𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢ó𝐧 (Iris x Tierra)

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búsqueda de la Tierra los había llevado a lugares lejanos, pero nada parecía indicar que se acercaran a su objetivo.

Cada paso que daban era más pesado que el anterior. El agotamiento se había instalado en sus cuerpos, pero aún más en sus corazones. La Luna, normalmente tan serena y confiada, caminaba con la cabeza gacha, perdida en sus propios pensamientos. Cada vez que se preguntaba por la Tierra, su pecho se apretaba, como si el destino mismo estuviera jugando con sus emociones.

Venus, aunque parecía sereno, también sentía el peso de la situación. Su mirada distante no mostraba la frustración que sentía por no obtener respuestas, pero su interior estaba lejos de estar tranquilo. Marte, el más pragmático de los tres, mantenía su mirada fija en el horizonte estelar, como si esperara encontrar alguna pista en la nada.

Venus — No entiendo por qué no hemos encontrado nada. Hemos estado viajando por tanto tiempo… —su voz se apagó, como si la desesperación comenzara a calar hondo en él.

Marte — Lo sé, pero no podemos rendirnos. La Tierra está ahí, lo sabemos. Simplemente tenemos que ser pacientes.

Luna, a pesar de escuchar a sus compañeros, no podía evitar que las lágrimas comenzaran a formarse en sus ojos. No podía mantenerse fuerte todo el tiempo.

El miedo de perder a la Tierra la consumía lentamente, y las dudas sobre si habían tomado el camino correcto empezaban a pesarle. La desesperación era tangible, y ya no podía seguir fingiendo que todo estaba bien.

La Luna se detuvo en seco, dejando que las lágrimas cayeran libremente por su rostro. Las estrellas, que antes brillaban con fuerza, ahora parecían apagadas ante la tristeza que la invadía. No podía dejar que la Tierra desapareciera, no podía perderlo. No importaba lo que tuviera que hacer, no importaba lo lejos que tuvieran que ir; la Tierra era su responsabilidad, y fallar en protegerlo significaba algo mucho más grande para ella.

Luna — No puedo… —murmuró, su voz quebrada por el llanto. — No puedo perderlo. No puedo…

Venus y Marte, al escucharla, se detuvieron y se volvieron hacia el.