Hoseok.
Me desperté con una sensación cálida y reconfortante, una presión suave sobre mis labios que me sacó lentamente del sueño. No tardé en reconocer el roce de su boca, ese contacto que se había convertido en mi refugio en los últimos dos días.
— Buenos días, amor. —susurró Taehyung contra mi piel, y no pude evitar sonreír.
— Hmm... buenos días. — respondí con voz aún adormilada, disfrutando de la caricia de su aliento antes de que se apartara apenas unos centímetros.
Hacía una semana que vivía en su departamento, y no había habido un solo instante en el que nos hubiéramos alejado el uno del otro. Habíamos compartido cada momento, cada palabra, cada roce de piel como si temiéramos que, si nos separábamos, aunque fuera un segundo, todo desaparecería. Y quizá ese miedo no era del todo infundado. Porque, aunque estos dos días habían sido los más felices de mi vida después del nacimiento de mis hijos, había algo que empañaba la plenitud de mi felicidad. Jackson aún estaba ahí afuera.
Por más que intentara apartarlo de mi mente, su sombra seguía persiguiéndome en cada rincón de mis pensamientos. Me aterraba la idea de que todo esto fuera un sueño, que en cualquier momento despertara en aquel infierno del que había escapado, atrapado de nuevo en su mundo sin salida. Apreté los labios, aferrándome al calor del cuerpo de Taehyung contra el mío, sintiendo cómo sus brazos me rodeaban con ternura, protegiéndome incluso de mis propios miedos. No quería pensar en eso ahora, no cuando su respiración tranquila me envolvía.
Suspiré, tratando de alejar esos pensamientos. En su lugar, enfoqué mi mente en Taehyung. Me pregunté si su cabello seguía siendo rubio, si sus ojos azules todavía tenían ese brillo que recordaba. Aunque mis manos podían recorrer cada centímetro de su rostro, aunque podía sentir la curva de sus labios y la línea de su mandíbula con mis dedos, no era lo mismo. Quería verlo. Quería saber si el tiempo lo había cambiado o si seguía siendo el mismo hombre del que me enamoré.
— ¿Qué te está molestando? —preguntó de repente Taehyung, sacándome de mis pensamientos.
Me quedé en silencio por unos segundos, dudando en si debía decirle la verdad. No quería arruinar este momento con mis preocupaciones, así que decidí decir solo una parte de lo que pasaba por mi cabeza.
— Quiero verte —confesé, dejando que el anhelo se filtrara en mi voz. Sentí a Taehyung moverse a mi lado, atento a mis palabras— Quiero saber si sigues siendo el mismo... o qué ha cambiado en ti.
Hubo un silencio antes de que agregara, con el corazón encogido por la repentina emoción.
— Quiero poder ver a Taeseok y a Haneul.
Taehyung suspiró. No dijo nada de inmediato, y el peso de su silencio me hizo preguntarme si había dicho demasiado. Pero entonces, después de unos segundos, su voz llegó con una suavidad que me derritió el corazón.
— ¿Te gustaría que visitáramos a un doctor?
Su sugerencia me tomó por sorpresa. Ni siquiera había considerado esa posibilidad. Jackson siempre me dijo que mi ceguera era irreversible y, en su momento, no tuve motivos para dudar de él. Me había resignado a esa realidad porque no tenía otra opción. Además, incluso si hubiera habido una posibilidad de recuperar la vista, estaba seguro de que Jackson nunca lo habría permitido.
Me di cuenta de que me había quedado en silencio demasiado tiempo.
— No tiene caso... Jackson dijo que jamás podría recuperarla —dije en voz baja, aunque en el fondo me di cuenta de que, por primera vez, la certeza en mis palabras se tambaleaba.
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EL DONCEL Y LA BESTIA
Fiksi PenggemarLos cuentos de hadas no existen. Solamente existe la crueldad y la asfixiante realidad. Por lo menos así, lo veía Jung Hoseok. El chico cuyo destino, fue marcado por las infidelidades y el constante maltrato de su esposo. Quería huir y perseguir...