Giré sobre mi izquierda mientras subía con rapidez las escaleras del metro, necesitaba llegar con urgencia, sé muy bien que si vuelvo a llegar tarde Ben me matará, o peor aún, jugará con mi karma hasta matarme. Comencé a trotar llevándome varias miradas de todos a mi alrededor, habían dos opciones por las que me miraban aterrorizados.
Opción A: Ver a una adolescente vestida absolutamente de negro, con cara de asustada y corriendo como loca les llamaba la atención.
Opción B: Lo mismo que la opción A pero con el detalle de mis ojos color sangre.
Me dio igual que me miren, ya estaba muy acostumbrada desde que apareció todo este asunto del Karma y sus reglas, así que sin más, seguí corriendo y abriéndome paso empujando a todos aquellos que se ponían delante mío, saqué el mapa para ver donde se encontraba el portal ésta vez y cuando llevé mis ojos hacia el mismo, sentí como todo mi peso caía al suelo haciéndome soltar el mapa por inercia para atajar mi cuerpo, enojada miré hacia arriba para saber quién había causado mi caída e imaginando como jugaría con el Karma de aquella persona. Me sorprendí realmente cuando mis ojos carmesí se encontraron con unos grises que le pertenecían a un apuesto chico que me miraba horrorizado por causa de mi cara de maldad, como si estuviese a punto de gritarle y apuñalar sus tímpanos con mi voz chillona. Pero en vez de hacer eso, intenté levantarme mientras el apuesto chico oji-grises extendía una mano para levantar el mapa y otra para ayudar a levantarme, la acepté con una mirada de desconfianza impregnada en mi rostro y él me sonrió haciéndome temblar por dentro.
-Lo lamento, no fue mi intención tirarte, no veía por donde caminaba.- Terminé de recuperar la compostura y oji-grises depositó el mapa en mi mano. Lo miré aún desconfiada y él, al notarlo, extendió su mano y estrechó la mía al mismo tiempo que pronunciaba su nombre. -Me llamo Kai, K para los amigos.- Sonrió y soltó una risa nerviosa, lo miré con los ojos entrecerrados y Kai notó el color de mis ojos cuando lo hice, soltó un silbido y dijo fascinado.- Esos si que son unos ojos bonitos. Me refiero a que, yo tendré ojos raros, pero ¿ojos rojos? es muy original ¿usas lentes de contacto o algo parecido?- Negué lentamente con la cabeza y por primera vez sonreí de costado, haciendo que su rostro se ilumine.-
-Me llamo Karma, y no.- Reí por lo bajo. -No son lentes de contacto, son "naturales" por así decirlo.- Volteé a mirar mi mano y vi el mapa. Mierda, Ben. Volví a estrechar la mano de Kai y dije rápidamente mientras pasaba por su lado chocando accidentalmente su hombro. -¡Gusto en conocerte Kai! ¡Tal vez el destino nos haga chocar nuevamente!- Él oji-grises dijo algo que no llegué a entender porque me fui corriendo prácticamente hacia donde se encontraba el portal, al llegar luego de haber corrido dos manzanas, revisé el mapa nuevamente para verificar que ese fuera el lugar y no cometer el error de la otra vez. Guardé el mapa en mi bolsillo e hice el código para entrar; dos golpes en el lado izquierdo, tres en el derecho y uno en el medio.
La puerta se abrió y pasé con rapidez para que nadie viera su interior cerrándola detrás de mí, entré a gran prisa saludando a los conocidos mientras buscaba desesperadamente a Ben, lo visualicé en una mesa del fondo y fui hasta ella dando pasos largos y sonoros, al llegar él notó mi presencia y dirigió sus ojos color sangre a mí. Se deben estar preguntando ¿ojos color sangre? ¿son parientes o algo? pero en realidad no, todos en La Guarida del Diablo tienen los ojos de ese color ¿por qué? simple; son amantes del Karma y sus juegos. -¿Qué sucedió Kar? ¿problemas con el portal otra vez?- dijo Ben con un tono bromista, a lo que yo rodeé los ojos, hace dos semanas me equivoqué de puerta y entré a la casa de una familia, llamaron a la policía y fui detenida, Ben al ser mi "padre" tuvo que ir a sacarme y no ha dejado de molestarme desde entonces. -No molestes Ben, ya no es ni siquiera divertido eso.- Tomé asiento frente a él, miré lo que estaba haciendo, tenía un lapiz y un anotador antiguo en sus manos, y estaba escribiendo algo que no lograba entender a causa de que estaba al revés. -Venía corriendo y me choqué con un chico, me caí al piso y crucé algunas palabras con él, no fue tan... repugnante.- Me miró de manera sobreprotectora y me dijo algo nervioso. -Si bueno, no te fíes tanto Kar, ya sabes como son los chicos de tu edad, unos...
-...tontos que se quiere aprovechar de mi y de mi inteligencia.- terminé de armar la frase, aquella frase que tanto me repetía. -ya lo sé, ya lo sé, solamente le dije mi nombre y que no uso lentes de contacto, no va a secuestrarme Ben.- Chillé como una niña de cinco años mientras mi labio inferior se asomaba un poco formando un puchero. Rió al ver mi reacción y me dio palmaditas en la mano, me quedé plasmada viendo como siempre, su sonrisa encantadora. Ben tiene ventitres años, es castaño claro y bastante alto, creo que rodea el metro ochenta, su tez es pálida, casi tan pálida como la mía, y tiene un cuerpo muy trabajado. Para los ojos de las demás adolescentes; un Dios griego. Para mí; mi apuesto amigo, y en el mundo real, mi supuesto padre. Él notó que lo miraba y comenzó a hacer muecas graciosas, unos segundos después yo estaba riendo a carcajadas, recibiendo miradas de todos en LGD*, pero no nos hicimos mucho problema, ya que era normal que nosotros hiciéramos ese tipo de cosas, dejamos de reír luego de un rato y le dije con un tono seguro. -El chico se llamaba Kai, no parecía tan malo, es más, me pareció alguien simpático.- No sé por qué quería convencer a Ben de que Kai era un buen chico, me refiero a que, cualquier persona que me tira al suelo termina llorando o con los tímpanos rotos por mis gritos, pero no sentía que él mereciera eso. Sentía que Kai merecía que su karma lo trate bien, muy bien, y eso se podía lograr. Por supuesto que se podía lograr...
*LGD: abreviación de La Guarida del Diablo.
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Jugando con el Karma
Teen FictionNunca fui alguien que creyera que el Karma podría solucionar las cosas... Hasta que aprendí a jugar con él.