las escaleras en zancadas hasta hallar la habitación.

Entre despacio y allí la vi, asomada en la cuna, con su pijama rosa y su cabello rubio desordenado, sus mejillas mojadas por las lágrimas y su nariz roja. Sonreí con ternura cuando me tendió sus brazitos y me llamó "papá". La alcé y tomé su chupete para colocarlo.

Bajé de nuevo hasta la gran ventana. Bill aún no había salido, así que solo entré a la cocina. Estaba sumergido en la labor de hacer el café, así que no notó mi presencia hasta que la niña balbuceó "papi".

Se giró para verme allí con su hija en brazos.

-Tom... yo... no te hubieras molestado en tomarla -me dijo, colocando las tazas en el mesón.

-No podía escucharla llorar.

-De todos modos, gracias por subir por ella.

-Haría eso y mucho más por... por mi hija -dije. Rayos, ni yo sabía por qué lo había dicho. Solo lo dije, pero la expresión de Bill en su rostro me lo confirmó: esa pequeña niña era mi hija.