Chapter XIV ☁️

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La confusión y los nervios se encontraban a flor de piel cuando estaba caminando.
Recibí un mensaje.
¿Qué te parece si esta noche nos vemos? x
Era de Edward (Edward Rubio).
Eso logró calmarme un poco.
Pues en apenas media hora, me encontraría de nuevo con el otro Edward, mi paciente.
No mentiría. No podía parar de pensar en él. Y tenía sentimientos por él, y eso me frustraba muchísimo, porque cambiaba de forma de ser, como si tuviera el alma de un camaleón.
En la otra consulta, estaba abrazándolo mientras él lloraba sobre mi hombro, y minutos después, estaba hablándome mal y comportándose como lo que es, un completo idiota.
Claramente, no podía decirle eso. Tenía que "curarlo", como él decía.
Y eso haría.
A partir de ahora nuestra relación sería médico-paciente.
No permitiría que alguien que estuviera presente en mi vida como un amigo (o algo más) me tratara como él lo hacía. Siendo cariñoso y luego tratándome sin respeto alguno. Prácticamente, llevaba tatuados en la mente los recuerdos de la anterior consulta.
-Sal de mi jodida cabeza, Edward Styles -dije para mí misma mientras llamaba al ascensor.
-Buenos días -escuché una voz a mis espaldas.
Jodida mierda.
¿Me habrá escuchado?
-Hola, Edward -dije seria.
-¿Te has despertado de morros, nena? -dijo con una pequeña carcajada.
Mi respuesta solo fue una sonrisa. Sólo por educación, por supuesto. En mi interior estaba imaginándolo en el infierno.
El ascensor llegó, y ambos nos adentramos.
Pulsé el botón número tres y la música del ascensor empezó a sonar.
-Vaya mierda -dijo él.
"Vaya mierda que tengas que llegar al jodido ascensor cuando lo hago yo", pensé.
Llegamos y nos dirigimos en silencio a nuestra sala.
Ni si quiera lo miré, sabía como estaría sonriendo de esa manera que solo él sabe.
Encendí las luces tras abrir la puerta y él tomó asiento.
"Va a ser un día duro, Jolene. Resiste." Me dije.
-Bueno... -suspiré-. ¿Por dónde quieres empezar hoy, Edward?
-Veamos... Por ninguna parte, quizás.
Suspiré.
No quería ponérmelo fácil.
-Recuerdas lo que me dijiste de tus padres, ¿verdad?
Asintió.
-Bien... ¿Alguna vez has pensado que lo que oíste fueron imaginaciones y no la realidad?
-Sé cuando estoy cuerdo. Y oí eso perfectamente.
Suspiré de nuevo.
-¿Has probado a contactar con ellos?
Miré hacia su rostro horrorizado.
-¿Estás loca?, ¡contactar con personas que querían matarme!, ¿y qué más?, ¿pedirle a Osama Bin Laden que me enseñe su colección de metralletas?
-¿Podrías relajarte? -pregunté.
-En realidad, no -dijo con el ceño fruncido-. Eres tú quien no me lo permite. Me tienes jodidamente confundido.
-¿Yo confundido?, ¿a ti? -dije- ¡Estarás de broma!
Sabía que estaba cayendo en el anzuelo.
Sabía que esto no era profesional, y que eran los sentimientos los que hablaban, y no la razón.
-No lo estoy. Si mal no recuerdo, ayer me estabas abrazando y consolando. Y hoy te comportas como la zorra más fría y seria del universo. ¿Qué cojones he hecho para que te pongas así?
"Contrólate, Jolene"
Las lágrimas quemaban detrás de mis párpados.
"Por favor"
"Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, y diez"
-Hablar sobre eso no nos va a llevar a curarte, Edward.
Me miró fijamente a los ojos.
-Sé que tú no eres así.
-Tú no sabes absolutamente nada sobre mí.
Me miró burlón.
-Si tu supieras, nena...
-Ya estamos con el apodo.
Rió.
-¿No te gusta?
-Para nada -mentí.
Claro que me gustaba. Era sexy pero bonito, como él. Eran tan... Tan bonito.
-Está bien, muñeca, ¿te gusta así?
-¡No, Dios, no! -exclamé- Está bien, llámame nena, pero muñeca no, por favor.
Ambos estallamos en risas.
Alcé la mirada y vi como sonreía, así como a mí me gustaba.
Su sonrisa se fue desvaneciendo, quedando con una expresión neutra en su rostro.
Sus pupilas estaban clavadas en las mías, traspasando todo mi ser.
No sabía qué me pasaba con él, pero era como una debilidad.
-Lo siento -dijo de repente.
Lo miré confundida.
-No quise alterarme, y mucho menos insultarte. No pienso esas cosas sobre ti. Es más, eres encantadora, y me caes muy bien... Y a mi no me cae bien casi nadie.
No pude evitar sonreír como una idiota. Y al parecer, lo contagié ya que él también esbozó una de sus bellas sonrisas.
-¿Puedo preguntarte algo? -hablé.
-Dime.
-¿Por qué te comportaste así el otro día?
Su rostro se puso serio.
"Mierda. La he cagado otra vez."
Tardó casi diez minutos en contestar, mirando sus manos, nervioso.
Y justo cuando iba a cambiar de tema, se dignó a hablar.
-Me caes bien, pero eso no significa que pueda mostrarme débil delante de cualquiera.
-Pero Edward, yo no pienso que seas débil... Todas las personas lloran, tod...
-No -me interrumpió-. Escucha, Jolene, yo no soy débil, yo no lloro, jamás, lo que ocurrió el otro día fue un simple error, ¿entendido?
Asentí con la cabeza.
-Y ahora -dijo dibujando en su cara esa sonrisa socarrona-, acepta que te invite a cenar.
Puse los ojos en blanco.
-No puedo. Eres mi paciente.
-Vamos, nena, yo sé que quieres -dijo provocativo.
Solté una carcajada.
-No.
El timbre que indicaba el final de la sesión sonó.
Me levanté, yo también me iba, tenía que llegar a tiempo al turno en la cafetería.
Abrí la puerta para Edward.
-Adiós -susurré.
Y entonces se acercó, demasiado.
Nuestras narices estaban pegadas y sentía su caliente aliento sobre mis labios.
Pasó su lengua sobre éstes, e hizo acto de acercarse más, pero sus labios se dirigieron a mi cuello.
Sentía su respiración contra mi piel. Y de repente un beso tierno fue depositado ahí. Después pasó su lengua al rededor y mordió suavemente la piel.
Solté un jadeo.
Y tras eso me apegó más a él.
Fue dejando varios besos en un recorrido, esta vez con ayuda de su lengua.
-N-no deberíamos... -dije pero él siguió jugando ahí.
Apretó más sus manos a mis caderas, y alzó su cara, rozando nuestros labios.
-Tienes razón -dijo separándose de mi-. No debemos.
"Maldito idiota."
Agarró el mango de la puerta.
-Adiós nena.
Y de nuevo se fue.

FILMS {Harry Styles, a.u}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora