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Apenas abrió la puerta y vio a Harry, Louis supo de inmediato que algo andaba terriblemente mal.

Lo habían despertado fuertes golpes en la puerta y a regañadientes había salido de la calidez de la cama que compartía con el moreno para ver la fuente de tal alboroto. En el camino había ido preparando varios insultos inteligentes para decir, pero las palabras sorpresivamente se le atascaron en la garganta y no llegó a decirlas. Se frenó de golpe en cuanto vio una mata de rizos color chocolate totalmente inconfundibles para él. Antaño, el hubiera dado lo que fuera para poder sentirlos bajo sus dedos todas las noches y aspirar su dulce aroma a coco todas las mañanas. Vislumbró los mismos ojos esmeraldas que lo habían cautivado hacía ya varios años atrás y que por poco le habían vuelto loco de amor. Las hermosas facciones que una vez había deseado besar una y otra vez y la misma piel suave y lechosa en la cual había querido dejar marcas por doquier. El hombre que una vez había querido para él antes de Zayn; Harry.

Le fue imposible no notar lo hermoso que se veía. Louis casi había olvidado la belleza natural que desprendía y emanaba al igual que una estrella caída del cielo, aunque sólo hubiesen pasado dos años desde que se vieron por última vez.

Él y Harry se habían mantenido en contacto hasta algún tiempo después de su boda con el cantante irlandés, Niall, pero fue cosa de sus laboriosos y ocupados trabajos que los fue distanciando cada vez más hasta que finalmente perdieron contacto mutuo hasta ese mismo día. Al pensar en su amistad perdida con el rizado, Louis se sintió de pronto muy culpable. Jamás en todo ese tiempo se le había cruzado por la mente llamar o visitar a Harry, indiferente de si este podría nesecitarlo o no. El sentimiento de culpa lo embargó tal como el agua llena un recipiente, rápido y diligente. 

Ninguno de los dos se atrevió a moverse o  a hablar, en cambio, se limitaron a mirarse y a quedarse parados como si fueran unos extraños. No fue sino hasta que después de un momento, las lágrimas estallaron en los ojos de Harry y cayeron rodando por su rostro como bolas de cristales en miniatura.

"Lou." Este sollozó antes de abalanzarse hacía él y abrazarlo.

Lo sujetó con tal fuerza, que por un momento Louis temió quedarse sin aire y desmayarse. Harry envolvió sus brazos alrededor de su tórax y enterró su cabeza en su pecho mientras lloraba.

Todo sucedió tan deprisa que por un momento Louis no supó que hacer. Nunca se hubiera esperado que Harry se apareciera en la puerta de su casa en mitad de la fría y solitaria noche, y mucho menos que terminaría llorando contra su pecho. Dudo por un segundo antes de corresponder a su abrazo y rodearlo con sus brazos. Instintivamente comenzó a arullar su próspero y ahora mucho más largo cabello rizado, al igual que solía hacer cuando este era presa de sus crisis emocionales con la esperanza de lograr calmarle.

"Lou." Sollozó una vez más en su pecho. Respiraba con dificultad y las lágrimas mezcladas con mucosidad le ensuciaban el bello rostro, ahora colorido de un leve tono rojizo.

"Shhh." Susurró el ojiazul con voz suave. Harry siempre tenía la habilidad de sacar a la luz su lado más paciente, desde la primera vez que lo conoció siempre había sido así.

Oyó pasos por el pasillo, seguidos por la voz de Zayn.

"¿Amor? ¿Quién es?" Preguntó el moreno desde lejos.

No mucho tiempo después su delgado pero aún así atractivo cuerpo apareció en la sala. Estaba vestido con unos pantalones cortos y una camiseta. Bostezó con los ojos cerrados y se frotó una mano por su somnoliento rostro, hasta que los abrió y vio la inusual escena en proceso y se detuvo de pronto. Su brazo quedó levitando a medio camino. Su mirada pasaba de Louis a Harry, de Harry a Louis, y así sucesivamente, tratando de entender lo que sucedía.

Nuestro final feliz // NarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora