Ahí se encontraba él; con la mirada fija en el techo escuchando de su celular aquellas palabras que, desde hace más de una semana llevaba repitiéndose: «El número que usted marco está apagado o se encuentra fuera de servicio, favor de llamar más tarde». Gruño irritado dejando caer a un lado su brazo. «Ese mocoso», pensó.
Nikko, ese pequeño, tierno, inocente y angelical niño lo estaba haciendo pasar muy mal.
Desde aquella vez en el parque —hace tres semanas atrás—, el niño no lo dejaba hablar con Kuroko a gusto; o estaba intentando a toda costa llamar la atención de su padre o, simplemente, él muy listo, tenía con anticipación alguna salido con Kuroko; cuando llamaba a la casa era Nikko quien contestaba y, antes de siquiera decir que era él, le colgaba. Gracias a esto Akashi había tenido el infantil pensamiento de contarle a Kuroko lo que estaba pasando, pero lo descarto por completo, sabía que si hacia eso se ganaría el odio completo del pequeño. Bostezo. Entendía muy bien el comportamiento de pequeño; se ponía en su lugar: si el también hubiera visto los ojos rojos de Kuroko y alguien junto a él, a ese él o ella, le hubiera hecho la vida de cuadritos.
Escucho el tic-tac del reloj de su cómoda, lo contemplo un poco, antes de revisar su celular, checo el calendario y sonrió de oreja a oreja. Tenía una idea para hacer que Nikko confiara de nuevo en él.
...
Kuroko esperaba afuera de la primaria a Nikko cuando un carro color gris, moderno, se estaciono cerca, y de él descendía Akashi, con ropa casual; playera negra, vaqueros rasgados y vans de cuadros de ajedrez, su cabello igual que siempre. Las señoras y chicas que pasaban por allí se le quedaban mirando, comiéndoselo con los ojos y murmurándole cosas, es que todas —y algún todos—, estaban encantados con aquella imagen poco usual. Kuroko, no fue la excepción, al ver Akashi de aquella forma —ya que por lo general se lo encontraba en traje—, no pudo pensar en lo carismático que se veía. Escucho no muy lejos de donde estaba, a unas chicas decir lo guapo y hermoso que era, sintiendo en su pecho una punzada, apretó sus puños y bajo la cabeza.
—¡Tetsuya! —lo llamo sonriente el chico.
Giro su rostro rápidamente, una de las chicas que paso junto a él, se cubrió la boca pronunciando un "ups".
—Creo que ya está apartado.
—¿Serán pareja?
El menor sintió sus mejillas arder. Akashi se acercó trotando hasta él, jugueteando con las llaves.
—Hola.
—H...hola —saludo tartamudeando.
—¿Estas bien? —acerco su rostro —. Tienes las meji...
—¡Estoy bien! —soltó en voz algo más alta de lo normal.
El de orbes rojos formo una sonrisa juguetona en sus labios.
—¿Qué haces aquí?
—Viene a invitarte a ti y a Nikko al parque de diversiones, ¿tienes tiempo?
Apenas iba a contestar cuando el pequeño clon de Kuroko se acercó corriendo a toda velocidad y se lanzabó a la espalda de su padre.
—¡Papi! —grito emocionado besando la mejilla del mencionado.
—Nikko —lo cargo.
—Hola, Nikko —saludo Akashi.
El menor se puso serio antes de mostrarle una sonrisa, Akashi pudo notar que era falsa.
—Hola, Akashi-kun.
—Nikko, ¿recuerdas que dijiste que querías ir al parque de diversiones?
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El pequeño Kuroko #PremiosKnB2017
Novela Juvenil¿Qué pasaría si después de cinco años te reencuentras con el amor de tu vida? Hermoso, ¿cierto? Ahora, ¿qué pasaría si el amor de tu vida se reencuentra contigo, pero tiene un hijo? No sería la cosa más hermosa de todas... O al menos no para Akashi...