Una "simple" fiesta.

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Estaba sentada en el sillón colgante del porche de mi casa mientras leía un libro. Eran vacaciones de semana santa y el calor era insoportable, con un cielo totalmente despejado y con los rayos del sol cayendo sobre nosotras sin importar si nos quemaba o no. Viva México y sus zonas áridas donde mis antepasados –sin pensar en sus futuras generaciones- se habían instalado hace unos 80 años.
Paula movía su cabeza a al ritmo de "6 am de Farruco", la nueva canción de moda, haciendo que yo perdiera la poca paciencia que tenía.
-Pau, para de moverte, no me dejas leer idiota.
-Cálmate un poco grinch-
-Quita eso, por favor
-No, yo sé que te encanta Becky
Rodee mis ojos, no me interesaba la canción en sí, solo que ¡por el amor de la santa madre petra de los milagros! No me permite leer en santa paz, así que con un suspiro, le puse mi separador al libro de "Amor y otras palabras extrañas" de Erín McCahan, y lo deposite a un lado mío.
-¿Qué quieres hacer hoy Pau?
-Hermanita, es viernes y este cuerpazo de diosa que tienes frente a ti, lo sabe.
No puede evitar reír muy fuerte mientras ella me miraba mal, segundos antes de reír conmigo.
-Eres una idiota Paulina.
-Sí, pero así me amas.
Y eso no podía (y tampoco pensaba) negarlo, a pesar de que nos llevamos unos meses de diferencia y no tuviéramos la misma sangre corriendo por nuestras venas, algo aún más fuerte que la sangre nos unía, algo invisible e indescriptible.
-No lo niego. Pero en serio ¿Qué quieres hacer hoy?
-¿No le has preguntado a Fernando si hay planes para hoy?
-No anda aquí, se fue de viaje.
La mire mal, aunque Fernando estuviera aquí ella sabía a la perfección que no le iba a preguntar en que planes habían quedado. Fernando es mi ex, y acabamos de terminar apenas hace unos días.
-¿Y a Roberto?
-Paula, para de hacerte la pinche graciosita ¿sí?
Roberto también es mi ex. Termine con él hace un mes y no me ha vuelto a dirigir la palabra.
-No es mi culpa que hayas sido novia de tantos chavos, hermanita.
-Bueno, al menos llama a alguien a ver que hacemos hoy.
-Si jefa.
Al final, Roció nos invitó a una quinceañera en un rancho de una de sus amigas y Paula y yo teníamos permiso de ir, siempre y cuando nos trajera la madre de Roció o que nos quedáramos con ella.
Y obviamente elegimos la opción de quedarnos con ella.
La quinceañera empezaba a las 3 de la tarde –la fiesta, no la misa- así que a la 1 de la tarde me metí en la ducha.
No voy a mentir y decir que mi casa era enorme con pinturas de Picasso originales, o que iba en un colegio súper privado donde había casilleros, porristas y chicos con un cuerpazo de dioses griegos , o que mi piel era blanca como la leche y que tengo bellísimos ojos azules;! eso es una farsa!, me refiero a que esto es México (ME-XI-CO), la probabilidad de toparte a alguien con esas características (exactamente con esas características) era de un 5% nivel nacional, ahora que toparse con eso en mi región la probabilidad bajaba hasta un 0.3 % más o menos. La realidad era que mi casa era de 4 habitaciones con solo 2 baños para 5 personas que se duchan y hacen sus necesidades a diario (no nos sobraba ni nos faltaba espacio, pero si nos podíamos dar lujos como el sillón colgante), mi escuela es una publica que por alguna razón los directivos se creen de colegio privado con horribles uniformes, chicas que son unas perras populares sin necesidad de ser porristas y los chicos que de un 100%, un 50% eran guapos, otro 30% eran pasables y un 20% eran feos sin remedio, mi piel es morena; pero morena del norte ¿saben a lo que me refiero? No somos ni muy morenos como muchos del sur pero tampoco somos transparentes como muchos del D.F., mis ojos eran un café muy común y mi estatura era promedio –apenas llegaba al metro sesenta- así que no, esto no era como muchos libros que yo leía.
Para las 3:30 Paula y yo estábamos más que listas, ella en un hermoso y no muy corto vestido color beige con cuello cuadrado pero con un hermoso escote en la espalda que no era muy provocador pero si te dejaba con algo que decir, su cabello corto color castaño estaba perfectamente planchado mientras que su fleco teñido de rojo obscuro se curveaba a un lado de su rostro, dejando su cara totalmente a la vista, sus ojos cafés claros tenían una fina línea de delineador café con una sombra clara para dar luz y sus labios gruesos en forma de corazón estaban pintados por un rosa pálido que le quedaba perfecto; ella no quería aparentar más edad de la que tenía así que todo iba acompañado con unos tacones de 5 centímetros color dorado que acompañaba a la perfección sus larguísimos pendientes del mismo color. Mientras que yo iba en un vestido negro con cortes en la cintura que era ceñido de la parte de arriba y suelto de abajo y me llegaba a mitad del muslo, con unos zapatos sin tacón color dorado que hacia juego con mi cartera y mi anillo, mi cabello estaba perfectamente planchado al igual que mi flequillo y mis ojos color café obscuro estaban delineados al estilo "gato" con delineador negro y mis labios estaban cubiertos de un labial rojo sangre.
-Becky, si no fueras mi hermana, te llamaría perra.
-Y yo te llamaría zorra querida hermana.
-¿te amo lo sabes verdad? –dijo Paula mientras fingía una voz de llanto y se quitaba unas lágrimas falsas.
-Y yo a ti
Tome su mano con la mía mientras salíamos de mi habitación y en la sala mi padre y su madre nos veían fijamente.
-¡Paula por el amor de dios! Ponte un suéter –exclamo mí (nuestro) padre con indignación mientras hacia una cara muy extraña y las arrugas en su frente se marcaban.
-Ya Ronaldo cálmate, están vestidas decentemente, otras chicas se irían con algo que muestre más que eso-dijo la (nuestra) mamá de Paula, haciendo un gesto de asentimiento hacia nuestro aspecto-Se ven hermosas chicas.
-Lo sabemos –respondimos al mismo tiempo Paula y yo, con una gran sonrisa estampada en la cara
-Bien chicas ahora, las reglas: no tomen, no fumen, no tengan relaciones...
-Y si las tienen háganlo con protección –interrumpió mamá Yadira
-¡NO! Nada de relaciones, no acepten bebidas de extraños...
-No nos vallamos con extraños...-lo interrumpió Paula
-Y por último nada de drogas. –Concluí con una sonrisa- lo sabemos papá.
Siempre era el mismo discurso cada que salíamos de fiesta.
-Correcto. ¿Llevan dinero? –dijo papá mientras sacaba su billetera
-Si, ambas tenemos
-Perfecto ¿y los cargadores de sus celulares? –dijo mientras volvía a dejar su billetera en el bolsillo trasero de su pantalón.
-También. Ya nos vamos papá, se nos hace tarde.
Nos acercamos a ellos, yo con mi padre y Paula con su madre a darles unos sonoros besos en la mejilla y luego cambiamos de lugar.
-Hasta luego –se despidió Pau por ambas mientras yo abría la puerta. 

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