Catacumbas © [Historia Corta]

Capitulo 2:

Cuando el hombre se acercó a ella, Pandora le miró a los ojos. Cuan demacrado estaba. Se le veía dolido.

- Mi reino, Pandora... los han matado. Necesito tu ayuda, quiero vengarme. Han matado a mi tribu.

- Pero... ¿qué ha pasado?

El cuerpo de Pandora sufrió un escalofrió cuando la tocó.

- Ven a mi mente, pequeña. Míralo tú. Mira como escapamos

Ella cerro los ojos, perdiéndose en la mente de su amigo. Imágenes que en un principio no tenían sentido, hasta que más tarde se hicieron nítidas. Imágenes de una pelea...una cacería inmensa...como la gente que ambos conocían iba desapareciendo...a manos de alguien que no se dejaba ver...el y sus secuaces...gráciles movimientos para acabar con la vida de los seres que querían...

Pandora cerró los ojos mientras lágrimas de sangre recorrían sus mejillas. Cuanto dolor se dibujaba en el rostro de ambos, un rostro agradable a la visión, el de ella, y uno grotesco, casi inmundo...el del Nosferatu.

Todos murieron menos ellos dos, menos el que la había guiado y el que ahora tomaba su brazo apretándolo con fuerza.

Los ojos de Pandora se abren desorbitadamente cuando el desconocido se quita la mascara. No puede ser.

Un hombre, de unos 20 años...su antiguo amor...el que fue su perdición hace ya tanto tiempo...su compañero... su amante...su delirio... Lerian.

¿Cómo pudo hacer una atrocidad así? No era típico de él, hacía tanto que no se veían.

- Una vez te ayudamos, Pandora. Ahora quiero pedirte que por favor vengues la matanza de los que hace poco fueron tus consejeros. De aquellos que te ayudaron. Se que será duro, pues te enfrentas a tu amante durante casi dos siglos, pero tal atrocidad no puede ser perdonada.

Su voz le provocaba escalofríos. No quería escucharle. Todo tenía que ser una macabra broma de mal gusto; aquello era una pesadilla.

Dejó de llorar al tiempo que miraba ese rostro descompuesto. Dolor y odio se reflejaba en su mirada todo unido en una extraña alianza. El temor afloró al hermoso rostro de la joven, y tuvo miedo, miedo por la fiereza con la que el hombre se expresaba, miedo por lo que tenía que hacer, miedo por lo que iba a hacer.