God Laughs

Capítulo 17. Pensamientos intrusivos

"Derek, escucha, estoy con Addison en el hospital, ella está... ¡Oye!"

Derek no durmió esa noche. Ni siquiera lo intentó. Se quedó acostado, con los ojos abiertos en la penumbra de la habitación de Meredith, mirando al techo sin realmente verlo. Cada vez que los cerraba, las palabras de su hermana regresaban con más fuerza, como un golpe seco en su pecho.

Amelia nunca llamaba. No era de esas hermanas amorosas que marcaban solo para charlar, para preguntar cómo estaba su hermano mayor o para compartir detalles triviales de su día. Cuando su teléfono sonaba y su nombre aparecía en la pantalla, significaba dos cosas: una emergencia o una mala noticia. Así había sido cuando lo llamó en febrero para comunicarle sobre la muerte de Bizzy. Así se sentía ahora, que había llamado y cortado sin dar más explicaciones.

"...Estoy con Addison en el hospital..."

Ella y Addison estaban en el hospital... Addison estaba en el hospital. ¿Por qué había remarcado eso? Amelia no había dado explicaciones ni contexto, solo lo había dejado caer como si él tuviera que entender el mensaje implícito.

Esa frase podía significar muchas cosas. Cualquier persona común y corriente al recibir ese tipo de llamada a las ocho de la noche podía asustarse, imaginarse que se trataba de un accidente o una tragedia, pero al tratarse de médicos... eso no era una novedad.

El hospital era su segunda casa. Por supuesto que Addison, una cirujana, iba a estar en un hospital. No había nada de extraordinario en eso. Sin embargo, algo en la forma en que Amelia lo dijo le hizo saber que esto no era una simple casualidad. Su tono agitado, los gritos de fondo, el corte abrupto de la llamada... algo pasaba.

Por supuesto que inmediatamente finalizó la llamada, él había intentado llamarla de nuevo. Llamó una, dos, hasta cinco veces, pero Amelia nunca más respondió. Su celular estaba fuera de línea... como si se hubiera quedado sin batería o simplemente se hubiera perdido.

El silencio solo empeoró su ansiedad.

¿Y si realmente había pasado algo grave? ¿Y si la llamada sí había sido por un accidente? ¿Y si Addison había sufrido un accidente? ¿Y si estaba en cirugía en ese mismo instante? ¿Si estaba en la UCI? ¿Si había perdido demasiada sangre?

El peor pensamiento de todos lo golpeó con un escalofrío helado. ¿Y si Addison estaba...?

No.

No podía estar muerta. Ese tipo de noticias llegaban rápido. Si Addison hubiera muerto, alguien ya le habría llamado.

¿O no?

Por un momento, pensó en llamar a Amelia desde otro número, intentar tomarla desprevenida y obligarla a responder. Pensó en llamar directamente a la práctica privada, o al hospital St. Ambrose, preguntar por Addison con cualquier excusa. Pero... ¿tenía derecho a hacer eso?

Ella había sido clara al alejarse de él. Si hubiera querido que él supiera lo que estaba pasando, se lo habría dicho. Si no lo hizo, significaba que no quería que él se involucrara.

Entonces no tenía que involucrarse...

La sala de imágenes del Seattle Grace Mercy West estaba en penumbra, iluminada solo por el resplandor de los monitores y el tenue brillo de la máquina de tomografías. Derek estaba revisando la pantalla con el ceño fruncido, tratando de evadir sus pensamientos mientras analizaba el tumor de Kyle, su paciente de seis años. Aquel meduloblastoma había crecido notablemente con respecto al mes anterior, y la cirugía para la extirpación se veía cada vez más complicada y arriesgada. Sabía que debía actuar rápido antes de que se volviera un caso inoperable. Tenía que coordinar con la disponibilidad de Avery y la de Lexie, y...