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De repente, Iris, que había estado sosteniendo a la Tierra con una intensidad tranquila, comenzó a temblar ligeramente. Sus ojos brillaban con una emoción contenida, y sin previo aviso, unas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, suavemente, casi como si no pudiera contenerlas más. Se ruborizó, y su expresión se suavizó, mostrando una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver.

Iris, con voz temblorosa, comenzó a hablar, sus palabras entrecortadas por los sollozos.

Iris
- Yo... yo sabía que algún día... algún día lo entenderías... -sus palabras salieron en un susurro, casi inaudible, pero cargadas de una emoción sincera que hacía que el aire a su alrededor se volviera aún más denso.

Las lágrimas continuaban cayendo mientras sus manos acariciaban suavemente el cuello de la Tierra, como si intentara borrar la mordida que había dejado en la piel de su amado. Iris, completamente sonrojado, acercó sus labios al cuello de la Tierra, besándolo con ternura, dejando una marca suave, casi como una promesa.

Iris
- Te amo, te amo tanto... -susurró repetidamente, como si esas palabras pudieran aliviar su corazón.

Cada "te amo" era dicho con una devoción que no podía ocultarse, con una obsesión que, aunque dulce, también mostraba la profundidad de su necesidad de la Tierra. Iris apretó al máximo a la Tierra contra su pecho, como si temiera que el momento se desvaneciera.

Iris
- Eres mío... siempre serás mío... -dijo entre sollozos, y aunque su tono era suave, había una firmeza en sus palabras que transmitía un deseo irrepetible, como si esas palabras fueran un pacto entre los dos.

La Tierra, aunque sorprendido por la vulnerabilidad de Iris, no pudo evitar sentir algo cálido al escuchar sus palabras. Un rubor se apoderó de su rostro mientras su corazón latía más rápido, una sensación extraña lo invadió, algo que no podía identificar claramente.

El sollozo de Iris, su fragilidad momentánea, tocó algo dentro de la Tierra. Por un momento, el corazón de la Tierra comenzó a responder a esa necesidad sincera de Iris. Sin palabras, la Tierra levantó sus brazos y rodeó a Iris con fuerza, abrazándolo, sin saber qué decir, pero sintiendo un calor que no podía ignorar.

El abrazo no fue perfecto, ni limpio de complicaciones. Era un abrazo cargado de contradicciones: el miedo, la confusión, pero también una aceptación silenciosa. La Tierra, al sentir a Iris tan cerca, tan vulnerable, dejó que el rubor en su rostro se profundizara aún más. No podía entender lo que sentía, pero, por un breve momento, se dejó llevar por la calidez de ese abrazo.

Iris, al sentir el abrazo, se aferró aún más a la Tierra, sintiendo que su corazón latía desbocado de felicidad.

Iris
- Te amo, te amo tanto, Tierrita... -repitió, con una sonrisa entre lágrimas, sabiendo que, aunque la Tierra no dijera nada, ese gesto era más que suficiente para él.

𝐎𝐛𝐬𝐞𝐬𝐢ó𝐧 (Iris x Tierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora