"Ya no quiero esto, ya no quiero este vacío dentro de mí. La soledad siempre me ha acompañado. No quiero solo ser abrazado por el frío de la noche, necesito el calor de unos brazos y el amor de unos labios. Ya no quiero estar ahí en la oscuridad, siempre fría y desolada"
Camus estaba sentado en uno de los sillones de su templo. Estaba leyendo un libro, o eso parecía. Por dentro un vacío se apoderaba de él, la soledad. Sentía que el frío se estaba apoderando de su cuerpo. Solo quería un poco de calor, ya no estar solo en el frío de la noche.
Decidió salir a caminar por el santuario, al caminar nadie lo saludaba con una sonrisa, pero Camus no los culpaba, ya que siempre daba la impresión de frialdad. Y era eso mismo lo que lo estaba matando, su propia frialdad había creado un muro entre él y el mundo. Siguió caminando sin parar, porque sabía que si paraba lágrimas comenzarían a brotar de sus ojos. Con pasos rápidos llegó hasta un acantilado. Se paró de frente a aquella masa de agua y sintió como el viento soplaba hacia su cuerpo. Estiró los brazos, el viento se filtró a través de él,hizo volar sus largos y finos cabellos rojos. Era frío, pero eso era lo único que tenía. El viento frío era lo único que aún lo mantenía y al mismo tiempo lo que más lo entristecía. Las lágrimas no tardaron en llegar como manera de desahogo. Ya no quería estar así. Pero eso era inevitable, la soledad para él era inevitable.
Se desprendió de su armadura, quedando en una musculosa larga de color azul y un par de pantalones, después se sentó en el suelo y observó las estrellas. Sus ojos miraban a la nada, pero en un momento se sintieron atraídos por una estrella en particular, Antares, aquella era la estrella más brillante de toda la constelación de escorpio. Sonrió al recordar a su amigo. De todas las personas que él conocía el rubio era el único que se había mantenido cerca de él a pesar del frío.
Milo susurro el joven acuariano. Pensó que seguro el escorpiano se quedaba junto a él por lástima, sin embargo aunque en verdad el escorpiano estuviera . Camus sentía un gran afecto hacia su compañero. Sentía que era la única persona con la cual podía sonreír en tranquilidad. Una persona con la cual no tenía que mantener su máscara de hielo. Le gustaría enamorarse y ser amado por una persona como Milo. Se sonrojó ante la idea. Se levantó de aquel lugar y decidió subir devuelta a su templo. Aprovecho el hecho de que pasaría por escorpio para recoger un libro que le había prestado a Milo.
Al llegar al templo del escorpión pidió permiso para pasar, al no recibir respuesta decidió pasar de todas formas. Pensó que tal vez Milo se encontraba durmiendo así que ingresó a la parte privada del templo. Al llegar a la sala noto que no se había equivocado con su suposición. El rubio se encontraba recostado en el sillón durmiendo. Camus se paro enfrente de él y le dio gracia ver como este estaba recostado con todos los pelos alborotados. Sintió como una corriente de aire ingresaba por el templo haciendo temblar al escorpiano. Decidió que lo mejor era taparlo para que no se enfermara. Entró a la habitación de Milo y tomó una de las mantas que había en el ropero, se sorprendió al notar una foto de ellos en la mesita de luz, era de cuando recién habían recibido sus armaduras doradas. Se quedó observando con nostalgia aquella foto unos minutos hasta que escucho un estornudo proveniente de la otra habitación.
Llegó hasta donde se encontraba Milo y lo arropó como a un niño pequeño. Este aún dormido esbozó una sonrisa de satisfacción. Camus decidió sentarse un poco en el borde de la cama, observando. Al mirarlo sintió devuelta el vacío en su interior, sintió que quería amor. Una lágrima se resbaló por su mejilla y se escuchó un leve sollozo.
-No quiero estar solo...- se escucho que susurraba el pelirrojo. Mientras sentía que se volvía a hundir en la oscuridad de la soledad, como si fuera un rayo de luz en la noche sintió dos brazos que lo sujetaban. Se volteó para ver de quien se trataba y no era ni más ni menos que el rubio.
-M-Milo que hac...-murmuraba de manera entrecortada cuando fue interrumpido por unos cálidos labios. Una sensación de calor consumió su cuerpo, un escalofrío lo recorrió, pero no era el frío lo que lo había provocado, sino este nuevo sentimiento cálido.
"El beso era tierno y dulce, sentí que me estaba embriagando. Sus labios eran tan suaves, no quería separarme de ellos. La sensación de calidez que provocaba dentro de mí aquel acto de afecto, derritiéndome, era amor. Enrolle mis brazos alrededor de él para corresponder el abrazo. Nos separamos y nos miramos. Pronunció unas palabras que me hicieron estremecer más, provocando que un mar de lágrimas me azotara. Todo a mi alrededor se iluminó ante aquellas dos palabras y mientras me secaba las lágrimas y lo volvia a abrazar le susurre...
-Yo tambien te amo"
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Nostalgie (Milo x Camus)
Romance"Ya no quiero esto, ya no quiero este vacío dentro de mí. La soledad siempre me ha acompañado. No quiero solo ser abrazado por el frío de la noche, necesito el calor de unos brazos y el amor de unos labios. Ya no quiero estar ahí en la oscuridad, si...