Cap. 25

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El lunes por la mañana me sorprendió ver que Scott ya había llegado a la agencia y que estaba encerrado en su oficina con Olivia, sentí un desasosiego, podría soportar la ruptura con Brandon, era algo ya inminente, pero no podía perder mi trabajo, eso sí me destrozaría, la agencia de Scott era una de las más reconocidas y él con facilidad podría cerrarme la oportunidad de conseguir trabajo en otra. Entré a mi oficina y alcance a ver que Olivia salía llorando, se dio cuenta que yo estaba ahí y furiosa entró golpeando la puerta.

– Ya estarás contenta mal*dita mosca muerta, tenías que hacerte la sufrida con el jefe, ¿verdad?, por tu culpa me he quedado sin trabajo y no podré encontrar otro igual en todo el país y tengo una hija que mantener.
– Eso hubieras pensando antes de montar un escándalo en un lugar público, exponiéndote a que alguien te viera, que eso fue lo que sucedió, ni siquiera he hablado con Laura y ya deja de hacer numeritos, vete por favor, antes que llame a seguridad para que te acompañen a la calle – respondió Scott serio.
– Esto no se va a quedar así Laura, me las vas a pagar.
– Ya te dije que ella no tiene nada que ver, acepta las consecuencias de tus actos Olivia, tú eres la única responsable de lo que ha pasado.

Lo recorrió con la mirada furiosa y salió de mi oficina, yo me dejé caer en mi silla, lo que menos quería es que la despidieran, conocía perfectamente su situación y no le guardaba rencor, al final lo que se hace en la vida se paga y creo que ella se iba a quedar sin Brandon que era lo único que le importaba y la causante era ella misma.

– Scott, no tenías que haber hecho eso, no tiene nada que ver con el trabajo.
– Perdón Laura, no lo hice por ti, te estimo, pero tuve otras razones, mi esposa las vio en el centro comercial y escuchó todas las cosas que Olivia te gritó, si fue capaz de involucrarse con el novio de una amiga y se valió de todas las artimañas que pudo para conseguirlo, más encima ventilar intimidades en un lugar público y frente a su hija, ¿qué podría yo esperar de ella en cuestiones laborales?, que un día se marchara llevándose sus cuentas y echara pestes de la agencia, que tirara lodo por todas partes, no Laura, eso no podía yo permitirlo, me ha costado mucho abrirme paso en este medio tan competido para dejar que alguien como ella lo arruine por su falta de escrúpulos.
– No sé qué decirte.
– No digas nada y sigue con tu trabajo, tenemos varios asuntos pendientes y mientras conseguimos a otra persona para reemplazarla te harás cargo de sus cuentas.

Asentí con la cabeza y Scott salió de mi oficina. Encendí mi ordenador y, como siempre, había más de un mail de Ross, pero no me sentía con ánimos de leerlos y menos con lo que acababa de pasar, no podía evitar sentir lástima por Olivia, no le había valido de nada todo lo que hizo, había perdido lo más por lo menos.

Por la tarde, salí a almorzar con Victoria y le conté lo que había sucedido.

– Lo sabía Laura, no en vano ella lo tenía en un altar, era porque se estaban acostando.
– Nunca lo sospeché, alguna vez sí pensé que estaba enamorada de él por la forma en que se expresaba pero no imaginé que tuvieran un amorío.
– Las relaciones humanas son difíciles Laura, y los hombres son muy débiles, caen fácil ante el sexo, por eso ahora debes tener mucho más cuidado, veme a mí.
– Y, por cierto, ¿cómo van las cosas con Chris?
– Ya iniciamos los trámites del divorcio, mañana es la primera audiencia.
– Entonces, ¿no hubo arreglo?
– No Laura, nos hemos dado cuenta que nos casamos sin conocernos, cegados por el fuego de la pasión y aunque ese todavía está presente no es lo único que mantiene viva una relación, algún día se acabara y entonces, ¿qué nos quedara?, somos completamente distintos, no tenemos nada en común, así que no tiene caso seguir juntos.

