El amanecer de un nuevo día

262 15 4
                                    

Me desperté en una mañana calurosa, mi madre subió las persianas y abrió las ventanas como método eficaz para despertarme. Los rayos del sol penetraron en mi habitación iluminándola por completo, casi me quedé ciega ya que  mis ojos no pudieron soportar el resplandor. Me extrañaba que hiciera tanta calor y hubiera tanta luz hasta que ví que en el cielo, no había ninguna nube, tan solo una gran bombilla iluminando absolutamente todo. Bajé las escaleras y me puse a desayunar una tostada de mantequilla y un zumo de naranja, tenía que terminarmelo rápido porque ese mismo día nos íbamos a la playa. Todo estaba listo, las maletas estaban preparadas y Coco    ( nuestro labrador ) estaba muy intranquilo ya que cuando el veía las maletas sabía que nos íbamos de vacaciones. Empecé a notar que me faltaba algo y me puse a revisar todo. Efectivamente casi se me olvida mi teléfono móvil que se quedó cargando toda la noche para que me durará durante el viaje. Ahora ya todo estaba en orden y partimos hacia la casa de mi mejor amiga Claudia, ella se venía con nosotros porque sus padres tenían que trabajar durante el verano y no podían irse de vacaciones. Todo parecía perfecto: teníamos vacaciones de verano, íbamos a la playa y yo iba a estar con mi mejor amiga Claudia. Llegamos a la autovía y nos dirigimos hacia Lucarno, el pueblo en el que solíamos veranear. El viaje era largo y decidimos parar en una cafetería para almorzar, comimos unos excelentes nuggets de pollo con patatas fritas. Después de comer, Claudia y yo fuimos al mirador que había cerca del local para ver el gran bosque que yacía enfrente nuestra. Había unos telescopios que se podían usar sin pagar es decir gratis y enseguida nos pusimos a observar el gran páramo. Al acabar fuimos a la cafetería para pedirles a mis padres dinero porque queríamos comprarnos un helado, mi padre sin dudarlo me dio la cartera, yo me quede extrañada al confiarme todo el dinero que había dentro, acto seguido le di un abrazo muy fuerte. Le pedimos al hombre dos helados de chocolate y este nos entregó nuestro pedido y dos bolsas de gominolas. Le pregunté que a que se debía este regalo y él, con una sonrisa amplia me contestó:

- No todos los días se ven a unas chicas tan guapas.

Claudia y yo nos sonrojamos y le dimos las gracias, empezamos a devorar todo en unas mesas dentro del local porque ahí dentro había televisión y estaban hechando nuestro programa preferido "La naturaleza glacial".
Al terminar nuestro capricho y las gominolas fuimos hacia la mesa de mis padres que estaban por fuera del local para preguntarles que a que hora emprenderíamos de nuevo el viaje. De repente empezamos a escuchar gritos procedentes del exterior de la cafetería, Claudia y yo nos asomamos al cristal para ver que ocurría e inesperadamente...

CONTINUARÁ...

The Walking Dead ArriveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora