I. Frank Garnes

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Era la tarde de 1998 cuando Frank y yo volvíamos del trabajo. Había lluvia afuera; aunque siempre fue así desde que conoció a Claudia. A ninguno de los dos nos agradaba ese clima, Frank siempre solía decir que todos los días tenían algo de bello.
Pero ese día no tuvo nada de bueno, en lo absoluto.
—¡Guille, para!
—¿Que sucede, Frank?
—Esa mujer se está mojando.
Pisé el freno de pronto y las llantas rechinaron entre el pavimento mojado. La chica se detuvo y Frank bajó.
—Eh, sube, te llevaremos a casa —escuché decir a Frank desde el cristal.
La chica aceptó y luego pensé: ¿En verdad vas a subirte? ¿En verdad entrarás a un auto con dos desconocidos? Claro que lo hará.
A pesar de que el cielo estaba gris, la lluvia caía en el parabrisas y las calles estaban llenas de agua, miré en los ojos de Frank el sol, entonces supe que se había enamorado.
La chica nos indicó adonde vivía para ir a dejarla, a lo que más al rato Frank iría para visitarla, llevarle serenata y de todo.
La chica nos dio las gracias y salió meneando sus caderas hasta el umbral de su casa.
—Creo que me enamoré —dijo Frank.
—Es muy guapa —me limité a decir.
No, por lo que más quieras, no la invites a salir, es lo que le hubiera dicho si... bueno, me temo que tardaremos un poco en hablar de eso.
—No me da buena pinta.
—¿Por qué?
—Además de que la acabas de conocer en un día de lluvia, hay algo en ella que no me gusta en lo absoluto.
Yo estaba en lo cierto, pero cuando a Frank le gustaba alguien, era como intentar alejar a un ratón del queso, aunque el queso tuviera veneno —y este queso sí que lo tenia— él iría.
Incluso así fue con Alex, cuando Frank cruzó miradas con Alex, supo desde el primer momento que le quería, y que algún día serian pareja.
Frank siempre fue un chico al que yo conocí desde muy pequeño, iba a dormir a su casa y viseversa, siempre hablábamos de lo que nos gustaba y cuando él me dijo que le gustaban tanto los hombres como las mujeres —era una tarde lluviosa igual— le dije que yo le seguía queriendo igual. Nuestra amistad lleva al rededor de veinte años, crecimos juntos.
Pero ni siquiera con Alex se había traumado de la misma forma que con Claudia, Claudia Angles.
Si bien recuerdo (y no es que yo fuera un arrimado) la primera vez que salieron, el la llevó a un restaurant muy lujoso, yo me encontraba ahí cenando con Sara, una vieja amiga.
—Sigo sin entender cómo es que estamos aquí, ¿como me convenciste? —me preguntó Sara.
—Dijiste que querías cenar y, pues, aquí estamos.
—Sí, sí, pero..., ¿tenías que traerme aquí? Digo, aquí sirven los mejores platillos del mundo. Este lugar es más bien como para dos enamorados.
Entonces, casi como por arte de magia, llegaron Frank y Claudia tomados de la mano. No me sorprendió en lo absoluto, ya era obvio desde el primer día que ellos habían cruzado miradas, y solo habían pasado dos meses desde aquello.
Veinte años he conocido a Frank, y en esos años, jamás había sido capaz de invitar a alguien a salir por su propia cuenta. Jamás. Frank tenía muchas cualidades, más de las que yo pudiera nombrar, y algunas que deduje por todo lo que pasó. Pero de algo si estoy seguro, Frank era un tío normal hasta que conoció a Claudia.
Pero ella lo hizo feliz, de eso no hubo ninguna duda, lo hizo demasiado feliz, incluso más de lo que yo había esperado.
—¿Esos no son Frank y su... —Sara titubeó al no saber.
—Sí. Solo que ella no es su... —me pasó lo mismo.
Los dirigieron a la mesa que estaba pegada a la pared, ellos no se dieron cuenta de nuestra presencia en todo el rato que estuvieron allí, y eso fue bueno.
Claudia llevaba un vestido rojo con un collar que le combinaba demasiado bien. Frank por otro lado iba de smoking, muy elegante.
Hablaron, rieron, se miraron como por una hora y media, yo convencí a Sara de que nos quedáramos a ver que sucedía, a lo cual ella aceptó.
Al final, cuando creía que nada bueno o interesante pasaría, Claudia se acercó hasta donde estaba Frank y le plantó un beso en los labios. Sara volteó a verme y yo hice lo mismo,había sido tan al mismo tiempoaie casi me echo a reír. Entonces deduje que Frank le había pedido ser su novio, y ella había aceptado con el beso —cosa que después, le pregunté a Frank y el l afirmó—. Esta tía es demasiado puta, le ha dado el primer beso en la primera cita, pensé. Recordé aquella historia donde un chico invita al otro a salir y terminan en un hotel, fue cuando creí que lo que Claudia había echo era de lo más mínimo.
Salimos cinco minutos después de que Frank y su Nueva Novia salieran. Y, siendo sinceros, esa noche también llovía, como dije antes, siempre fue así desde que ella apareció.
Al día siguiente, vi a Frank en el trabajo, aunque a la hora de partir, dijo que no iría conmigo, que se iría a casa de Claudia y que ahí estaría la mayor parte del tiempo. Los compañeros de mi trabajo comenzaron a llamarme Guillermo El Solitario, aunque no me molestaba en lo más absoluto, me entristecía el que Frank verdaderamente me haya sustituido.
Me fui dando cuenta con el tiempo que era cierto, iba por ella, salían, se besaban, y poco a poco ellos dos se fueron uniendo muy bien que su relación parecía una de fantasía, ninguno de los dos le era infiel al otro, y, a diferencia de las otras parejas, cuando a ellos les preguntabas «¿Se quieren?» sus respuestas eran las más siceras del mundo.
Y así fue durante tres años más.

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El primer cap. Poco a poco se irá descubriendo cual es la historia de Frank y qué fue todo lo que en ella pasó, espero les este gustando :)

La historia de Frank  «Staxxby»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora