Taehyung.
—Taehyung... — Hoseok susurró, su voz quebrándose al pronunciar mi nombre.
Parpadeé, como si su voz me hubiera sacado de un trance. Mi mirada se enfocó en él, recorriéndolo con desesperación, asegurándome de que aún seguía aquí, de que aún respiraba, de que estaba bien. Mis labios se entreabrieron, pero ninguna palabra salió. Solo sentí mi garganta moverse cuando tragué con dificultad, mi pecho temblar al dejar escapar un suspiro cargado de angustia contenida.
— Hobi... —murmuré en un susurro apenas audible. Y en mi voz rota, en la manera en que mi expresión se quebró solo por un instante antes de recomponerme, vi algo en sus ojos que me desgarró por dentro.
Apretó los dientes y levantó las manos con torpeza, sus dedos temblando al alzarse en el aire. Vi su esfuerzo, la forma en que su cuerpo entero temblaba, pero aun así buscaba alcanzarme.
— ¿Por qué viniste? —sus palabras se deslizaron en el aire, frágiles, llenas de algo que no supe si era reproche o alivio.
Mis ojos recorrieron su rostro con avidez, como si intentara memorizar cada detalle, cada sombra de dolor en su expresión. Quería grabarlo en mi mente, asegurándome de que realmente estaba aquí, de que no era una alucinación cruel tejida por mi propia desesperación.
Tragué con dificultad, sintiendo mi pecho subir y bajar con una respiración errática.
— Vine por ti. Y por nuestros hijos —susurré al fin, mi voz rompiéndose en la última palabra.
Algo en su expresión cambió, como si mis palabras hubieran alcanzado un lugar profundo dentro de él.
— Eres un idiota —musitó, su voz apenas un aliento cargado de emoción— No debiste venir...
— No podía dejarlos aquí con ese psicópata.
Su mirada se nubló por un instante, y en el silencio que siguió, supe que lo entendía. Que, por mucho que hubiera intentado alejarme en el pasado, por mucho que deseara, que nunca me hubiera visto envuelto en todo esto, jamás los habría abandonado.
Porque lo amaba. Porque los amaba.
Escuché cuando un sollozo escapó de sus labios. Fue un sonido ahogado, tembloroso, que me atravesó como una daga. Odiaba escucharlo así, odiaba verlo tan vulnerable y aterrorizado, con los hombros encorvados y la respiración entrecortada como si apenas pudiera sostenerse en pie. Quería decirle algo, cualquier cosa que lo hiciera sentirse a salvo, que le devolviera un mínimo de esperanza, pero no había palabras suficientes para reparar todo el daño que le habían hecho. Y, aun así, lo intenté.
— No llores, Hobi —susurré con urgencia, mi voz más suave de lo que esperaba—Por favor, no llores... Vamos a salir de aquí. Te lo juro.
Él alzó la mirada, y solo entonces me di cuenta de que eso había sido un error. La luz mortecina de la bombilla hacía que las sombras en su rostro parecieran aún más profundas, acentuando la herida en su labio, el golpe en su pómulo, la piel manchada con rastros de violencia. Todo en él hablaba de sufrimiento, de dolor contenido, de miedo. Y aun así, lo peor fue el brillo en sus ojos, el temblor apenas perceptible en su mandíbula cuando me sostuvo la mirada con una mezcla de incredulidad y desesperación.
— ¿Cómo? —Su voz era apenas un hilo, frágil y vacilante—¿Cómo se supone que vamos a salir de aquí?
Buena pregunta. Una que no tenía respuesta. Mi mente trabajaba a toda velocidad, buscando desesperadamente una salida, una solución, cualquier cosa que nos diera una oportunidad real. Pero la verdad era que no tenía un plan. No tenía nada. Y él no necesitaba saberlo. No ahora.
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EL DONCEL Y LA BESTIA
FanfictionLos cuentos de hadas no existen. Solamente existe la crueldad y la asfixiante realidad. Por lo menos así, lo veía Jung Hoseok. El chico cuyo destino, fue marcado por las infidelidades y el constante maltrato de su esposo. Quería huir y perseguir...