En eso mi movil sonó, lo tomé y era número restringido, no pude evitar que los latidos de mi corazón se dispararan al adivinar de quien se trataba.

– Hola – respondí de lo más normal.
– Vaya, hasta que me contestas,Laura , me tenías con el alma en un hilo, ¿sabes dónde estoy? – escuché su voz aterciopelada con un tono de preocupación.
– No tengo la más remota idea, por la hora que es y considerando el cambio de horario, supongo que estarás alistándote para cenar.
– Pues no corazón, estoy en el aeropuerto buscando un boleto para Nueva Jersey, no he sabido nada de ti en todo el fin de semana, no has contestado mis mails y no había podido comunicarme a tu telefono , me tenías sumamente preocupado.
– Ross ,no tienes que hacer eso, tuve un fin de semana muy ocupado y tengo mucho trabajo en la oficina, no tienes por qué alarmarte.
– Está bien, entiendo, discúlpame por ser tan aprensivo pero, no sé, tuve un extraño presentimiento el viernes, júrame que estás bien Laura, por favor.
– Estoy bien, no tienes nada de qué preocuparte... por cierto, ya compré la webcam.
– Esa es mi chica, está bien, me calmaré y me conectaré cuando allá sean las 10 de la noche, ¿vale?
– Pero, Laura, allá serán las tres de la mañana, tienes que dormir.
– No te preocupes por eso, de todas maneras aún no me adapto bien al cambio de horario.

– Sigo pensando que estás loco.
– Claro que lo estoy, pero por ti.
– ¿De verdad?
– ¿Y por qué lo dudas?, si no estuviera loco por ti no te escribiría todos los días ni estaría ahora a punto de regresar a Estados Unidos sólo para asegurarme que estás bien, debes tenerme confianza, corazón.
– Lo sé – respondí con un suspiro.
– ¿En serio estás bien Laura?
– Sí, anda, ya ve a cenar, no es necesario que vengas.
– Está bien, entonces nos vemos a esa hora, ¿sí?
– Vale, hasta entonces.
– Cuídate mucho corazón, por favor, te mando muchos besos.
– Yo también, adios.

Llegué a casa y cené mientras veía la televisión, no me quise cambiar de ropa porque vería a Ross por la webcam, lo cual me tenía nerviosa. La conecté y verifiqué que sirviera, me tomé una foto y la puse en el messenger. A las diez en punto él se conectó y de inmediato me escribió hola y me mandó la invitación para la video llamada, sonreí y la acepté.

– Hola mi preciosa ¿cómo estás? – preguntó en cuanto nos vimos.
– Bien, ¿y tú? – respondí saludándolo con la mano.
– Feliz de verte, aunque me gustaría más estar contigo.
– ¿En serio no tienes sueño?
– No, por supuesto que no, tú me lo quitas, me haces falta, ¿ya te lo había dicho?
– Sí, en cada correo electrónico que me escribes – respondí y puse mi mano en la pantalla del notebook y él hizo lo mismo – ¿qué es lo que más extrañas de mí?
– ¿Por dónde empezar?, tu sonrisa, tus ojos, el aroma de tu cabello, tus besos, tus caricias, tu sensualidad, el calor de tu cuerpo, tus manos en mi espalda, tu respiración errática, tu forma de perder el control – se quedó en silencio y una sonrisa traviesa escapó de sus labios – ¿qué tal si jugamos un poquito Laura?
– ¿Jugar?, ¿a qué? – pregunté haciéndome la tonta porque bien sabía a qué se refería.
– A que estamos juntos y vamos haciendo lo que nos digamos, tú sabes, cositas que nos haríamos el uno al otro – respondió y me guiñó el ojo lamiéndose los labios.
– Está bien, pero tú empiezas y yo te sigo, ¿sí?

Eres Mi Tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora