Triste y avergonzada se apresuraba a cubrirse los moretones en su rostro.
Desconsolada, pero no le guardaba rencor; ella siempre lo amó, y lo seguía haciendo a pesar de que su relación ya había terminado. Su amor fue tanto que aguantó 3 años en esa relación llena de gritos e insultos, hasta que en un momento las agresiones se descontrolaron y en un arrebato de ira el chico trató de matarla.
Durante todo ese tiempo ella se culpó a si misma del cambio drástico en la personalidad de él. No había otro motivo.
Al principio era el novio perfecto, siempre atento y considerado, la apoyaba en los momentos difíciles, todo un caballero. Pero entonces pasó.
Una situación sin importancia llevó al chico a la paranoia, pues aunque ella en ese entonces no lo sabía, él llevaba muchos celos ocultos en su interior, que posteriormente se convertirían en una pesadilla. Desde ese momento todo cambió. Su relación cayó en un torbellino de dudas y desconfianza mal infundadas; por desgracia la fuerza física pudo más que la razón.
Solo cuando estaba en la cama de un hospital pudo darse cuenta de la gravedad del asunto, y un dolor más profundo que el físico surgió cuando tomo la decisión de abandonar a ese primer y único amor. Todos le decían que era por su bien, pero sentía que su felicidad se iba tras las rejas con ese chico.
Ya habían pasado 2 años desde aquel difícil momento. Sus heridas ya habían sanado, o al menos las físicas. En su mente todavía estaban algunos de esos sentimientos, entre ellos el miedo a confiar de nuevo en un hombre. Tenía miedo de entregar su corazón y que lo rompieran otra vez.
Pero afortunadamente ella sabía que la vida le deparaba muchas cosas buenas y todavía le faltaba un largo camino que recorrer y muchas personas por conocer; solo tenía 16 años.
La secundaria. Un lugar que siempre infunde miedo; miedo a lo desconocido, miedo a lo que dirán los demás, miedo a fracasar. Mucha gente observando y juzgando. Es normal sentirse un poco solo al principio, sobre todo si inicias un nuevo año en una nueva escuela.
Pero vida nueva, ambiente nuevo, no puede ser tan malo; sobre todo por lo que ella ya había atravesado. Esta era su oportunidad de dejar el pasado atrás y empezar a avanzar hacia un mejor futuro.
El primer dia de clases siempre es extraño. No sabes qué hacer ni a donde ir, solo observas y reflexionas. Lo mismo sentía ella. Se sentía abrumada, solo quería encontrar un lugar tranquilo donde pudiera procesar todas esas emociones.
Se alejó de la gente por un momento y se dirigió a un pasillo vacío, solo se veía el brillo del piso recién pulido aumentado por los rayos de luz que entraban por los grandes ventanales. Se sintió conforme y se recostó de unos casilleros, lentamente se dejo caer, respirando suavemente para tranquilizarse.
-¿Qué haces aquí?
Una agresiva y fuerte voz le hizo dar un pequeño brinco en su sitio. Después de ahogar un pequeño grito de sorpresa observó a la persona que le había hablado. Era un chico alto, de cabello castaño, musculoso, sus brazos descubiertos revelaban muchos tatuajes; al momento en que ambos hicieron contacto visual quedaron como hipnotizados, el chico llevaba lentes oscuros y en un lento movimiento se los quitó, revelando unos increíbles ojos verdes.
-Discúlpame, ¿te asuste?-su vos era tan profunda que el eco podía escucharse por el largo pasillo.
-Ah, sí, un poco-dijo ella, levantándose rápidamente del suelo, sin quitarle la mirada de encima. Sentía una mezcla de miedo y atracción.
- Lo siento, es que no acostumbro a ver gente por aquí a esta hora. No te había visto antes, ¿eres nueva?
- Si, hoy es mi primer dia.
- Que bien. Disculpa por asustarte. Espero que no te hagas una idea equivocada de mí- ella notaba como su ronca voz se hacía cada vez más suave y atractiva.
- No no no, descuida- le dijo ella sonriendo- es que me siento un poco nerviosa, eso es todo. Por cierto, mi nombre es Gabrielle, pero me dicen Gaby.
- Gabrielle... que hermoso nombre.
Estrecharon sus manos y el tiempo se detuvo lo suficiente como para hacer que ella se sonrojara por el tacto de su mano. Él reaccionó cuando ella no pudo soportar más y apartó por un momento la mirada de sus intensos ojos.
