Amar a morir

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El sol se ocultaba por el horizonte, el atardecer parecía decaído esa tarde. Desprendía el mismo sentimiento que la joven que yacía de rodillas sobre aquella lapida. Una mujer alta, con cabello castaño, de piel blanca, que lucía abatida, pequeña y sin ningún brillo; rodeada de la soledad y tristeza que enmarcaba el cementerio. Un gran dolor surcaba su rostro, se podía ver la desdicha que conlleva el perder a un ser querido y no poder hacer nada para detener el desdichado final de toda persona.

A lo lejos, la silueta de la persona que tuvo y tiene el poder de causarle el más grande daño, la observa. No por compasión, ni mucho menos por sed de venganza, la mira con el deleite culposo que tiene todo victimario. La fascinación que tiene al ver a aquellos que se hacen fuertes después de tan desafortunado evento, que juran venganza y nunca la encuentran. Porque el está en la sombra y la sombra es oscura, se pierde entre la noche y de día no existe.

Julia no soporta más la melancolía que invade su mente, se encuentra desesperada, no sabe que ha pasado, su mundo se desmorona. Ha perdido a la última persona que le quedaba y aún no entiende cómo es que su hermano se encuentra a tres metros bajo tierra, para jamás volver. Ella no puede habitar en un mundo donde él ya no exista, dónde él no este para apoyarla, para darle un abrazo, un beso en la frente, dónde el ya no la cuide y la haga sonreír. ¿Cómo aceptarlo, si se lo han arrebatado tan rápido? Él no tenía que morir, le quedaban tantos años por delante; pero ella haría lo que fuera por que la persona que causo todo esto, pagara por su error.

Con la convicción que tiene Julia frente a este último pensamiento, se levanta, dirigiéndose hacía su auto. Pero antes de partir, en la penumbra, percibe una silueta, una persona que la contempla sin vergüenza, sin respetar su momento de duelo.

Axel se encuentra desconcertado, a pesar de que hace lo mismo con todas las familias de aquellos con lo que tiene que llevar al final de su vida, con ella es diferente; se siente confundido. Pero no hace más que repetirse que él no puede tener ningún tipo de sentimiento hacía ninguna persona, su profesión no se lo permite, él debe estar listo para cumplir órdenes, sin ninguna distracción.

Los días transcurren sin percance alguno, Julia se dedica cuerpo y alma a saber en dónde y con quién estuvo su hermano días antes de su muerte, pero la búsqueda exhaustiva no estaba teniendo los resultados que ella hubiera deseado.

Agotada de revisar el papeleo médico, forense y policíaco decide ir al café de la esquina, ahí revisaría el resto de los archivos, para poder salir un poco y no atormentarse más en las cuatro paredes de su habitación, aunque es el lugar y el momento donde puede encontrarse a sí misma, no soporta estar más tiempo sola.

Al llegar, el lugar se encuentra un poco saturado, por lo cual, va directo al mostrador a pedir un café negro para llevar, sus planes se ven frustrados por tantas personas. Cuándo ya se iba, se da cuenta que en una mesa para cuatro personas, sólo se encontraba una personas, así que decide pedir permiso para compartir mesa. A lo que éste acepta encantado.

Alex, no sabía que el simple hecho de que le apeteciera un café, detonaría tan alucinante casualidad. Se encontraba compartiendo mesa, con la mujer que le había cautivado desde un principio, pero que se negaba a aceptar. Desde el día que la miró no la podía olvidar, en sus ojos vio su futuro, pero cerro los ojos ante semejante barbaridad.

Julia no se daba cuenta con la atención que el chico con el que compartía mesa la contemplaba, cómo si en cualquier momento fuera a desaparecer. Ella se hallaba examinando con minuciosidad los papeles policíacos, los testimonios de los que aseguran haber visto a un hombre dispararle a su hermano. Mientras leía la descripción de los testigos, vislumbra por el rabillo de sus ojos la sonrisa que esboza su acompañante, una sonrisa que transmite felicidad. Y en ese momento, se siente segura, sin razón aparente quiere dejarlo todo y correr a sus brazos. Ya no sufrir, dejar la fatiga que conlleva perseguir a alguien que ni siquiera sabes quién es.

Después de unos minutos, que parecen horas, se hablan, conversan y el tiempo les parece eterno, se conocen y parece que el tiempo se detiene.

Los meses pasan, y ellos, parecen ser uno solo, se divierten, juegan, sonríen a la vida y parecen ser felices con eso; pero en su interior, Alex no sabe cómo afrontar lo que ha hecho, cómo olvidar y empezar de cero con ella, enfrentar y decirle la verdad sería su muerte. Por otra parte, Julia se siente culpable, ha puesto su felicidad antes que la justicia por la muerte de su hermano. La agonía de los dos los tiene atrapados, los recuerdos que van y vienen cotidianamente van haciendo al miedo recurrente, los alcanza hasta separarlos poco a poco a pesar de quererse como locos.

A pesar de las diferencias, de sus prisiones personales, hacen lo posible por salvarse el uno al otro. Un día mientras Alex dormía pacíficamente en la cama, Julia aprovecha para leer unos archivos que acaban de enviarle a su correo, saca su libreta y se dispone a tomar unas anotaciones; pero no encuentra su pluma, por lo que busca entre los cajones de su novio algo con qué apuntar, al abrir la mesa de noche, halla una cadena muy familiar para ella, con las iniciales JL, las mismas iniciales que el nombre de su hermano. Y no puede creerlo, el hombre que está ahí descansado sobre la cama, es la persona que más daño le ha hecho, le ha abierto y dejado entrar a su vida como sí nada.

Julia se debatía en su interior, sería fácil tomar venganza en ese preciso instante, él se encontraba durmiendo y confiaba plenamente en ella. No sabía como había llegado a suceder todo esto, él sabía a la perfección quién era ella y aún así se enamoro. Y con toda la tristeza que la albergaba tenía que aceptar que ella también se había enamorado. Que ya nada podía hacer más que alejarse de él, porque por más que lo quisiera no podía causarle ningún daño. Sabía que él le había arrebatado una parte importante de su vida, pero al mismo tiempo le había hecho experimentar un mundo nuevo.

Y ahí, junto a la cama, Julia decidió marcharse. No pudo cometer ningún acto contra él, no pudo reprocharle nada tampoco, porque sabía que no lo soportaría. No soportaría ver en su mirada la verdad, y aún así, ver en sus ojos el amor que le profesaba. Sujetó con más fuerza aún el collar de su hermano y sintiendo temblar su cuerpo entero escribió las últimas palabras que le diría a Alex.

Julia avanzó hacia la puerta y se marchó. Sin voltear hacia atrás, sin verlo por última vez porque sabría que se arrepentiría y olvidaría todo el sufrimiento que él le causo. Que volvería para poder empezar de nuevo y amarlo sin un pasado.

Por el contrario, Alex al despertar y no ver a Julia a su lado, se sintió perdido. Observó la nota a su lado y lo entendió. Supo que ella nunca regresaría y que si felicidad se había acabado. Entendió que no se puede escapar del pasado y que la verdad siempre te alcanza. 
Entendió las palabras de Julia a la perfección. 

"La peor manera de morir, es morir amando"

Y en ese momento, lo comprendió, su vida acabaría de la manera más cruel, moriría amando a Julia y su muerte sería más dolorosa que cualquiera que él hubiera causado. Y ella no estaría para salvarlo de su infierno. Ella no regresaría jamás y eso le consumió el alma.

Amar a morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora