CAPITULO 14

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Hoseok.

— Haz tu maleta, mañana viajamos a Busan —dijo Jackson al entrar a la habitación.

Dejé con cuidado el libro que estaba leyendo sobre la mesita de noche y lo miré con cautela. Su tono autoritario me puso en alerta inmediata, como siempre ocurría cuando él hablaba. Traté de mantener mi expresión neutral, evitando cualquier gesto que pudiera irritarlo aún más.

— ¿A Busan? —pregunté, mi voz apenas un susurro, llena de cautela. Sabía que cualquier palabra mal elegida podría desencadenar otra explosión de su parte, y no quería darle más razones para descargar su ira sobre mí.

Jackson me miró con esos ojos duros que siempre lograban hacerme sentir insignificante. Se acercó unos pasos hacia mí, haciéndome retroceder instintivamente, aunque estaba sentado en la cama. Su presencia llenaba el cuarto, sofocante, como una tormenta a punto de desatarse.

— Sí, a Busan —respondió con un tono firme, casi molesto porque tuviera que repetirlo— Tengo negocios que atender allá, y tú vienes conmigo. No te atrevas a ponerme caras ni a cuestionarme. Empaca lo necesario y no me hagas perder tiempo.

Asentí rápidamente, incapaz de mirarlo a los ojos por más de un segundo. Sentí mi garganta seca y mis manos temblaron un poco al levantarme de la cama. Me dirigí al armario con pasos lentos, controlados, como si cada movimiento pudiera desencadenar una reacción impredecible en él.

Mientras sacaba ropa y trataba de mantener la mente ocupada en elegir qué empacar, mi mente no dejaba de correr. No quería ir a Busan. Lo único que realmente deseaba era quedarme en la habitación y seguir hundiéndome en mi miseria, como lo había hecho durante la última semana. Era una rutina dolorosa pero conocida, una prisión que al menos era mía, lejos de su mirada imponente y sus palabras cargadas de poder.

Además, ir a Busan significaba estar más cerca de Taeyong, algo que había estado evitando a toda costa. Solo pensar en cruzarme con él me hacía sentir el estómago revuelto y el pecho oprimido. No sabía si podría soportar otro encuentro, no después de lo último que había sucedido entre nosotros. Era como si el universo estuviera empeñado en empujarme hacia situaciones que no quería enfrentar, situaciones que solo reabrían heridas que apenas lograba mantener cerradas.

Pero, ¿acaso tenía opción? No. Mi vida ya no era mía. Cada decisión, cada paso, estaba dictado por Jackson, y resistirme solo empeoraría las cosas.

— Que esté todo listo antes de la mañana —ordenó Jackson con un tono que no dejaba espacio para discusión. Luego, salió de la habitación, dejando tras de sí una atmósfera pesada que parecía aplastarme.

Respiré hondo, intentando calmar la presión en mi pecho. Mi mirada cayó sobre la maleta a medio llenar. Apreté los labios, sintiendo cómo una mezcla de frustración y resignación me recorría.

Jackson rara vez me involucraba en sus asuntos, y eso me hacía sentir aún más inquieto. Intenté no pensar demasiado en ello, pero era imposible no sentir el peso de una nueva incertidumbre.

Mi mente dio un vuelco cuando un nombre cruzó mis pensamientos como una ráfaga. Woojin. Mi corazón se apretó, y un escalofrío recorrió mi espalda. No podía evitar pensar si él también estaría allí.

Woojin, con su presencia sigilosa pero imponente, se había encargado de molestarme durante toda la semana que estuvo en la villa. Sus miradas siempre parecían alargarse un segundo más de lo necesario, cargadas de algo que no podía definir pero que me hacía sentir incómodo. Durante las comidas, en los pasillos, en cualquier lugar que me lo encontraba, había sentido su atención fija en mí. Una atención que no se molestaba en disimular, como si disfrutara viéndome removerme incómodo bajo su escrutinio.

EL DONCEL Y LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora