CAPÍTULO XVI

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Llevaba media hora dentro de la tina de baño. Dándole vuelta a lo mismo una y otra vez. Adam estaba afuera suplicándome que saliera y terminara de una buena vez con mi agonía. Pero por más que yo quisiera, algo seguía impidiéndomelo. Ya una vez había salido lastimada, ya una vez me habían roto el corazón, ya una vez habían jugado con mis sentimientos. No quería salir herida de nuevo. Mi madre decía que si nos engañaban o lastimaban una vez, era culpa de la persona que nos causaba tal dolencia, pero si lo hacían de nuevo, entonces, entonces ya era culpa nuestra. Porque una persona que miente, lastima y juega, lo hará siempre.

Los golpes sobre la puerta se hacían cada vez más frecuentes, al igual que las lágrimas que resbalaban por mis mejillas. Podía escuchar en mi cabeza mil susurros. Algunos pidiéndome que fuera valiente, otros aconsejándome que corriera lejos de todo. No quería escucharlos, no quería hacer caso a nada que no fuera mi corazón. Adam seguía intentando convencerme de salir. Simplemente seguía intentando hacerme entender que eldolor podía terminar; quería que me enfrentara mi destino y fuera feliz de unavez por todas. Cubrí mis oídos con ambas manos y lentamente fui sumergiéndome en la tina. Así estaba mejor, aquí bajo el agua, no podía escuchar nada. Solamente el rebote de los latidos de mi corazón dentro de mi pecho; exigiéndome que me diera una última oportunidad.

Y entonces lo supe.

Cuando emergí del agua, tenía un objetivo. No sabía lo que iba a ocurrir esta noche, pero sabía que era la última oportunidad que teníamos. Nada iba a lograr devolvernos a donde pertenecíamos, ni la vida, el destino, incluso Adam, nada iba a lograrlo si nosotros no nos decidíamos a terminar con tantas mentiras. Lo que nos llevó a la tragedia hace seis años, fue precisamente que ninguno de los dos quiso luchar por lo que sentíamos; ninguno fue valiente para encarar todo el engaño que nos envolvió. Y ahora, en esta posición, a través de los años, con el llanto, el dolor, la tristeza, ambos habíamos aprendido nuestra lección. Esta sería la prueba de fuego para los dos, si la superábamos, nada podría separarnos. Ni la distancia ni la muerte, estaríamos juntos para siempre, como él había prometido una vez.

- ¡Saliste! -exclamó aliviado y se levantó del suelo al lado de la puerta de baño.

-Voy a hacerlo Adam, voy a enfrentarlo. Esta vez con la verdad -aseveré- no más mentiras.

-Es lo mejor que he escuchado en años -jugueteó- no sabes lo cansado que me sentía de pedírtelo siempre.

-Pues lo lograste, me convenciste -le dije sonriéndole- me convenciste de ser fuerte.

-No Zoé, te enseñé a ser fuerte y ahora..., te convencí de lo que nunca has querido reconocer. Te convencí de que él es bueno para ti. Cometió errores, no se acercó con las mejores intenciones pero está pagando su error. Ninguno conocía el amor con anterioridad, ambos fueron víctimas de su inexperiencia. Pero estoy seguro que él te ama.

Lo abracé fuertemente, me aferré a su cuerpo y me dije en silencio que todo cuanto había dicho era verdad. Harrick era bueno para mí y yo era buena para él. Cometimos errores pero estábamos a tiempo de enmendarlos. Esta vez sin secretos, mentiras, engaños. Esta vez sin orgullos que mantener. Simplemente nosotros, amándonos. Siendo felices ahora y para siempre. Una vez fuimos lo bastante débiles para dejarnos manejar por todo y todos, pero esta vez éramos fuertes. Ambos habíamos crecido. Yo estaba lista para enfrentar aquello que nadie supo. Estaba dispuesta a recuperar mi lugar y a dejar por fin los fantasmas de mi pasado que me atormentaban.

- ¿No van a esperarme? Ya casi estoy lista -hablé apurada terminando de delinearme el ojo derecho- solo me falta decidirme por un vestido.

-Nos adelantaremos -informó- te llegó esto.

El reencuentro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora