Capítulo 6: El Gran Torneo

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Con el torneo acercándose rápidamente, el Sr. Han llevó a Naruto a un lugar especial para el último tramo de su entrenamiento: un antiguo pabellón en las montañas, rodeado de una serena belleza natural. El sol brillaba suavemente sobre el paisaje, mientras una ligera brisa acariciaba los árboles.

En el centro del pabellón había una serie de estatuas que representaban diferentes posiciones de kung-fu, cada una encarnando un principio fundamental del arte. Naruto observó las estatuas con atención, fascinado por la precisión de cada postura.

—Este lugar fue construido por maestros de kung-fu hace generaciones —explicó el Sr. Han—. Cada estatua representa una lección que deberás llevar contigo al torneo.

Naruto asintió con determinación. Estaba listo para absorber cada enseñanza.

El Sr. Han se detuvo frente a una estatua que representaba a un guerrero en una postura de ataque, con una expresión feroz y decidida.

—Fuerza y determinación —dijo el Sr. Han—. En el torneo, habrá momentos en los que dudarás. Pero deberás recordar esta postura y avanzar sin miedo.

Naruto imitó la postura, sintiendo cómo su cuerpo se llenaba de energía.

Otra estatua mostraba a un guerrero en movimiento, con una mano extendida hacia adelante y la otra preparada para desviar ataques.

—El agua se adapta a todo —explicó el Sr. Han—. Nunca luches contra la corriente. Fluye con ella y usa la fuerza de tu oponente en su contra.

Naruto practicó movimientos fluidos, imaginando cómo desviaría los ataques con elegancia.

El Sr. Han llevó a Naruto frente a una estatua de un guerrero con una postura firme, los pies bien plantados en el suelo.

—La tierra representa la resistencia —dijo—. Cuando sientas que no puedes continuar, recuerda esta postura. Mantén tu posición y no te rindas.

Naruto respiró profundamente, sintiendo el peso simbólico de la postura.

La última estatua mostraba a un guerrero en un salto, su cuerpo en perfecta armonía mientras lanzaba una patada al aire.

—El aire es libertad —dijo el Sr. Han—. No permitas que las limitaciones te detengan. Cuando creas que no puedes avanzar, recuerda que siempre hay una salida.

Naruto practicó saltos y patadas, dejando que su cuerpo se moviera con ligereza.

Al terminar el recorrido por las estatuas, el Sr. Han llevó a Naruto al borde de un acantilado, donde podían ver toda la ciudad desde lo alto. Se sentaron en silencio por un momento, dejando que la calma del lugar los envolviera.

—Naruto, el kung-fu no es solo un conjunto de movimientos. Es una forma de vivir —dijo el Sr. Han—. En el torneo, recuerda lo que aprendiste aquí. Pelea con honor, pelea con equilibrio y pelea con el corazón.

Naruto asintió, sintiendo una paz interior que no había experimentado antes. Sabía que, pase lo que pase en el torneo, ya había ganado algo mucho más importante: un sentido de propósito y equilibrio.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, Naruto y el Sr. Han descendieron de la montaña, listos para enfrentar el desafío final.

Naruto caminaba por las calles de Beijing con la cabeza baja, perdido en sus pensamientos. El entrenamiento había sido intenso, y aunque estaba preparado para el desafío, una parte de él seguía sintiendo el peso de su distanciamiento con Mei.

Al doblar una esquina, se detuvo de golpe. Frente a él, en el escaparate de una academia de música, vio a Mei practicando en el escenario con su violín. Estaba concentrada, moviéndose con gracia al ritmo de la pieza que tocaba, pero había algo en su expresión que le pareció diferente. Parecía que también cargaba un peso invisible.

The Karate FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora