Ella se dio la vuelta para hablarle...
-¿Qué sabes de él? - le chilló-.
Pero allí ya no había nadie.
Pandora salió de las catacumbas más que enfadada furiosa. ¿Quién diablos se creía ese nosferatu? Pedirle que matara a su antiguo amante. Él no entendía de amor.
Viejos recuerdos agolpaban su mente. Quien todo le enseño debía morir ahora, en sus manos.
Tomó una de las callejuelas que llevaban al Hécate. No podía matarle, no quería matarle.
Miró su vestido, estaba completamente manchado de barro así que decidió pasar antes por su mansión, no podía tener una apariencia pordiosera en el Eliseo de su madre. Así que sin pensarlo dos veces cambio la dirección que seguía. El frío sería un problema si le afectara en manera alguna. Poca gente que había por las calles a tan tardía hora. Pero alguna había, y la miraban fijamente. Una mujer pálida en exceso con un fino chal que cubría. Sus ojos azules, como el mas perfecto de los zafiros tenían un fulgor rojizo, parecía contrariada... estaba contrariada.
Cruzó rápidamente el jardín que daba la entrada a su casa. Subió a sus dependencias y decidió que no iría al Hécate.
Preparó el jacuzzi con sumo cuidado, llenándolo de agua, sales aromáticas y espuma. Quería relajarse, tenía cosas en las que pensar y cosas que deseaba olvidar.
Se quito el sucio vestido y se introdujo en el agua, apoyando la cabeza en el frío mármol. Y casi sin poder evitarlo comenzó a recordar. Recordó su amorío con aquel Tzimisce, como le había enseñado todo lo que sabia, como le había querido, y cuanto le dolió lo que paso entre ellos. El Sabbat y la Camarilla. Blanco y negro. Frío y calor. Algo que cambió la vida de los hermosos amantes.
La separación fue tan dolorosa que era preferible olvidar. Pero después de tanto tiempo las cenizas resurgían. El amor y el odio nacían de nuevo en ella, en la mas perfecta de las complicidades.
Su mano empapada se poso sobre la espuma jugando con ella, mirando el vacío. Pero ya no le amaba. Aquello acabó hace tiempo.
¿Un ruido en la planta baja? Imposible, no esperaba a nadie...no había ya nadie a quien quisiera ver...
Todo le había salido mal. Desde antes del abrazo, después de este, solo dolor; dolor que ya duraba siglos.
Ahora sí, el ruido era mas constante. Ella se incorpora en el jacuzzi y una mano roza su hombro. Ella se gira y mira el rostro, alguien conocido que sonríe casi diabólicamente. Y luego ya solo siente que tiene sueño, pero está consciente. La toman en brazos grácilmente, pero un escalofrío recorre su cuerpo y siente miedo... antes de no recordar nada. Antes de perderse en el olvido que tanto añora.
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Catacumbas © [Historia Corta]
VampirLa mujer está tendida en la cama, totalmente desnuda, de belleza equiparable a la de las diosas antiguamente veneradas. Sus ojos cerrados le dan una apariencia de tranquilidad como si estuviera sumida en un profundo sueño, sueño del que no quiere de...