cap 5

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El aire estaba fresco cuando Izuku y Bakugo salieron del edificio de la escuela, caminando en silencio hacia la parada del autobús. Aunque la quietud del momento parecía decirlo todo, ambos sentían un cosquilleo en el estómago. Era la primera vez que Bakugo lo había invitado a su casa, y aunque el rostro de Izuku mostraba una gran sonrisa, sus pensamientos estaban llenos de una mezcla de nerviosismo y emoción.

Al llegar, Mitsuki lo recibió en la puerta con una mirada tranquila y una expresión que dejaba claro que no esperaba a nadie. Era una mujer que tenía mucho en su vida para ser sorprendida por visitas extrañas, pero cuando vio a su hijo junto al chico de ojos verdes, algo le dio una sensación extraña.

—Tú debes ser... Amigo de mi hijo, ¿verdad? —dijo Mitsuki sin mucho interés, pero con una pequeña sonrisa.

Izuku asintió, nervioso ante la mirada escrutadora de la madre de Bakugo.

—Sí... soy Izuku. Es un placer conocerte.

Bakugo solo lanzó una mirada rápida a su madre, algo incómodo, antes de tomar a Izuku por el brazo y guiarlo rápidamente hacia su habitación.

—No te preocupes. —dijo Bakugo en voz baja, casi como si fuera para sí mismo. —¡Pasa ya!

La puerta se cerró detrás de ellos con un suave clic, y la habitación de Bakugo, aunque sencilla, estaba marcada por su presencia. Al instante, el ambiente parecía más relajado, y Bakugo dejó caer su mochila al suelo con fuerza.

Izuku observó su habitación: había algunos objetos dispersos y una consola de videojuegos antigua, junto con un par de libros que parecían estar en completa desorganización, algo que le dio un toque fascinante a la habitación de Bakugo. A pesar de la actitud feroz del chico, su cuarto le reflejaba una calma que Izuku había aprendido a ver tras cada uno de sus gestos.

—¿Juegas videojuegos? —preguntó Izuku con entusiasmo, ya dejando la vergüenza de lado. Para él, la idea de compartir ese momento, con solo ellos dos, le causaba una felicidad cálida.

Bakugo cruzó los brazos, mirándolo desde su lugar, como si no le importara, pero sus mejillas ligeramente sonrojadas delataban una emoción diferente.

—No es de tu incumbencia. —contestó sin mostrar su sonrisa tímida, aún sin soltar esa mirada desafiante.

Izuku sonrió con más libertad al ver que la temperatura entre ellos comenzaba a suavizarse. Sabía que no estaban hablando de algo tan simple como videojuegos; era más profundo, algo que parecía surgir a cada segundo con la cercanía que compartían.

Se sentaron juntos en el suelo frente a la televisión, ambos entretenidos mientras la pantalla de la consola brillaba ante ellos. De vez en cuando, Bakugo lanzaba alguna frase ruda hacia Izuku por perder, pero sus palabras nunca cruzaban el límite que podían alcanzar. No era hostilidad, solo una capa de rudeza que a veces Bakugo usaba para ocultar lo que realmente quería decir.

Pasaron la tarde entre risas, un par de competencias amistosas y momentos sencillos que hacían que ambos se olvidaran de todo lo demás.

—No eres tan malo... —dijo Bakugo mientras dejaba caer el control, claramente de buen ánimo, aunque hizo lo posible por disimularlo.

—¿En serio? ¿Me lo dices en serio? —preguntó Izuku, riendo mientras se acercaba más, queriendo decir algo, hacer algo más que simples palabras.

Bakugo asintió brevemente, sin saber lo que ocurriría en esos momentos llenos de tensiones tácitas y deseos callados. Con un poco de calma, ambos continuaron jugando y dejando que el tiempo fluya como si fuese algo menos importante que lo que comenzaba a nacer entre ellos.

Al caer la noche, Mitsuki pasó una que otra vez por la habitación de Bakugo, lanzando alguna que otra mirada curiosa, pero con la evidente sensación de que no podía interrumpir ese espacio tan privado entre su hijo y el chico al que había empezado a observar más detenidamente. Izuku no estaba acostumbrado a ser parte de esa familia, pero había algo, una cercanía diferente, como si, en cierto modo, todo estuviera destinado a suceder de esa forma.

Mientras la noche continuaba, ambos se perdieron entre más películas, música suave de fondo, y algo más de lo que simplemente se hablaba: una conexión silenciosa y llena de promesas de lo que vendría después, mientras las horas pasaban, mucho más allá de las pequeñas peleas y las bromas. Al final, lo que realmente importaba era que estaban juntos, disfrutando el presente de esa incipiente relación, sin palabras, pero sabiendo que todo comenzaba a encajar.

El único ante mis ojos [dekubaku omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora