SIN BESO DE DESPEDIDA

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Prólogo

"Aun guardo tus flores marchitas, mis labios, mis manos y mi mirada. Mi desastrozo pelo despeinado y el malhumor de mis mañanas.
Aun guardo las palabras que no te dije, el beso de despedida, algunas de las tantas cartas que te escribí y no leíste. El café que se enfrió, la cama mal tendida... Aun guardo en mi recuerdo tu perfume, el olor de tu piel, tu risa. Los 28 lunares de tu espalda, tu figura y el sonido de tu voz.
Aun tengo en algún cajón lleno de polvo, guardados los pedazos de nuetra historia de amor, nuestro album de fotos.
También están en algún recondito lugar de mí, las lágrimas que no derramé cuando te fuiste, y el nudo que se formó en mi garganta.
Guardo, además, las primeras gotas de lluvia que cayeron aquel día, en un pequeño frasco de cristal.
Quisiera que supieras que también he reservado para ti mi primer baile, que mi reloj aun marca la misma hora que cuando te marchaste, y que en mi calendario aun es 26 de septiembre. Aunque aun no ha llegado la primavera...
Mi cuerpo aun está frío, y el vacio que dejaste en mí me consume... Todavía te escribo, como si fueras a leerme, y mi desastroza poesia sigue estando inspirada en ti... Sigo siendo una fumadora empedernida, y desde que te fuiste soy adicta al café...
La soledad se ha vuelto mi más fiel compañera, compartimos horas de insomio. Mi almohada ya no me seca las lágrimas, creo que está ofendida porque no te supliqué que te quedaras.
Mi casa y mi cama, son un desastre, al igual que mi calma.
He perdido un poco más la cordura, y la asquerosa manía de ser cordial me ha abandonado.
Mi paciencia hace siglos se ha esfumado, y en el humo de algún cigarro, se perdieron mi sonrisa y mi escaso romanticismo...
Mis ojeras están un poco más marcadas, quizá ya no duermo lo suficiente.
Mis días se han transformado en una asquerosa rutina, y ya nada me divierte. Aunque tú sabes que nunca he sido una persona muy divertida.
Además, he decido dejar de leer, porque mi mente rebelde encuentra recuerdos de ti en cada linea, en cada párrafo. Todas las historias me recuerdan a ti.
Todos los días son grises y tormentosos sin ti, y joder, te extraño tanto. Aunque también creo que me extraño a mi misma. A mi misma entre tus brazos...
Tu cuerpo atravesado en mi cama, tú y mi maldita manía de verte dormir...
Ya es de madrugada y aun estoy aquí sentada en nuestra mesa, rodeada de colillas de cigarros y papeles arrugados. Esperando que por algún capricho del destino vuelvas a mí..."

Sus delgadas manos recogieron poco a poco sus escritos. Su cuerpo la dirigió a su habitación casi que por inercia, y cayó sobre la cama agotada. Su propia mente la torturaba y esa noche también soñó con él.
*******
Me levanté algo mareada, y desayuné contra mi propia voluntad. Limpié con desgana mi casa, y me dirigí a una asquerosa jornada laboral. El día gris conmbinaba con mi humor, y con mi alma. "Que no llueva, que no llueva" susurraba en una pequeña parte de mí. Aunque desde que Tom y yo terminamos los días lluviosos y nublados son mis favoritos. Pero sinceramente no tenía ganas de mojarme.
Llegué apresurada, pues como de costumbre se me había hecho tarde, y encima tenía una puta reunión con los demás editores. "¡Mierda, Laura por qué carajos nunca puedes ser puntual!" Me gritaba, exasperada, la voz de mi subconsciente, la que solo me hablaba para regañarme en momentos como estos y en algunos otros cuando me abrazaba a mi maldita autocompasión.
Entré en el ascensor y me miré en el espejo de cuerpo entero "¡Joder, mira esas ojeras! Cualquiera podría decir que no has dormido en años" Mierda, otra vez mi caprichosa voz interior. ¿Será que no se callará nunca? Las puertas se abrieron y salí disparada hacia la sala de reuniones.
Después de dos horas de una asquerosa reunión a la que no le presté ninguna atención fui a mi oficina y termine mis horas laborales. Salí del edificio donde se encuentra la editorial para la que trabajo. Compré mi dosis de cigarrillos diaria y paré en una cafetería para comprar un café para llevar.
La maldita cafetería estaba llena de gente, la cola parecía ser infinita, y yo esperaba en la mitad de ésta maldiciendo por lo bajo, cuando escuché una voz que se me hizo realmente familiar.
Toda mi piel se erizó y mi mente empezó a dar vueltas. Estaba mareada, me temblaban las piernas y mi cuerpo no respondía. Me giré lentamente hacia la puerta de la cafetería y allí estaba él. Sentí que mi corazón se salía de mi pecho y algunas lágrimas amenazaban con escaparse. Mis ojos estaban nublados. "¡Joder, qué coño hace él aquí!"
No sabía que hacer, ahí estaba él tan hermoso como siempre, y allí estaba yo, tan desastrosa y desarreglada.
El tiempo se había detenido, yo estaba parada inmóvil, mirándole como una idiota. Hasta que nuestras miradas se cruzaron. Mis manos temblaban y mi cuerpo delataba mi nerviosismo que crecía cada vez más a medida de que Tom avanzaba hacia mí acortado la distancia entre nosotros.
-¿Laura? -Dijo él poniendo su cabeza de costado, sus ojos examinaban mi rostro. Pude ver en ellos algo de preocupación.
-Tom. -Dije yo sin apenas poder articular palabra. Mi voz y mi inteligencia parecían haberme abandonado.
De un momento a otro él se abalanzó sobre mí y me abrazó. Y entonces el mundo desapareció. Ya en su pecho mis lágrimas empezaron a fluir. No podía creerlo. Él estaba aquí y me tenía entre sus brazos. Y yo no quería que ese abrazó terminara nunca.
Nos separamos y él volvió a mirarme. Ahora en sus ojos había una gran preocupación "Pero por supuesto, estúpida, sí estas llorando como una niña pequeña..." Mierda, es cierto.
-Hola... -Susurré con una media sonrisa tímida, mientras me limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.
-Hola -Respondió con su maldita sonrisa sexy de chico malo.
Mierda mi subconsciente se está babeando.
-¿Cómo estás?

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