Adara Moretti ,a sus ojos ve su vida perfecta, volvería a su ciudad natal ,a rencontrarse con su familia y amigos ,después de vivir tres años en Alemania, trabajaría en la empresa de su padre ,y con el tiempo, formaría su propia empresa,de Diseño...
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Terminar la noche caminado sin rumbo por las calles de Roma,no era mi mejor plan. No sé si estoy dando vueltas en círculos por las calles, creo haber visto el mismo cartel tres veces seguidas. Me están matando los pies los zapatos, siento frío en la cara y calor en la piel. Y me estoy aguantando para no irme corriendo a casa.
Donde está Pierre y Cronos y mis cosas y...en dos días ya no estarán.
" L'angolo del violinista " dice el cartel que cuelga del segundo piso de lo que parece un bar o una cafetería, se encuentra del otro lado de la calle en una esquina, rodeado de macetas en forma de violines con todo tipo de flores,un pequeña vidriera se pega en la ventana , atiborrada de dulces y muestras de cafés. Desde donde estoy la leve melodía del instrumento enamora los oídos ,no es de extrañar que los pasantes miren el lugar un tiempo muy prolongado . Camino hacia allí y no dudo en entrar.
Respiro aromas , café casero, comida recién preparada, el sitio es demasiado acogedor y me encanta.
- ¡Buenas Noches! ¿Qué desea? - la sonrisa de la señora es demasiado enérgica, hogareña y viva.Tan diferente de como me siento yo en este momento.
- Una corona - pedí.La mujer levantó las cejas sorprendida.
Yo también lo estaría en su lugar.¿ Qué hacía una mujer con ropa de Prada y zapatos Louboutin, en una cafetería corriente tomando una cerveza común?
Patético. Muy patético.
Para mí alivio la bartender se giró y al volver me tendió mi pedido.
Con el borde del vaso en los labios me fijo en un pequeño televisor - era más como la parte superior de un ordenador - donde transmitían un partido de Rugby.
Siempre me ha gustado el Rugby.Es mi deporte favorito. Recuerdo que de pequeña, Lucio,mi abuelo, me llevaba a casi todos los partidos, tanto dentro como fuera de la ciudad. Recuerdo la cara sonrojada que ponía en cuanto me veía entre tanta gente. Recuerdo llevar camisetas del número 6 y de un apellido que pudo ser cualquiera. Recuerdo que él me decía que esos eran muy importantes que no podíamos dejar de verlos nunca. Años,visitando estadios, partidos de jugadores pequeños , jóvenes y adultos. Años y después nada.
Italia va ganando. El bar se aglomera, pero ya yo estoy metida en el juego.No toco la cerveza, quizás porque una parte de mi subconsciente me advierte que,no más bebida por hoy.
La cámara enfoca a el centro número 12 ( de Italia)tiene el balón, y el flanker el número 6(delantero) le cubre,el otro centro número 13 y el flanker número 7 se miran,cuando el número 12 se manda a correr. Hombres inmensos, y un estadio a punto de colisionar, las líneas llenas, todos esperando el siguiente movimiento .Un balón.Un hombre.Uns última jugada.
- ¿ Ara? - dicen a mi lado -¿Adara eres tú?
Al mismo tiempo en que me giro ,lo gritos estallan en el pequeño aparato y se unen a los del club. Lo escucho y lo veo todo y a la vez no.