- Discúlpame de nuevo-le dijo nervioso, retomando el movimiento del apretón- yo me llamo Matthew, pero puedes decirme Matt.
- Pues mucho gusto Matt. Y... ¿en qué año estas?
- Estoy en 3° año, ¿y tú?
- ¿En serio? –su voz sonó demasiado emocionada, pero rápidamente la disimuló- yo también estoy en ese curso. Pero, ¿no eres algo mayor?
-¿Estas diciéndome viejo? –de repente la sonrisa de Matt se esfumó y su cuerpo se puso tenso como un poste, sus ojos verdes se opacaron hasta mostrar una especie de enojo, cosa que de inmediato le trajo malos recuerdos a ella; sintió pánico.
- ¡No no no, nada de eso! ¡Yo solo...! –el miedo comenzó a ser evidente y sin dejar de mirarlo comenzó a retroceder.
- Oye Gabrielle tranquila, no te alteres, era una broma –su profunda voz sonaba sinceramente preocupada- ¿Qué tienes? No te voy a hacer ningún daño.
Sin poder controlarlo ella comenzó a llorar. Todos los malos recuerdos se abarrotaron en su mente e hicieron que el trauma se manifestara de nuevo. Su respiración acelerada ahogaba el llanto que salía de su garganta mientras él la abrazaba con fuerza contra su pecho. Mientras lo abrazaba, Gabrielle sentía como el corazón de Matt se aceleraba.
Cuando ella se calmó se sentaron en el suelo y después de un silencio que pareció una eternidad, ella habló. Le conto a Matt toda su historia; no le importaba que él fuese un extraño, sentía como si lo conociese desde hace mucho tiempo y sentía que podía confiar en él.
- De verdad Gabrielle siento mucho por lo que te hice recordar, se que fue muy duro para ti, y contarme todo esto es muy valiente de tu parte.
- No te preocupes, nada de lo que pasó fue por tu culpa, y después de un tiempo comprendí que tampoco fue mía. Ese chico tenía problemas, lamentablemente el corazón no me hacía ver la realidad hasta que fue demasiado tarde.
- Así es, pero gracias a Dios aun sigues viva...
- Si, por poco –ambos rieron tímidamente, concentrados en las miradas del otro. Un momento después Matt dirigió su vista a otro lado y cerro sus ojos por un instante.
- Bueno, por lo menos hay algo que hay que agradecerle a ese desquiciado...
- ¿Qué cosa? –ella le miró sorprendida.
- Si nada de eso hubiera pasado... no nos hubiéramos conocido.
La mirada de Gabrielle se relajó y se dibujó una hermosa sonrisa en su rostro, al igual que el rostro de Matt. A esto le siguió otro abrazo, pero ya no estaba lleno de tristeza ni de miedo; con ese abrazo nació un nuevo sentimiento.
- Gabrielle... - Matt llamó su atención- se que no me conoces y entiendo que puede ser difícil para ti confiar de nuevo, pero quiero que me des una oportunidad. Quizás pienses que estoy loco, pero cuando te vi sentí algo que jamás había sentido.
- Matt yo... -ella no salía de su asombro.
- No quiero obligarte a quererme pero por lo menos déjame estar a tu lado. Ahora que te conocí siento la necesidad de estar contigo y cuidarte. Jamás sería capaz de hacerte algún daño y si otra persona lo intenta se las verá conmigo. Quiero ser el que te acompañe en tus luchas, en tus victorias y en tus derrotas, déjame ser tu ángel guardián, Gabrielle...
- Matt, ya no digas mas.... –ella se inclinó sobre él y le planto un beso en sus labios, sus respiraciones se mezclaron y sus corazones saltaban de sus pechos. Luego de unos segundos ella se separó lentamente y al abrir sus ojos se encontraron con miradas sonrientes por parte del otro.
- Matthew... estaré loca yo también, pero creo que Dios te envió para ser mi ángel guardián –él sonrió- además, me encanta que no seas un ángel convencional –dijo esto con una sonrisa pícara, haciendo referencia a sus atractivos tatuajes.
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Dear God - M. Shadows Oneshot
FanfictionNueva vida, nuevo amor... no importa lo horrible de tu pasado, siempre va a aparecer ese alguien como caído del cielo. NOTA: Matthew Sanders, mejor conocido como M Shadows es el vocalista de la banda de heavy metal Avenged Sevenfold. El titulo de es...