El bar aún vibraba con la energía de la canción de T/N. Las conversaciones estaban llenas de emoción, y algunos clientes seguían tarareando la melodía que acababan de escuchar. Pero para T/N y Emikukis, el mundo parecía haberse reducido a solo ellos dos.
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— "No esperaba que hicieras algo así," — confesó Emikukis con una sonrisa radiante.
T/N se encogió de hombros, su mirada reflejando diversión.
— "Bueno, París inspira. Y tú… bueno, tú también."
Las mejillas de Emikukis se tiñeron de rojo, pero antes de que pudiera decir algo, Karma carraspeó con burla.
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— "Bien, bien, esto es muy bonito y todo, pero ¿qué sigue? Porque si se quedan aquí mirándose como en una película de romance, me voy a dormir en la mesa."
Emikukis y T/N rieron, rompiendo un poco la tensión.
— "Podríamos caminar un poco más," — sugirió Emikukis. — "La noche aún es joven."
Con la brisa fresca de la ciudad acariciando sus rostros, salieron del bar y retomaron su paseo por las calles empedradas. París tenía un encanto especial de noche, y cada rincón parecía contar una historia propia.
Pasaron junto a artistas callejeros que pintaban con precisión bajo la tenue luz de las farolas, mientras otros tocaban melodías suaves en sus guitarras. Era como si la ciudad misma les ofreciera una serenata privada.
— "Es increíble estar aquí," — dijo Emikukis, apoyándose ligeramente en el brazo de T/N. — "Todo esto se siente tan irreal."
— "Tal vez porque lo es," — respondió él en un tono juguetón. — "Digo, estamos en París, acabamos de dejar un candado en el puente y tuve mi momento de película cantando en un bar. Falta que aparezca la Torre Eiffel brillando en el fondo y ya es oficial."
Emikukis rió, dándole un suave empujón en el brazo.
— "No necesitas la Torre Eiffel para que esto sea especial."
