Capítulo 3: Camino a la paz

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Naruto decidió acudir al Sr. Han después de semanas de soportar las golpizas en silencio. No podía seguir ocultando los moretones y las heridas a su madre, pero tampoco quería romper la promesa que le había hecho. Una tarde, con el cuerpo adolorido pero decidido, buscó al Sr. Han en su taller.

—Sr. Han, necesito su ayuda —dijo Naruto con voz seria.

El Sr. Han lo miró desde su banco de trabajo, donde reparaba una bicicleta vieja.

—¿Qué pasa, Naruto?

Naruto vaciló, pero finalmente explicó todo: los ataques constantes de Cheng y su grupo, el dolor físico y emocional, y la promesa que lo había mantenido atado.

—No quiero pelear, pero ya no puedo seguir así —confesó—. Por favor, ayúdeme a encontrar una forma de resolver esto.

El Sr. Han caminado lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación. Después de un momento de reflexión, le dijo:

—Hablaré con ellos. Resolveremos esto.

Al día siguiente, el Sr. Han llevó a Naruto a la escuela de kung-fu donde entrenaba Cheng. Era un lugar imponente, con un salón amplio lleno de estudiantes practicando movimientos sincronizados bajo las órdenes del maestro Li, un hombre de presencia dominante y voz autoritaria. Cuando el Sr. Han explicó la situación, el maestro Li lo escuchó con atención, pero sus palabras dejaron claro su enfoque.

—La fuerza lo es todo —declaró el maestro Li, observando a Naruto con desdén—. Si tu alumno no puede defenderse, no merece respeto.

El Sr. Han intentó razonar con él.

—La fuerza no siempre resuelve los conflictos. El respeto mutuo puede lograr más.

Pero el maestro Li no estaba dispuesto a ceder.

—Si quiere respeto, que lo gane en el torneo de kung-fu local —propuso, con una sonrisa fría—. Hasta entonces, mis estudiantes no lo molestarán.

Naruto quedó helado. Competir en un torneo significaba enfrentarse a Cheng ya otros estudiantes mucho más experimentados. Pero antes de que pudiera protestar, el Sr. Han aceptó la propuesta.

—Está bien. Naruto participará.

Naruto miró al Sr. Han con incredulidad cuando salió del salón.

—¡¿Por qué acepto?! No estoy listo para eso.

El Sr. Han lo miró con serenidad.

Búscame mañana en mi taller

—¡¿que para que, dijo Naruto

Por qué voy a enseñarte KUNG-FU

A la mañana siguiente el Sr. Han llevó a Naruto a su casa, un lugar modesto pero lleno de vida. Las herramientas, las macetas y los detalles meticulosamente ordenados revelaban mucho sobre la personalidad de aquel hombre. Naruto, todavía dudoso, miraba a su alrededor mientras el Sr. Han preparaba el espacio para su entrenamiento.

—Antes de aprender kung-fu, debes aprender a entenderlo —dijo el Sr. Han con calma mientras colocaba una chaqueta vieja en un gancho—. No se trata de golpear o pelear. Se trata de equilibrio, paciencia y control.

Naruto, aunque intrigado, no pudo evitar sentirse algo escéptico. Jiraiya siempre había subrayado la importancia de la calma mental, pero las habilidades físicas también eran esenciales. ¿Qué podía enseñarle al Sr. Han que no supiera ya?

—Hoy comenzamos con esto —dijo el Sr. Han, señalando la chaqueta.

Naruto arqueó una ceja.

—La chaqueta? ¿Qué tiene que ver eso con kung-fu?

The Karate FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora