Un trébol de 4 hojas

28 2 0
                                    

Y cerraba los ojos lentamente con unas palabras tan fuertes... Fue la peor imagen que había visto nunca. Rebecca expirando su vida en un Te quiero...

De eso hacía ya tres días. Ahora me encontraba en un tugurio de mala muerte tomando el desayuno mientras nevaba. Lo pasé mal en las calles, y no me paré a descansar, sólo buscaba pistas de la verdad pero cada vez me alejaba más. A la noche, miraba el PIN intentando sacar algo. Ese PIN... Me daba una sensación de algo, un recuerdo, pero sólo acababa en un suspiro. El hombre de la barra encendió la televisión y echaban las noticias. -La ciencia mejora por momentos. Gracias al C.I.N, muchas personas han curado sus estados emocionales que eran dañinos para la sociedad y para ellos. Actualmente, se encuentran investigando para elaborar algo grande, según ellos, esto-...- no oí más porque apagó la tele. -Siempre dicen en los medios que todo avanza, que se elaborará algo grande, pero nunca veo que la gente se salve de lo malo... De momento, los pensamientos de mi mente sobre estas cosas no van a cambiar- Vaya... Me hablaba a mí... ¿Qué es lo que ha dicho? Mente... Y ahí se hablaba de emociones... Cuántas cosas que se relacionan conmigo. Un momento, tenía que... ¿Qué es el C.I.N? Me suena a haber leido eso. -Perdone... ¿Qué es el C.I.N?- pregunté rápidamente. -Oh... Es raro que no lo sepas. Estos días está en boca de todos. Son las siglas del Centro de Investigación Neurológico. Rehabilitan personas y eso. Dicen que son buenos...- No puede ser... Era eso. Es lo que he estado buscando, ese nombre... Los doctores en mi sueño, no cabe duda... -De veras se lo agradezco, tome- Pagué rápidamente y ni dejé que me diera la vuelta. Aún me quedaba dinero que me dejó Rebecca, pero ahora he de informarme de eso. Al salir, miré el PIN. -"Ceine"... Si se lee bien, sería C.I.N... Lo que buscaba estaba aquí, era esto. Debido a ello, Rolland se exaltó cuando mencioné que tenía que ver con el cerebro. Claro que no puedo hacer nada con la policía, ahora no tengo a nadie. Noté una vibración en el bolsillo de la chaqueta. Era el móvil, no lo usaba y tenía una batería duradera, creo que estaba a la mitad. Me llamaban... pero decidí arriesgarme a cogerlo. -El tren que va a salir ahora de la estación, tienes que ir allí, no queda tiempo- Y colgó... Se escuchaba distorsionado por la mala cobertura pero... ¿Quién demonios era? Un lugar al que ir... Coger un tren, pero... ¿Para qué? No era una llamada cualquiera, podría ser una trampa, pero si no me arriesgaba, me volvería a quedar estancado. Aprovecharía para informarme del C.I.N... Sin esperar un segundo, escondí bien la pistola bajo la ropa y guardé el móvil. Corrí hacia la estación como si no hubiera un mañana.

Llegué, jadeando, pero llegué. Era grande y parecía que un tren estaba a punto de salir. Sin pensarlo, pagué el billete y me metí, luego se cerraron las puertas. Parecía vacío, y estaba en el último vagón. Me llamó la atención los pósteres de publicidad: C.I.N. Al parecer, su centro se encontraba en la siguiente ciudad. Así que eso era, este tren se dirigía allí. Me dispuse a caminar y para mi sopresa... Y para la de él... Ahí estaba Rolland, mirándome boquiabierto. No tardó mucho en sacar la pistola, dispararme y salir corriendo hacia el primer vagón. Me escondí tras la puerta y saqué la pistola, siguiéndole. Escuchaba disparos a lo lejos e impactaban en el metal y los asientos. Por seguridad, las puertas se cerraron automáticamente. Estaba en su vagón, me encontraba en unos asientos, parapetado. -¡Ríndete ya! ¿Sabes cuántos problemas estás causando? Todo es por un bien que tú no entenderías.- Me enfureció. -¿Acaso matar a una chica que sólo hace su trabajo está bien? ¡Creo que a tí y a quien sea se os ha ido de las manos! ¡Haré que hables!- Cogí un maletín de acero que había tirado y lo usé de parapeto para acercarme. No quería matarle, sólo la verdad, aunque le odiase. Me disparó. El maletín por suerte, era grandecito y resistente. Tuve que dispararle para que no me matase. Le dí en el hombro, haciendo que se le cayera la pistola. -¡Ríndete! No tienes escapatoria- El hombre, que era grande, me pegó rápidamente una patada y caí. Fue en la boca, no me dió tiempo a protegerme con el maletín. Cuando me levanté, estaba saliendo por la ventana al techo del tren. ¿De veras he de hacer esto?. Me costó y tenía bastante miedo de subir ahí arriba con esto en movimiento pero lo hice. Tuve que perseguirle hasta el último vagón. El muy cabronazo sabía moverse, pero ya no quedaba más. -Dime la verdad, ¿por qué todo esto? ¿Por qué la gente muere?- Él me miró enfurecido y se abalanzó contra mí. Le pegué un culetazo con la pistola pero enseguida salió volando. Me alejé rodando y nos levantamos. Antes de comenzar, el tipo sacó varias fotos, supongo que pruebas de la verdad, y las engulló como un pato, justo como la comida del MoonBallad. Era una lucha cuerpo a cuerpo, sólo que no salió como pensaba. El tipo grandote me estaba pegando unas leches que creía que en cualquier momento me iba a olvidar de todo. Aproveché un instante en el que me iba a caer para esquivarle. Él... Resbaló, colgando del filo. -¡No sabes qué haces! ¿Qué pasaría si tuvieras que hacerlo por tus hijos?- ¿Qué decía? Que no me coma la cabeza. -Ponte en mi lugar. ¡"He perdido" mi vida y le habéis quitado a Rebecca la suya! Si me explicas lo que ocurre, te salvaré- Le miré a los ojos. Yo estaba sangrando por un labio y creo que mi cuerpo iba a tornarse morado. -No. Sé el tipo de persona que eres. No pararías, no comprenderías...- Después de esto, vi cómo se hizo pedazos por una señal. ¡Sólo le pedí una maldita explicación!. -¡Aaaaaah!- Tuve que gritar. Me sentía exhausto y encima otra persona había muerto. Me regocijé en el pensamiento de que sus manos estaban manchadas de sangre.

Permanecí tumbado un momento boca arriba. Cuando recobré el aliento, me metí en el tren, en el que había algunas personas asustadas desperdigadas por los vagones. Recogí la pistola de Rolland y ya estábamos cerca de la estación. Una vez paró, no dudé en salir por la ventana. Corrí sin parar lejos de ahí. Cuando quise darme cuenta, estaba como en el principio. Huyendo, en un callejón, con la idea de que me buscaban, esta vez por seguro. Ya no iba a tener tanta suerte como la otra vez, estoy sólo. Me senté a descansar, a tomar el aliento. Saqué el PIN y la pistola. No tenía preocupaciones con respecto a que alguien me viera, pero sabía lo que tenía que hacer. -Rebecca... Prometo que nadie me parará...-

OlvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora